Pablo López hace de La Condomina su 'patio'
“¡Madre mía!, que yo he estado en esta plaza tocando para cincuenta personas”. Esta fue una de las primeras intervenciones con las que Pablo López se dirigía anoche a la ciudad de Murcia. El cantante y compositor recordaba así sus inicios en la industria musical en una Plaza de Toros en la que, esta vez sí, congregaba a miles de personas que la llenaron para disfrutar de las dos horas de concierto del malagueño, quien volvía a pasar por la ciudad para presentar su último disco, ‘Camino, fuego y libertad’.
Desde las diez de la noche, un impaciente público esperaba la salida del artista, que se produjo con media hora de retraso debido a problemas técnicos, como contó él mismo tras disculparse: “Yo soy de llegar tarde siempre, pero no para la música, la gente me tiene que esperar para cenar, pero no para los conciertos”. Una vez en el escenario, el viaje emocional de Pablo López y su piano empezó con ‘El camino’, para continuar con ‘El niño’, donde confesó que “hoy el niño está muy contento en Murcia, muy contento”, llegando así al primero de los momentos en los que puso a la Plaza en pie, con el tema ‘Vi’, el que supuso su lanzamiento como uno de los artistas más importantes en las listas de ventas de nuestro país.
El público respondió a la entrega del cantante, y coreó sin titubear temas como ‘La mejor noche de mi vida’ o ‘Dos palabras’, hasta llegar a uno de los momentos álgidos de la noche con ‘El Patio’, el tema de presentación de este último disco y uno de los más esperados por los asistentes.
El cariño de Pablo por nuestra ciudad quedó más que patente en sus numerosas intervenciones. Como él mismo decía “yo normalmente no hablo mucho en los conciertos, pero aquí en Murcia sí que tengo mucho que decir, así que perdonadme”. Recordaba el artista que, después de haber tocado en la Sala Musik, el bar situado en los bajos de la misma Plaza de Toros, para unas sesenta personas, fue nuestra ciudad el primer sitio donde colgó un ‘No hay entradas’, y que, después de haber llenado el Teatro Circo, el Romea, el Parque Fofó y el Víctor Villegas, hoy se encontraba aquí para “cerrar el círculo… ¿O no?” Además, el cantautor invitó al escenario al batería murciano Sergio Bernal, que lo acompañó en un par de temas como muestra de agradecimiento por su participación en la gira del anterior disco.
Empapado en sudor, el malagueño mostró su lado más simpático y espontáneo durante la actuación, permitiéndose incluso bromear con la gente de los balcones de los bloques exteriores a la Plaza de Toros, que disfrutaban de la actuación desde sus casas: “Tampoco es tan cara la entrada, tío”. Así, la noche continuó con temas como ‘El teléfono’ o ‘Dos palabras’ y las coreadas ‘Te espero aquí’ e ‘Hijos del verbo amar’. Continuaba la emoción con ‘El gato’, hasta llegar a otro de los temas más coreados de su pasado álbum, ‘El mundo’.
La entrega del artista era más que visible a través de las pantallas gigantes, que mostraron la pasión con la que Pablo golpeaba las teclas (y no sólo las teclas) del piano, con una cámara instalada a la altura de sus manos. Llegaron así temas como ‘Suplicando’, ‘El futuro’, o ‘La libertad’. Pero, sin duda, el momento más emocionante de la noche llegaba con los bises, cuando el cantante volvía al escenario para cantar ‘Lo saben mis zapatos’, en la que las linternas de los móviles de los asistentes fueron la única iluminación. La atmósfera se volvió sobrecogedora cuando, sin apenas música, el público coreaba al unísono el estribillo de este tema, que el mismo Pablo López terminó cantando, a capella y sin micrófono, ante unos asistentes que enmudecieron para escucharlo, para terminar en pie y con una larga ovación que emocionó al cantautor, sentado al borde del escenario con los ojos encharcados en lágrimas.
El recital se cerró con ‘Tu enemigo’, otro de sus éxitos más conocidos, compartido con el colombiano Juanes en su anterior álbum. El tema dejó al público de pie y, muy probablemente, con ganas de más, en una noche donde el plato fuerte de Pablo López fue él mismo, su cercanía, su pasión y, sobre todo, su entrega total al escenario, a la música y a las emociones.
Pabló contó que durante una noche de desenfreno en Murcia acabó tumbado en el suelo esperando a ver el amanecer. Nos quedamos sin saber si esta noche terminó como aquella.