Dice el aforismo comúnmente utilizado que la política es el arte de lo posible. Así deberíamos tomarlo, de no ser porque en la Región hay cada vez más personajes que se empeñan en convertirla en el arte de lo imposible, por no decir de lo ridículo. De todas formas, revisando lo que está pasando a nivel declarativo en las últimas semanas, quizá debamos convenir en que esa tercera interpretación que equipara nuestra cosa pública actual al sinsentido y negación de la realidad plausible es la que más nos acomoda.
Cómo entenderíamos, si no, que todo un estudioso del controvertido asunto del AVE, cual es el actual senador y ex delegado del Gobierno Francisco Bernabé, cometa semejante desliz como el que tuvo que ser inmediatamente, a la velocidad del rayo, desmentido por el propio gestor de infraestructuras. Choca, por ser suave, que ese personaje que ha representado los intereses del Gobierno del Estado en los ajetreados días de las vías cortadas y “manifestadas” no supiera que el tren matutino, Altaria o Alvia, no para ni ha parado nunca en donde él reivindicaba que debía seguir haciéndolo.
Al tiempo, “su” policía imponía multas a troche y moche en los alrededores del paso a nivel de Santiago el Mayor por motivos tan chuscos como el propio responsable último de las mismas, tales como el de comer pipas en actitud provocadora, asunto lógica y felizmente sobreseído por algún juez con dos dedos de frente, que no son todos como la experiencia próxima muestra.
Pero el historial más o menos reciente del voluminoso individuo no deja lugar a dudas. Fue capaz de defender como portavoz del PP murciano que el puerto del Gorguel era una necesidad imperiosa e ineludible para que la región alcance el cielo, siguiendo las teorías teóricas de aquel histriónico presidente que fue de la Autoridad Portuaria, y también de luchar como alcalde de La Unión para que esa macroinfraestructura no se hiciera.
De ahí a defender desde el atril de oradores de la Carrera de San Jerónimo la necesidad de que se pueda amputar el rabo de los perros por el “efecto látigo” que puede causar en las extremidades inferiores de las personas, solo hay un paso: el que media entre una convocatoria electoral y otra.
Estas sucesivas retrospectivamente salidas de pata de banco no dejan de ser anécdota pura y dura, si no fuera porque reflejan un estilo de gobierno que parece haberse instalado aquí y ahora en tiempo de boqueadas políticas para lograr la continuidad gobernante.
Ejemplo: el presidente López lleva en campaña desde agosto publicitando a bombo y platillo una bajada de impuestos “muy ambiciosa” que será plasmada en los presupuestos para 2019 y que se cuantifica en una “ahorro” de 15 millones de euros por año hasta 2023. El señor nos pille confesaos si gobierna para entonces, tal que pretende. Paralelamente, su consejero de Hacienda, Fernando Polaris de la Cierva, rechaza, en línea con lo decidido en Génova, la aplicación del aumento del techo de gasto que el Gobierno del Estado de Sánchez arrancó de Bruselas para 2019.
El argumento del exconsejero áulico del dueño de Polaris World, y se supone que del resto del Gobierno incluyendo al presidente López, es que de lo que hay que hablar y solucionar es la injusta financiación autonómica que penaliza a la Región de Murcia, pues es la autonomía uniprovincial peor financiada. Un argumento que, ya hemos visto, el Gobierno supuestamente popular murciano lleva años defendiendo denonadamente a capa y espada en Génova frente a los sucesivos gobiernos del PP y al que esos ejecutivos estatales de su mismo color encabezados por Rajoy han atendido cumplidamente, como estamos hartos de ver y constatar.
Resumiendo: en San Esteban y sedes aledañas se niegan a aceptar una posible subida de ingresos vía elevación de techo de gasto porque es un logro del actual gobierno socialdemócrata de Pedro Sánchez; paralelamente, se propone una disminución de insumos impositivos propios, o sea del tramo autonómico, para beneficiar a las familias, a las clases medias, a mi prima la que se arrima, a los socios del viejo Real Murcia y del renovado Efesé, y a todo el que pase por la puerta.
Con la Sanidad, la Educación y los Servicios Sociales en general hechos unos zorros en la Región, y con un incumplimiento del déficit de los más notables del Estado, no se alcanza a entender qué se pretende con la gestión económica expuesta. Máxime cuando en julio el presidente de la Autoridad Fiscal Independiente (AIReF), José Luis Escrivá, mostró por escrito su incredulidad con que la Región cumpla el objetivo de déficit en 2018 y minimizó el impacto positivo de reducciones fiscales decididas por el Gobierno de López, como la famosa y publicitada supresión del impuesto de Transmisiones y Actos Jurídicos Documentados.
Con este panorama, no se acaba de colegir muy bien si es que López Miras y Francisco Bernabé estudiaron en el mismo colegio, asistieron a los mismos seminarios en la calle Génova, o si los nervios por las próximas citas electorales embotan los entendimientos y convierten el arte de lo posible en ausencia de sentido del ridículo.
0