Una noche que nunca vas a olvidar
En 1976, el director Brian De Palma estrenaba Carrie, la primera adaptación de una novela de Stephen King a la pantalla grande. La historia es de sobra conocida por todos: Carrie, una adolescente víctima de acoso escolar e hija de una fundamentalista católica, descubre que tiene poderes telequinéticos y, tras una broma pesada durante el baile de graduación, acabará asesinando a sus compañeros de instituto.
Y no, no son spoilers: la historia tiene 44 años.
La película supuso un éxito arrollador: Brian De Palma se posicionó como un director referente, Stephen King se convirtió en el autor megalómano que conocemos y tanto Sissy Spacek (Carrie) como Piper Laurie (Margaret) estuvieron nominadas a los Óscar por sus interpretaciones.
Carrie era una modesta película de ínfimo presupuesto que triunfó en todo el mundo.
Así que solo era cuestión de tiempo:
En 1988, y aunque a muchos les sorprenda, se estrenaba en Inglaterra y Broadway Carrie, el musical. Para la adaptación escénica, la dramaturgia recayó en Lawrence D. Cohen mientras el apartado musical en Michael Gore y Dean Pitchford. Lawrence era un viejo amigo de la historia ya que él escribió el guion de la adaptación de De Palma y eso se percibe en los diálogos, las escenas y la evolución de personajes.
Por otro lado, el tándem encargado del apartado musical era de una calidad incuestionable: Michael Gore y Dean Pitchford, ganadores de un óscar por la BSO de Fame.
Calentadores, cardados y mallas de licra no son palabras que asocies al terrorífico universo de Stephen King y aquello les pasó factura.
El musical aguantó 16 pases previos y 5 funciones.
Era lógico: los 80 se acababan y la gente empezaba a estar saturada de tanto peinado imposible y complemento hortera.
Tal vez, uno de los fracasos más grandes de la 5ª avenida.
No sería hasta 2012 que se reestrenaría en las salas alternativas de Broadway una versión con un mayor grado de autoconsciencia: Carrie no es una historia de cabriolas imposibles y lucimiento coreográfico, sino un relato humano y universal sobre como buscamos nuestra propia identidad y de como una generación acaba rebelándose contra la anterior.
En esta nueva versión, las diferencias entre villana y (anti)heroína son puramente circunstanciales: Chris y Carrie solo son lo que sus padres les han enseñado a ser. Tal vez si las circunstancias estuviesen cambiadas, no contaríamos la historia de Carrie sino que estaríamos hablando de Chris, el musical.
Esta reimaginación nos presenta una estructura más cercana a la tragedia que al drama: desde el inicio, sabemos cómo acaba la historia y somos testigos de como Carrie se dirige a un destino que no puede evitar y del que su madre le advierte una y otra vez.
Carrie no difiere de la figura clásica de Edipo, sabe lo que puede pasar y quiere esforzarse por evitarlo aunque un personaje de autoridad le advierte de la inevitabilidad de su propio sino.
De hecho, y reforzando aún más esa idea de tragedia, tenemos el coro compuesto por los compañeros de Carrie. Un coro que desde la primera canción (In) se nos presenta inseguro y en una búsqueda continua de identidad. ¿He dicho ya que son adolescentes?
No en vano, la obra comienza con un adulto preguntando a Sue por su nombre y termina de la misma forma. No es casualidad que Carrie luche durante toda la obra contra el estigma que supone que nadie la llame por su nombre, que nadie la vea, que todo sea cíclico…
Todo el conflicto se reduce a un tema universal, la identidad.
Con la adolescencia, llega un nuevo cambio que potencia el conflicto: sus poderes, su rebelión (revelación) y el inicio de una transición que, como todo adolescente, empieza con el levantamiento contra la madre o el padre.
Hicieron falta 24 años para que Carrie, el musical sea consciente de su propia historia.
Y eso nos lleva a Murcia, 2020.
Uno de los grupos de la especialidad de Interpretación Musical de la ESAD de Murcia ha escogido Carrie como proyecto final de carrera. Un musical complejo, con personajes aparentemente sencillos pero llenos de matices y dobles discursos. Una historia que, como pasó en 1988, podría caer en lo ridículo si no se trabaja desde la autoconsciencia y la renuncia total de los miedos. Sin hacer más concesiones de las necesarias (no deja de ser un proyecto de escuela), es el momento de hacer un veredicto:
Todo el equipo está a la altura.
José Antonio Sánchez, profesor de interpretación y director del proyecto, parte de la adaptación de 2012 para crear una versión donde actores y actrices se exponen sin pudor con más aciertos que fallos. No en vano, fueron los mismos alumnos quienes escogieron trabajar esta pieza y se nota.
En una época donde la Escuela de Arte Dramático y Danza no está pasando por su mejor momento y donde los políticos alardean entre dimes y diretes de pines y otras basuras castradoras, este curso estrena una obra donde el fundamentalismo proviene del entorno familiar y donde un grupo de niños sin herramientas emocionales empuja a la locura a una compañera que acabará por condenarlos a todos.
El mensaje es inherente a la propia obra sin necesidad de un contexto añadido y en su Carrie no deja de ser terroríficamente aleccionador: una madre que asocia la naturaleza misma de la mujer con el pecado religioso y que defiende su visión por encima de las demás negándole a su hija una formación básica y explicación biológica.
¿Critica política o casualidad? Sinceramente, no importa.
El teatro debe ser subversivo y solo puede serlo desde la profesionalización y el trabajo duro… y el trabajo de esta clase, al igual que sus logros, es prometedor. Arreglos musicales a la altura de producciones profesionales y una escenografía sencilla pero efectiva y siempre al servicio de la historia, ¡que le follen al horror vacui!
Tal vez lo más chirriante (al margen de las carencias comunes en cualquier estudiante al que simplemente le falta la experiencia) sea el choque que hay entre la historia de Stephen King y los tropos que definen al teatro musical: la trama romántica adquiere un peso y foco común en este género aunque ausente en el relato original y ciertos momentos se extienden más de lo necesario al pasar de texto hablado a números musicales.
Nada a lo que no estemos acostumbrados los amantes de este tipo de teatro.
El martes 18 de febrero, Carrie, el musical se subirá a las tablas del Teatro Circo de Murcia y ningún amante del teatro debería perdérselo.
Porque estos jóvenes miran a la producción original a la cara y salen ganando.
Y si no te gustan los musicales, no te quejes y dale una oportunidad: al menos esta vez no habrá calentadores.
“You ain't seen nothing yet, It's gonna be a night we'll never forget!”
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