En el año 2009, ¡ya ha llovido!, el Gobierno Municipal del Ayuntamiento de Murcia se disponía a hacer un parking público debajo de San Esteban. Pero hete aquí que, cuando se pusieron a excavar aparecieron unos restos arqueológicos de interés para el patrimonio de la ciudad. ¿Que hizo aquel equipo de Gobierno, de infausto recuerdo por otras tantísimas cuestiones? Pues, al parecer, pretendían meter la pala y arramblar con aquel hallazgo.
Entonces recuerdo que surgió un movimiento vecinal que se oponía frontalmente a aquel disparate. Capítulo aparte merecen los movimientos vecinales de esta ciudad y, por extensión, de esta Región. Recuerdo que, incluso, como quiera que se procedió a vallar la zona para que nadie viera lo que había debajo, se instalaron webcam caseras en las terrazas de algunos edificios que retransmitían en directo todo lo que estaba pasando. Tanto es así que hasta Bruselas llegó el escándalo, e incluso la Fiscalía tuvo que tomar cartas en el asunto. Y, al final, los vecinos consiguieron parar aquel dislate.
Pero lo que parecía un final feliz, ha derivado en catorce años de desidia y abandono. Encontrándonos los que paseamos de vez en cuando por allí algo parecido a una escombrera abandonada en el centro de la ciudad. Y no habrá sido por los números anuncios de su recuperación que hemos tenido durante estos años. Hay incluso un Plan Especial del yacimiento que data de 2018, pero como todas estas cosas, acabó en un cajón.
En 2021 recuerdo que se le volvió a dar nuevo impuso por parte de nueva Corporación Municipal. Se hablaba de reuniones con la Comunidad Autónoma y con el Ministerio de Fomento para coordinar el concurso púbico para rehabilitar el yacimiento por un importe de unos 17 millones de euros.
Curiosamente, por aquel entonces algunos concejales del Equipo de Gobierno saliente denunciaron “el frenazo” en la recuperación del yacimiento. Cuando aquello llevaba parado y enfangado durante más de 12 años con gobiernos ininterrumpidos del PP.
En cualquier caso, y para que no todo sean malas noticias sobre este particular, el pasado 3 de mayo de este mismo año los arqueólogos reiniciaron las excavaciones. Volviendo a darle vida al yacimiento.
Y, por último, este verano, el alcalde ha anunciado que va a proceder a la recuperación y musealización del yacimiento de San Esteban. Que se dividirá en dos fases debido al aumento del presupuesto, que rondará los 32 millones de euros, que financiarán las administraciones estatal, regional y local en porcentajes del 40, 30 y 30 por ciento respectivamente.
Confiemos en que esta vez sea la buena. Porque entre el caos circulatorio, cada vez más alarmante, los elevados niveles de contaminación, y el butrón en medio de la ciudad, donde pareciera que ha caído una bomba. Está Murcia que no hay por donde cogerla. Confiemos en que una vez que terminen los trabajos de los arqueólogos, acaben adecentando aquello y colocando aunque sea un suelo de cristal, por donde la gente pueda pasear y ver bajo sus pies parte del pasado de la capital.
Con las posibilidades geográficas, climáticas, gastronómicas, culturales y patrimoniales que tiene la ciudad de Murcia y no hay manera de dar el salto. Entre tanto, Cartagena entre las tres mejores ciudades de España para vivir según el diario Francés Le Figaró. Envidia sana de nuestros vecinos.
En el año 2009, ¡ya ha llovido!, el Gobierno Municipal del Ayuntamiento de Murcia se disponía a hacer un parking público debajo de San Esteban. Pero hete aquí que, cuando se pusieron a excavar aparecieron unos restos arqueológicos de interés para el patrimonio de la ciudad. ¿Que hizo aquel equipo de Gobierno, de infausto recuerdo por otras tantísimas cuestiones? Pues, al parecer, pretendían meter la pala y arramblar con aquel hallazgo.
Entonces recuerdo que surgió un movimiento vecinal que se oponía frontalmente a aquel disparate. Capítulo aparte merecen los movimientos vecinales de esta ciudad y, por extensión, de esta Región. Recuerdo que, incluso, como quiera que se procedió a vallar la zona para que nadie viera lo que había debajo, se instalaron webcam caseras en las terrazas de algunos edificios que retransmitían en directo todo lo que estaba pasando. Tanto es así que hasta Bruselas llegó el escándalo, e incluso la Fiscalía tuvo que tomar cartas en el asunto. Y, al final, los vecinos consiguieron parar aquel dislate.