El presidente del gobierno, Pedro Sánchez, ha hecho lo que ni Zapatero ni Rajoy se atrevieron a hacer, aunque ambos, siguiendo el lenguaje del Consejo de Seguridad de la ONU, hablaron en su momento de los esfuerzos “serios y creíbles” de Rabat con respecto al Sáhara. Zapatero añadió en 2008 que la oferta marroquí “constituye una contribución positiva”. Rajoy en 2012 y 2015 abogó por “el realismo y el espíritu de compromiso para llegar a una solución política a este contencioso que ha durado demasiado tiempo”.
Por tanto, ¿de qué giro habla la oposición parlamentaria y la prensa española prácticamente al unísono cuando Sánchez ha usado las mismas palabras que sus antecesores uno del PP y otro del PSOE?. No hay giro alguno, ni volantazo, entre otras cosas porque en política exterior España nunca hará nada que moleste a Estados Unidos y la Unión Europea. Trump reconoció la marroquinidad del Sáhara y Biden le siguió. Alemania, Francia y Reino Unido están en la misma línea. Entonces, tal y como está Ucrania, ¿alguien piensa que el bloque de la OTAN va a permitir la más mínima posibilidad de que Rusia (con la colaboración de Argelia y el Frente Polisario) tenga salida al Atlántico por el Sáhara o que se apropie de la mina de fosfatos de Boukra?.
Pedro Sánchez escribió lo que cualquier persona bien informada suscribiría: “La propuesta marroquí de autonomía presentada en 2007 es la base más seria, creíble y realista para la resolución de este diferendo”.
Marruecos gobierna el territorio desde 1975. Lo que pasó entonces es irreversible. Como lo es la lista de 289 españoles cuya muerte se atribuye al Frente Polisario en los años 70 y 80 cuyas familias siguen esperando una reparación que nunca llega. Familias que contemplan con estupor y rabia como casi todo el arco parlamentario y la prensa española, blanquean a alguien que ha sido acusado de crímenes como Brahim Gali y a una organización que mantiene prácticamente secuestradas a unas 150.000 personas en Tinduf (según algunas estimaciones, porque la cifra de habitantes nunca se desveló oficialmente), mientras sus élites viven a cuerpo de rey en Argelia, España, Francia o Reino Unido.
Resulta escandaloso el sesgo informativo que desde el 18 de marzo observo en la prensa, radio y televisión españolas con respecto al Sáhara. ¿A nadie se le ha ocurrido investigar quien es Gali o por qué Argelia y Polisario se niegan a negociar? ¿Alguien puede garantizar que en los campamentos de refugiados se respetan los Derechos Humanos o que la ayuda humanitaria llega al destino previsto? ¿Nadie se acuerda dónde se formó Abu Walid al Saharaui, el líder de Estado Islámico en el Sahel, “neutralizado” por Francia en agosto pasado?. Por cierto, Putin ya tiene presencia militar en el Sahel.
Para el futuro de España es vital su relación con Marruecos, pero en la península se vive de espaldas al país magrebí, que está en plena modernización política desde la reforma constitucional de 2011, en continuo crecimiento económico, y con un futuro prometedor en sus Regiones del Sur, una de las cuales, El Aaiún-Saguía el Hamra, he tenido la oportunidad de conocer recientemente.
La noticia de la carta de Sánchez al Rey de Marruecos me pilló en Smara, justo antes de comenzar un acto público en el campus universitario. La reacción general a mi alrededor fue de alegría, casi euforia. Pregúntense por qué.
A efectos prácticos, tengamos en cuenta que:
a) Ni España ni la ONU pueden corregir sus históricas meteduras de pata.
b) La República Árabe Saharaui es un sueño, no existe ni va a existir porque no habrá referéndum, lo sabe todo el mundo.
c) El Sáhara Occidental desapareció del mapa, aunque permanece en los corazones de muchos españoles.
d) La solución ha de ser política y consensuada, y ese es el camino que ha emprendido España impulsando su amistad con Marruecos.
e) Dentro de los campamentos de refugiados son cada vez más las voces que se oponen al Polisario, que en sus orígenes ya anunció: “a la independencia se llegará con sangre, no con negociación”. Discurso sin futuro.
f) Las Regiones del Sur de Marruecos, Guelmin, El Aaiún y Dajla, están aumentando su nivel de vida con inversiones públicas y privadas que no van a parar de llegar, ojalá los empresarios españoles se den cuenta a tiempo.
Me alegro de que el presidente de mi país haya entendido que el Sáhara es marroquí y que haya tenido la valentía de hacer lo que hizo y como lo hizo. Hasta en la forma acertó, dando a la Casa Real de Marruecos la opción de anunciar la noticia, ya que en Marruecos se valora mucho más su significado. En España la jauría político-mediática habría echado a perder lo que ya está en marcha: una imparable relación de amistad y cercanía con Marruecos.
El presidente del gobierno, Pedro Sánchez, ha hecho lo que ni Zapatero ni Rajoy se atrevieron a hacer, aunque ambos, siguiendo el lenguaje del Consejo de Seguridad de la ONU, hablaron en su momento de los esfuerzos “serios y creíbles” de Rabat con respecto al Sáhara. Zapatero añadió en 2008 que la oferta marroquí “constituye una contribución positiva”. Rajoy en 2012 y 2015 abogó por “el realismo y el espíritu de compromiso para llegar a una solución política a este contencioso que ha durado demasiado tiempo”.
Por tanto, ¿de qué giro habla la oposición parlamentaria y la prensa española prácticamente al unísono cuando Sánchez ha usado las mismas palabras que sus antecesores uno del PP y otro del PSOE?. No hay giro alguno, ni volantazo, entre otras cosas porque en política exterior España nunca hará nada que moleste a Estados Unidos y la Unión Europea. Trump reconoció la marroquinidad del Sáhara y Biden le siguió. Alemania, Francia y Reino Unido están en la misma línea. Entonces, tal y como está Ucrania, ¿alguien piensa que el bloque de la OTAN va a permitir la más mínima posibilidad de que Rusia (con la colaboración de Argelia y el Frente Polisario) tenga salida al Atlántico por el Sáhara o que se apropie de la mina de fosfatos de Boukra?.