Chistes de mariquitas.
Algunos, en su contexto, tenían gracia y atendían a una realidad que poco o nada tenía de cómica: solo se podía hablar de la comunidad gay haciendo chistes. Hubo una época (una época “francamente” larga) donde el humor era la única forma de tratar ciertos temas.
Y, ¡qué cojones!, sigue pasando.
Humoristas como Buenafuente en sus diferentes late shows o David Broncano y su equipo de La Vida Moderna utilizan el humor para poner el dedo en todas las llagas purulentas de nuestra sociedad. Es una manera que tiene el mundo de entretenimiento de abordar críticas sin dar discursos o charlas moralistas.
De la misma manera, la propia comunidad LGTBIQ utilizaba los escenarios y clubes para hacer sátira y humor apoyándose en los tópicos que la España moralista de hace 20 años entendía como 'ser invertido'.
En contra parte, también estaban los que utilizaban esos mismos chistes con el único fin de ser graciosos. El objetivo era sencillo: la risa. La risa por la risa.
Sin crítica. Sin sátira. Sin ninguna lectura inteligente. Sin empatía.
Solamente el chiste por el chiste.
De todos es sabido que es, a la hora de abordar las emociones, más fácil conectar con del drama que con la comedia. El motivo es bastante sencillo.
La base del drama es la pérdida. A día de hoy, la muerte (pérdida definitiva) sigue siendo difícil de afrontar para nosotros a nivel social e individual. Incluso en muchos campos sigue siendo un tema tabú.
Por otro lado, tenemos la comedia. El humor es volátil, efímero y cambiante. Con cada generación, los chistes mutan. El humor de hace una década se diferencia bastante del humor de hoy día. La comedia cambia con la sociedad.
En una sociedad tolerante, cierto tipo de chistes no se perciben de la misma manera.
Hace unos meses, Osborne y Arévalo salieron a la palestra diciendo que ya no podían hacer chistes de mariquitas. Y lo decían ofendidos. Buscando algún culpable. Sintiéndose atacados porque la gente, a través de las redes, evidenciaban lo poco gracioso que eran sus bromas. Para ellos, que la gente ya no se ría de sus chistes puede deberse a algún plan malvado y superior.
Es cierto que son tiempos duros para el humor. Pero no son los chistes de mariquitas los que me preocupan. Los chistes de mariquitas dejaron de funcionar cuando el homosexual dejó de ser un ciudadano de segunda.
Y no es una metáfora o percepción personal:
El 15 de Julio de 1954, el gobierno franquista incluyó a los homosexuales en la Ley de Vagos y Maleantes. Según la ley (art.6, b), “los homosexuales sometidos a esta medida de seguridad deberán ser internados en instituciones especiales y, en todo caso, con absoluta separación de los demás”. Según la misma ley, los homosexuales podían ser encarcelados o llevados a campos de concentración. En 1970, mientras Osborne y Arévalo seguían en los escenarios con sus chistes de mariquitas, la ley fue sustituida por la Ley Sobre Peligrosidad y Rehabilitación Social e incluía hasta 5 años de cárcel e internamiento en manicomios.
¿Sabéis en qué año se derogó esta ley? En 1995.
Yo tenía 5 años y, aunque la ley en sí misma no fue aplicada durante bastante tiempo, no se consideró apropiado abolirla hasta 1995. Yo he nacido con una ley vigente que condenaba a los homosexuales a cárcel o internamiento psiquiátrico. Qué locura, ¿no?
Hace unos días, Bertín Osborne ha salido a la palestra defendiendo a Santiago Abascal (líder de VOX) y definiéndolo como un tío genial. El mismo hombre que preside un partido que busca eliminar el matrimonio entre personas del mismo sexo (entre otras linduras). A Bertín no le importa que dé datos falsos sobre la violencia de género, que falsee información sobre la inmigración o que, aunque se defina como trabajador, no haya cotizado ni un día de su vida. Para Bertín, Abascal es un tío “genial”.
Para Bertín, Abascal mola. Abascal es guay. Abascal es la leche. Abascal es el tipo graciosete que le ríe los chistes y canta el 'Cara al Sol' a pleno pulmón en su salón.
Es tan genial que quiere eliminar un derecho que nos costó años conseguir a los mariquitas. Esos mariquitas que ya no se ríen de sus chistes. Esos mariquitas que dejaron de ser señalados por la ley en 1995. Franco llevaba 20 años muerto.
No voy a tolerar un gobierno que deja espacio al pensamiento fascista. Que decida en mi nombre quién puede meterse en mi cama bajo riesgo de convertirme en un ciudadano de segunda. No voy a tolerar que me retiren el reconocimiento institucional que implica el matrimonio ni lo que ello implica.
Porque soy mariquita.
Pero ni soy ciudadano de segunda ni soy el chiste de nadie.