Hace apenas veinte años, aprobar una oposición a banca era sinónimo de plaza fija para toda la vida. Ahora, terminando 2020, todos sabemos que en 2030 apenas las entidades financieras tendrán trabajadores, y que las tecnologías sustituirán a los pocos bancarios que aún queden.
Estos días estamos asistiendo un tanto narcotizados y apáticos a noticias que anuncian que miles de trabajadores y trabajadoras de las entidades financieras se irán a la calle sin rechistar apenas, sin movilizarse, sin manifestarse, más aún, las organizaciones sindicales prácticamente han tirado la toalla de la lucha sindical.
Las declaraciones de los representantes de los trabajadores solo hablan de ERES negociados, voluntarios, condiciones en las prejubilaciones y poco más. Nadie habla de luchar contra el destino que el capital ha impuesto.
Miles de pueblos están siendo abandonados por las entidades financieras. Nos están reventando a comisiones. Hoy en día, estamos viendo como miles de personas hacen colas ante las puertas de las entidades financieras y son tratados como apestados. El Covid es solo una excusa (miren cualquier gran superficie y verán que no les exagero), ya no somos negocio para ellos, y la respuesta es clara: sobra gente, sobran oficinas, sobran clientes que no sean rentables.
Y nosotros callamos, pagamos nuestras comisiones, aguantamos en la calle que se nos trate como si nos hicieran un favor por tener nuestros ahorros.
Hemos sido nosotros, con nuestros impuestos, los que los hemos rescatado. Somos a los que nos deben miles de millones de euros que les dejamos. Rajoy, De Guindos y Soraya nos engañaron como imbéciles cuando decían una y otra vez que el rescate bancario no nos costaría un euro, y aceptamos que nos traten como rebaños sin rechistar.
Veo como las organizaciones sindicales en estos bancos, donde los sindicatos amarillos proliferaban como setas en nombre de la sumisión, engañan a sus afiliados, y donde los sindicatos de clase hace tiempo que tiraron la toalla de la lucha en la calle.
Ojalá la sociedad fuera consciente del poder tan grande que tiene si nos declaráramos en rebeldía frente al gigante financiero. Si los trabajadores y trabajadoras de estas oficinas se echaran a la calle a luchar por sus puestos, quizás el destino no estaría aún escrito.
Pero me temo que no, ellos, los bancos, seguirán ofreciendo ganancias cada año a sus accionistas, los miles de millones que ganarán serán restregados como bandera de que España y la economía van bien, y mientras eso ocurre, la sociedad seguirá perdiendo batalla tras batalla, y cuando nos vayamos a dar cuenta, no habrá ya por lo que luchar, mientras algunos sindicalistas desde sus casas de la playa disfrutarán de su dorado retiro, al mismo tiempo que sus ex compañeros irán de empresa en empresa y de oficina de empleo a empresas de trabajo temporal, echando currículum vitae a borbotones.
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