Acabo de leer por ahí las protestas de algunas mujeres pidiendo participar en el desfile del entierro de la sardina. Parece que los grupos sardineros no admiten el género femenino entre sus miembros. Al menos, hasta hoy, no como participantes y ocupantes de las hiperbólicas carrozas desde las que lanzar ilusión y alegría fabricadas en plástico contaminante, destinado a la desembocadura del Segura.
Yo veo la cosa con preocupación, por dos motivos. Por lo pronto, creo recordar alguna carroza decorada exclusivamente con mujeres. Luego, la protesta de las consortes no está del todo justificada. Ignoro si su reivindicación tiene por objeto reclamar ese puesto en lo alto de las pasarelas rodantes, pero si así fuera no le veo mucho sentido a sustituir unas por otras. Poco se avanza con un quítate tú, que me subo yo.
La otra opción me temo derive en algo muy similar. Y puede crear una de esas trampas del lenguaje tan sutiles como crueles. El sardinero seguirá representando al tipo de siempre, un personaje querido y envidiado a la vez. Sin embargo, me queda la duda sobre la sardinera, que esta tierra es muy enrevesada.
Yo espero que las mujeres participen en cualquier festejo sin el menor impedimento por su condición de género. Si quieren participar de forma más activa en este, adelante. Ojalá, por el contrario, su reivindicación no persiga ponerse a la misma altura de quienes han diseñado un desfile (y sus prolegómenos) con criterio excluyente. En tal caso, estaríamos hablando de cuota presencial, nada más, y de otro quítate tú, que me subo yo.
Las bestias pardas de extrema derecha quieren hacer creer que mantienen a la mujer en cuotas aceptables de participación, contenidas, retenidas en niveles representativos que no afecten al protagonismo masculino. Esto es así y no lo es. El caso es que cuando hace falta alguien para asegurar la fe y la ideología no les duelen prendas en recurrir a una mujer. Entonces, aparece Lourdes Méndez, que será mujer, sí, pero defiende la causa mejor que ningún hombre de los que tienen a mano ahora, por lo que se ve. Y eso es lo fundamental.
Mucho me temo que estos muchachos se manifiesten a favor de las sardineras (quizá sea mejor llamarlas enterradoras, para evitar maldades, aunque no sé yo) con la condición de mantener el perfil del evento. Lo que no sabemos es si cederán para ellas la carroza pasarela o si les permitirán lanzar balones y embutido envasado al populacho.
Porque el populacho, ese, seguirá abajo estirando los brazos hasta descoyuntarse el hombro por agarrar un pito. Y no me malinterpreten.
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