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Escándalo, es un escándalo

Ignoro la sintonía musical del PP para la campaña del 26M. Lo cierto es que la atronadora voz de Raphael lo impregna todo. Y es que en Murcia la política tiene ese regusto de verbena, de Karaoke a última hora de la velada.

Dejemos al margen el desastre del Mar Menor, la ruina de Corvera, los imputados por la desaladora de Escombreras. O ese alcalde plantando flores, cristos y buses de campaña por doquier. El sábado 25, jornada de reflexión, promete incluso regalarnos los oídos con la traca final de sus tres culturas.

Ante tan sonoras discordancias, lo del blindaje de la educación privada en Murcia suena a relajante chill out. O mejor, enchilao. Al punto que la consejera de educación, Adela Martínez-Cachá, como colofón de campaña se presta a concertar con la privada una porrada de bachilleratos por toda la Región. Es la misma consejera que aduce problemas presupuestarios para no implementar las medidas que recoge la Ley 4/2019 aprobada el pasado mes de marzo en el Congreso a fin de revertir los recortes educativos que afectan a horas lectivas, ratios y sustituciones de profesorado.

¿Seremos la única Comunidad que ignore tal ley? Se atribuye tal incumplimiento a la crónica infrafinanciación a la que el Gobierno central somete a esta nuestra Comunidad. Esa misma infrafinanciación no le ha impedido entregar a espuertas a la educación privada el dinero que escatima a la pública. Y no hablo ya de educación obligatoria, sino de bachilleratos y ciclos de FP. Tan solo nos resta algún concierto con ESADE a fin de que los retoños de la educación privada cursen también sus exclusivos másteres MBA.

No sorprende pues que hace una semana, doña Adela se diera un entrañable baño de incondicionales apoyos en el debate de candidatos que organizó UCOERM, las cooperativas de educación concertada, en el colegio Los Olivos de Molina. Se notaba que jugaba en casa en aquel bonito entorno sustentado por los dineros públicos de esta infrafinanciada y quebrada Región. Donde parece jugar de visitante es en su propia Consejería. Y es que ese mismo día se daba allí un encierro de representantes sindicales de STERM y CCOO en defensa de la enseñanza pública.

Pero para encierro, el que debió sufrir en aquel debate Óscar Urralburu, candidato de PODEMOS a la presidencia regional. Ello no le impidió mostrar su rechazo, no a la enseñanza obligatoria concertada, a sus cooperativistas y trabajadores; sino a los abusivos conciertos privados en la educación no obligatoria.

Era esperable que gesto tan generoso, si bien pelín electoralista, como la concertación de nuevos bachilleratos con el dinero de todos diera su fruto de inmediato. Al punto que el presidente de UCOERM, J. A. Pedreño, se vino arriba: “Hay 80.000 padres en las cooperativas de enseñanza. Vamos a votar en bloque en las elecciones”. Blanco y en botella. Adela les concierta bachilleratos, ellos aportan 80000 votos. Obviamente la Junta Electoral no entra en estos temas. Tan elegante mercadeo de votos y voluntades en plena campaña no es de su competencia. Aun así, no hay forma de acallar el nada susurrante vozarrón de Raphael en nuestros oídos. Tan solo me pregunto si los cientos de miles de padres y trabajadores de la educación pública votaríamos también en bloque. ¿No sería acaso de buenos cristianos el facilitar a esta señora el desalojo de una casa que nunca ha sentido como suya?

Podría incluso ser su gran noche. La mía, seguro.

Ignoro la sintonía musical del PP para la campaña del 26M. Lo cierto es que la atronadora voz de Raphael lo impregna todo. Y es que en Murcia la política tiene ese regusto de verbena, de Karaoke a última hora de la velada.

Dejemos al margen el desastre del Mar Menor, la ruina de Corvera, los imputados por la desaladora de Escombreras. O ese alcalde plantando flores, cristos y buses de campaña por doquier. El sábado 25, jornada de reflexión, promete incluso regalarnos los oídos con la traca final de sus tres culturas.