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Un asesino silencioso

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Ignorar un problema no ayuda a solucionarlo, muy al contrario, lo agrava. El debate por los efectos de la crisis climática sobre la salud de la población en general y las personas trabajadoras en particular, carece de sentido pues ya es constatable. Ahora se trata de encontrar los medios para afrontar esta realidad. CCOO exige de manera reiterada que se han de llevar a cabo actuaciones encaminadas a garantizar la seguridad y la salud en el trabajo.

Nuestra región, dados sus condicionantes geográficos está expuesta a una situación de estrés térmico de manera permanente, por ello resulta casi obsesivo para este sindicato formar e informar a las personas directamente afectadas por la actividad que desarrollan y a  sus delegados y delegadas (que sufren en primera persona juntos a sus compañeros y compañeras este riesgo) para afrontar este riesgo en las mejores condiciones y reclamar a los responsables directos, los empresarios, que no antepongan el beneficio a la seguridad de sus asalariados. Durante estos últimos años hemos observado un cambio significativo en la percepción del problema: se reconoce su existencia y se está creando una cultura preventiva en este sentido, todavía insuficiente, pero cada vez más extendida en todos los ámbitos de la sociedad. Consecuencia de ello es el desarrollo de investigaciones que nos muestran con resultados empíricos la gravedad del problema, pues de ser considerada una situación coyuntural que se limita al período estival, se ha convertido en un riesgo que muestra sus efectos a corto, medio o largo plazo.

El golpe de calor que puede ser la consecuencia más inmediata, devastadora y, en consecuencia más visible, oculta otras igualmente lesivas. El pasado mes de junio, en Bruselas, dentro del desarrollo del proyecto Adaptheat (adaptarse), desarrollado por la Fundación 1º de Mayo de CCOO, se llevó a cabo una jornada de trabajo en la que representantes de la Fondazione di Vittorio (Italia), el Instituto Heleno para Salud y la Seguridad Ocupacional (ELINYAE, Grecia), la Universidad Libre de Amsterdam (Vrije Universiteit Amsterdam, Países Bajos) y el sindicato húngaro Magyar Szakszervezeti Szövetség - MASZSZ (Hungría), compartieron el resultado de sus investigaciones y las medidas que desde diferentes ámbitos económicos, políticos y sociales, se están desarrollando ante este desafío. Los análisis concluyen, entre otras,  que “(...) El riesgo global de lesiones laborales aumenta un 1% por cada aumento de 1 °C de la temperatura por encima de los valores de referencia y un 17,4% durante las olas de calor. Alrededor del 15% de los trabajadores que suelen trabajar bajo estrés térmico sufren lesiones renales agudas o enfermedad renal.”

La sobrecarga térmica adquiere la calificación de asesino silencioso, pues sus efectos se pueden manifestar días e incluso años después, dado el proceso acumulativo que tiene sobre el organismo. Probablemente muchas patologías respiratorias, cardiovasculares o incluso fallecimientos sean consecuencia de esta prolongada exposición al estrés térmico. De hecho, el Sistema de Monitorización de la Mortalidad Diaria (MoMo), dependiente del Centro Nacional de Epidemiología del Instituto de Salud Carlos III, cuantificó para el año 2023 en toda España, en 3.009 personas el exceso de fallecidos a nivel general como consecuencia del exceso de temperaturas.

Es necesario, en consecuencia, adoptar todas las medidas necesarias para evitar los riegos descritos y debería realizarse dentro de la negociación colectiva, dado que las personas que trabajan en cada sector productivo conocen mejor que nadie los riesgos que entraña su labor en este sentido. Entre otras se considera necesario establecer un Plan de Acción Contra el Calor, consensuado con la plantilla, que permanezca activo todo el año, establecer un valor límite de exposición, contar con elementos técnicos que monitoricen continuamente los niveles de exposición, establecer procesos de aclimatación, formar a las personas trabajadoras y crear responsables que puedan atender en un primer momento a las personas afectadas por el estrés térmico.

Todo el esfuerzo que consiga mejorar la prevención ante la exposición a temperaturas extremas evitará riesgos para la salud de las personas y muertes innecesarias.

Es labor de la Administración y las empresas, que deben contar con la Representación Legal de los Trabajadores, conseguir que trabajar en un entorno seguro y saludable sea la norma y no la excepción.

Ignorar un problema no ayuda a solucionarlo, muy al contrario, lo agrava. El debate por los efectos de la crisis climática sobre la salud de la población en general y las personas trabajadoras en particular, carece de sentido pues ya es constatable. Ahora se trata de encontrar los medios para afrontar esta realidad. CCOO exige de manera reiterada que se han de llevar a cabo actuaciones encaminadas a garantizar la seguridad y la salud en el trabajo.

Nuestra región, dados sus condicionantes geográficos está expuesta a una situación de estrés térmico de manera permanente, por ello resulta casi obsesivo para este sindicato formar e informar a las personas directamente afectadas por la actividad que desarrollan y a  sus delegados y delegadas (que sufren en primera persona juntos a sus compañeros y compañeras este riesgo) para afrontar este riesgo en las mejores condiciones y reclamar a los responsables directos, los empresarios, que no antepongan el beneficio a la seguridad de sus asalariados. Durante estos últimos años hemos observado un cambio significativo en la percepción del problema: se reconoce su existencia y se está creando una cultura preventiva en este sentido, todavía insuficiente, pero cada vez más extendida en todos los ámbitos de la sociedad. Consecuencia de ello es el desarrollo de investigaciones que nos muestran con resultados empíricos la gravedad del problema, pues de ser considerada una situación coyuntural que se limita al período estival, se ha convertido en un riesgo que muestra sus efectos a corto, medio o largo plazo.