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Arte y locura: a propósito de 'La traición de lo real. Única Zürn', retrato de una esquizofrenia, de Céline Wagner

  • La traición de lo real (Ponent Mon, 2020) es una obra muy especial, que me ha permitido un doble descubrimiento: el de la protagonista, Única Zürn, la gran poeta y pintora surrealista que convivió con la esquizofrenia, y el de la autora del cómic

¿Merece la pena leer un cómic sobre la vida de una artista surrealista que durante su vida padeció esquizofrenia? ¡Radicalmente sí! Al menos para cualquiera con deseos de empatizar y comprender a las y los demás, que quiera conocer un proceso de creación visual y literaria brillante y auténtico, para quien desee saber más sobre el surrealismo y las posibilidades del arte y la escritura automáticas, o por supuesto adentrarse en un testimonio de la enfermedad mental.

La enfermedad mental está muy presente en la novela gráfica actual, casi siempre vinculada a obras biográficas o autobiográficas. Lisa Mandel construye en Psiquiátrico (Astiberri) una historia de las formas de reclusión de las personas afectadas desde los años setenta del siglo pasado, a través del relato de una enfermera en uno de estos centros, la madre de la autora. Por su parte, en Pychiatric Tales (Bloomsbury) Darryl Cunningham relata once duras experiencias como auxiliar en un hospital psiquiátrico. La depresión o la ansiedad protagonizan obras como Los combates cotidianos de Manu Larcenet (Norma), Enorme suciedad, de Maite Mutuberría (Pepitas de calabaza), La levedad de Catherine Meurisse (Impedimenta), La profecía del armadillo, de Zerocalcare (Reservoir Books) o Crisis de ansiedad, de Juanjo Sáez (también Reservoir Books). El trastorno bipolar es contado por los autores que lo viven a través de sí mismos o de sus familiares más queridos en obras como Majareta (La cúpula), de Ellen Forney, El día de la victoria, autoeditado por Guillermo Carandiri, Cara o cruz de Lou Lubie (Norma) o Albert contra Arnau, de Arnáu Sanz (Aia Editorial). Y la esquizofrenia es tema central de cómics como Trágame entera de Nate Powell (La cúpula), que describe el proceso de alucinación, la distorsión de la realidad, las ideas obsesivas o los delirios de la propia autora, y también en las historias de Las voces y el laberinto, de Alfredo Bores y Ricard Ruiz Garzón (Sapristi).

Pero La traición de lo real (Ponent Mon, 2020) es una obra muy especial, que me ha permitido un doble descubrimiento: el de la protagonista, Única Zürn, la gran poeta y pintora surrealista que convivió con la esquizofrenia, y el de la autora del cómic, Céline Wagner, que me ha parecido una artista gráfica y conceptual extraordinaria. Céline Wagner ha sido parte de colectivos militantes de poesía y cómic, ha publicado la adaptación gráfica de la novela El héroe de nuestro tiempo, de Mijaíl Lérmontov, para Edmun Baudoin hizo el guion de Les Yeux dans le mur y es autora de otros premiados cómics que deja en acceso abierto en su recomendable portal en Internet.

La enfermedad mental está muy conectada con la creación artística y literaria, pues nos sitúa como individuos ante experiencias radicales, fuera del control de nuestra razón y de los límites que habitualmente aplicamos a nuestra vida. En el caso de la vida de Única Zürn, que da a conocer este cómic bellísimo, lo que se le diagnóstico como esquizofrenia dio lugar a evocadores dibujos automáticos, a poesías de tipo anagramático, y a libros de éxito póstumo como El hombre jazmín y Primavera sombría, ambos en Siruela. Son libros en los que Única relata sus periodos de internamiento psiquiátrico y antes de ello la lucha desde la infancia con un mundo externo hostil y con los abismos de su propia personalidad. Para Única, “aun insoportable, su locura es fuente de exaltación y euforia. Mientras se muere en lo cotidiano, expresa lo que vive, aísla la psicosis y la presenta como su razón de ser”, nos dice Céline.

El cómic tiene en mi opinión dos lecturas. La primera lectura es la biográfica, que nos acerca a episodios clave de la vida de Única: algunas controversias de la relación con su pareja el pintor y escultor Hans Bellmer, su amistad con el inaccesible Henri Michaux, sus internamientos psiquiátricos, sus contactos con el surrealismo, sus decepciones y finalmente su suicidio, pues lamentablemente la esquizofrenia es uno de los factores principales de muerte prematura para estas personas, en etapas de aparente mejoría anímica. Y la segunda lectura de este cómic es la que refleja el esfuerzo creativo de Céline Wagner para ponerse en la mente y en las manos de Única y así ella misma producir algunos dibujos automáticos, juegos poéticos anagramáticos o recrear algunas de las alucinaciones, sueños o figuraciones de la artista, como el Gran Hipnotizador.

Una obra como ésta evidencia que la novela gráfica es un espacio ideal para la experimentación narrativa y visual. La autora reúne una enorme cantidad de documentación, textos o dibujos, y a partir de ahí lo que hace Céline Wagner es probar una relación diferente a la habitual con la pintura y la narrativa para sumergirse en la mente y la obra de Única Zürn sin limitarse a representarla en su literalidad, y por eso haciéndola más auténtica: “No quiero insertar fotos de Única, usar sus dibujos y poemas: mi problema es reconstruir su presencia a través de un proceso creativo que ella ha experimentado y que, como máximo, puedo interpretar sin comprender. No estoy tratando de contar a Unica Zürn sino de experimentarla”.

El cómic se completa con unas páginas de anotaciones e interesantes textos con los que la autora ha construido su visión de la artista y de la esquizofrenia, donde están presentes Deleuze, Foucault o Bateson. En estas páginas finales va realizando un análisis crítico de cómo históricamente se ha aislado la locura para su diagnóstico, control y sometimiento, que a su vez es una fagocitación. Wagner cita a Bateson, en Pasos hacia una ecología de la mente, cuando sobre la enfermedad mental señala que: “Poner el acento en las diferencias que la separan del comportamiento ‘normal’ es un proceso estéril, del mismo orden que la aterradora segregación física impuesta a los psicóticos”. Es una afirmación que me suena bien, que podría compartir, pero me reconozco absolutamente incapaz de juzgar la psiquiatría o la psicología de la que venimos y la actual. Lo que repudio es que ese enfoque, junto con el desconocimiento social, haya favorecido una estigmatización fuertemente arraigada de la enfermedad mental, que tenemos que rebatir. Y la literatura y el arte son medios muy empáticos de transformación de mentalidades. Vemos su potencia como en este cómic de la admirable editorial Ponent Mon, ahora junto a Catarata.

Concluyo con un poema anagrama de Única: Wir lieben den Tod / Rot winde den Leib / Brot wende in Leid, / ende Not, Beil wird / Leben. Wir, dein Tod, / weben dein Lot dir / in Erde. Wildboten, / wir lieben den Tod. Mejor no escribirlo en castellano para respetar su carácter anagramático, pero fácilmente el traductor de Google nos revelará la intensa belleza de lo escrito para describirnos la trágica pulsión de la protagonista de este cómic.

  • La traición de lo real (Ponent Mon, 2020) es una obra muy especial, que me ha permitido un doble descubrimiento: el de la protagonista, Única Zürn, la gran poeta y pintora surrealista que convivió con la esquizofrenia, y el de la autora del cómic

¿Merece la pena leer un cómic sobre la vida de una artista surrealista que durante su vida padeció esquizofrenia? ¡Radicalmente sí! Al menos para cualquiera con deseos de empatizar y comprender a las y los demás, que quiera conocer un proceso de creación visual y literaria brillante y auténtico, para quien desee saber más sobre el surrealismo y las posibilidades del arte y la escritura automáticas, o por supuesto adentrarse en un testimonio de la enfermedad mental.