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'Escipión Maricón'

Mar Tornero

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Escenario: Fiestas de Cartagineses y Romanos. Living History: miles de cartageneros del Siglo XXI recreando hechos acontecidos hace más de 2000 años en la ciudad de Cartagena. Tropas y Legiones poniéndose en el papel de los protagonistas de entonces, con sus generales, soldados, damas y demás transportados con sus trajes, estandartes y armamento a la época en la que matarse por el dominio de una ciudad era algo habitual. Así se recrean los diferentes actos, entre rituales, batallas y sucesos significativos.

Y por supuesto, hay desfile, en el que se recorren las calles exhibiendo tan trabajado derroche de creatividad. No falta detalle, de los pies a la cabeza, cualquiera puede trasladarse en el tiempo y observar a hombres y mujeres de ahora como si hubiéramos retrocedido dos milenios. Salvo en una cosa…, se llaman “maricones” unos a otros, en un intento de provocar, tratando de hacerse el más fuerte, el más valiente, el más viril de todos. Y aquí es donde se les cae abajo todo el escenario. Cuánta mezquindad hace falta para creer que aquellos hombres de entonces encontraban en la guerra la virilidad. En realidad ignoran que más bien era el honor. Y hay muy poco honor, o ninguno, en llamar a tu contrario “maricón”. Un insulto de procedencia machista.

Maricón es una palabra que se ha venido utilizando en los últimos siglos para designar al hombre “afeminado, pusilánime y manejable”, y que ha servido para despreciar a hombres homosexuales y de talante o ademanes feminizados. Es decir, lo contrario a “macho”, “machote”, “viril”, “hombretón”. Es una palabra que se ha venido utilizando, y aún persiste, para hacer bullying en colegios e institutos provocando grandes sufrimientos. Maricón es una palabra que utilizan algunos para definirse a sí mismos como macho alfa en comparación con otro. Ese macho capaz de todo y a quien nada se le pone por delante, que vive por encima del bien y del mal, que se levanta un metro por encima del suelo para contemplar la inferioridad de mujeres y hombres que no son tan hombres como él, porque de un mamporro pueden tirar abajo a cualquiera, porque el mundo les pertenece, son guardianes de todo y pueden doblegar a todo bicho viviente, ya sea otro hombre, una mujer, un oso o un ejército. Son muy machos, son muy fuertes y follan mucho y a muchas. Y aquellos que no habitan en el mundo de tamaña virilidad son maricones.

Bien…Pues ahí tenemos a algunos elementos de tropas y legiones llamándose “maricones” unos a otros en pleno siglo XXI por las calles de una ciudad supuestamente moderna. Y no solo no sienten vergüenza, sino que se vienen arriba. Y no les preocupa que haya niños escuchando, o personas gais que reciben aquello como una puñalada en el centro mismo de su ser. No les preocupa que mañana sus hijos vayan al colegio e insulten a sus compañeros con esa misma palabra, y que quizá provoquen un sufrimiento gratuito. No les preocupa que la lucha del colectivo LGTBI por sus derechos como personas se vea mermada por su estupidez. No son conscientes de su mezquindad.

Y si a todo esto añadimos, además, que si realmente conocieran la Historia, sabrían que las relaciones homoeróticas en aquellos tiempos estaban completamente naturalizadas. Y no, quienes luchaban en tropas y legiones no hacían ostentación de su hombría tal y como lamentablemente la hemos conocido siglos después.

Qué pena hacer de una actividad popular tan interesante un acto tan mediocre y mezquino. Qué pena, qué ignorancia y qué peligro. Ignorancia porque desconocen lo que es ser hombre, que nada tiene que ver con desplegar la fuerza bruta. Y peligro cuando vivimos una época en la que el machismo sigue asesinando mujeres en ese ejercicio de ser hombre, y cuando todos los esfuerzos posibles son pocos para erradicar esta mentalidad “tan varonil”, y tan destructiva. Cuánta deconstrucción hace falta todavía de una identidad, la de ser hombre, envuelta en tanta ruindad.

Escenario: Fiestas de Cartagineses y Romanos. Living History: miles de cartageneros del Siglo XXI recreando hechos acontecidos hace más de 2000 años en la ciudad de Cartagena. Tropas y Legiones poniéndose en el papel de los protagonistas de entonces, con sus generales, soldados, damas y demás transportados con sus trajes, estandartes y armamento a la época en la que matarse por el dominio de una ciudad era algo habitual. Así se recrean los diferentes actos, entre rituales, batallas y sucesos significativos.

Y por supuesto, hay desfile, en el que se recorren las calles exhibiendo tan trabajado derroche de creatividad. No falta detalle, de los pies a la cabeza, cualquiera puede trasladarse en el tiempo y observar a hombres y mujeres de ahora como si hubiéramos retrocedido dos milenios. Salvo en una cosa…, se llaman “maricones” unos a otros, en un intento de provocar, tratando de hacerse el más fuerte, el más valiente, el más viril de todos. Y aquí es donde se les cae abajo todo el escenario. Cuánta mezquindad hace falta para creer que aquellos hombres de entonces encontraban en la guerra la virilidad. En realidad ignoran que más bien era el honor. Y hay muy poco honor, o ninguno, en llamar a tu contrario “maricón”. Un insulto de procedencia machista.