El 12 de julio de 1873 se proclamaba en Cartagena el Cantón Murciano, inicio de la llamada revolución cantonal, reflejo de las luchas que se dieron en el seno del republicanismo del momento –de mayoría federal- entre aquellos que entendían que la federación debía articularse desde las regiones (de abajo hacia arriba), como parte de su concepto “radical” de democracia y de un iniciático autonomismo, y los que apostaban porque fuera el gobierno central el que estableciera los Estados (de arriba hacia abajo).
Más de un siglo después de aquellos sucesos históricos, resulta curioso observarlos desde la perspectiva actual, en pleno 2021, presentándose ante nosotros una región muy diferente ideológicamente, donde el republicanismo federalista era ampliamente mayoritario, hasta el punto de que, liderados igualmente por Antonete Gálvez, los cantonales ya se habían sublevado en 1869 y 1871 por la supresión de las quintas y por la República.
Tras la rendición de Cartagena en enero de 1874, el republicanismo federal murciano vivió una dura represión y el consecuente exilio, lo que no supuso su completa extinción, ya que el Partido Republicano Democrático Federal continuó teniendo presencia en nuestra tierra, llegando a promover en 1905 la Asamblea Federal Murciana, que buscó instituir un nuevo proyecto autonómico.
De igual manera, con la proclamación de la II República en 1931, tanto el Partido Republicano Democrático Federal como el Partido Republicano Radical Socialista presentaron sendos proyectos de estatutos de autonomía para la región murciana, iniciativas que no llegaron a aprobarse, ya que en aquel periodo sólo Cataluña pudo desarrollar de manera plena una administración autonómica.
Si como acabamos de ver, después de la rendición de Cartagena, el republicanismo federal murciano logró sobrevivir, no ocurrió igual tras la Guerra Civil y el duro franquismo, etapa que supuso la práctica desaparición del histórico republicanismo español, ya fuera federal o no, conservador o progresista. Hasta el punto que los partidos republicanos no llegaron siquiera a renacer con la llegada de la Transición (excepción hecha de Esquerra Republicana de Cataluña), a diferencia de las organizaciones llamadas “de clase”, como el PSOE o el PCE. Ausencia que se dejaría notar en el proceso autonómico que entonces daba comienzo.
Paradójicamente, en 1977 se fundó en Cartagena el Partido Cantonal (PCAN), pero en verdad, aquella organización se encontraba en las antípodas del cantonalismo histórico. Fundado por el falangista Julio Frigard, ni eran republicanos ni muchísimo menos federalistas, siendo para más inri un partido opositor a la autonomía murciana. Una organización por tanto localista y provincialista, principios ésos nada cantonales (las provincias son demarcaciones propias de un Estado centralizado al modo francés), estando más relacionado con el cartagenerismo conservador y anti republicano de Alfonso Torres López (alcalde de Cartagena durante la dictadura de Primo de Rivera), que con el federalismo de Antonete Gálvez o Manuel Cárceles.
Que la memoria del cantonalismo se relacione hoy día con el PCAN u otras organizaciones herederas que nada tienen que ver con el auténtico federalismo republicano que abanderó aquella experiencia de 1873, demuestra lo necesario de recuperar y reivindicar ese pasado olvidado por parte de aquellos que sí defendemos valores similares casi 150 años después.
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