España Existe es el nombre con el que Vox ha bautizado a su nueva pataleta ultraderechista: un experimento que se define como “plataforma que engloba a la sociedad civil y a todos los partidos políticos leales a España” (según leemos en Twitter a falta de una web que “no está disponible aún”).
Con ella, Vox intentaba repetir este domingo la jugada de Colón en febrero de 2019: convocar una manifestación multitudinaria para berrear por la unidad de España, exigiendo cadena perpetua para el independentismo y la caída de un Gobierno “golpista”. Pero, un año más tarde, los ecos de “Viva España” y “Viva el Rey” se han propagado por la falta de figurantes: ni PP ni Ciudadanos han hecho acto de presencia, y las concentraciones convocadas frente a los Ayuntamientos de toda España no han reunido más que unas centenas de nostálgicos cantarines tostándose cara al sol (sálvese Madrid).
No es un fracaso. Aunque pierde el poder amplificador de las masas y de la crítica al 'trifachito', la ausencia de las derechas devuelve a Vox su papel protagonista como defensor de 'España' y, frente a su electorado, refuerza la narrativa de “somos el único partido con cojones para planta cara a este gobierno de filoetarras, satanistas, golpistas, traidores, kg%$”fls@fsa´kd“.
Para diferenciarse, PP y Ciudadanos han dado un paso atrás, dejando a Vox en la primera fila del nacionalismo: gritando por España y el Rey y capitalizando la crispación que han engordado entre todas las derechas durante las sesiones de investidura.
España Existe es más que un nombre: es el intento de polarizar un bando frente a Teruel Existe, que representa el contrapunto de los planteamientos ultraderechistas. Vox ha respondido a los turolenses con la virulencia de la amenaza, el acoso y la parodia: “Teruel existe porque España existe” bramaba Ortega Smith en la concentración frente al Ayuntamiento de la capital turolense.
El protagonismo que Vox ha dado al nuevo partido regionalista en esta gesta por 'Una Grande y Libre' no es anecdótico, porque que Teruel Existe exista significa la anulación de la propuesta única de la ultraderecha: que solo hay una España (la que ellos ordenen).
La presencia parlamentaria de partidos regionalistas más allá de los clásicos nacionalistas catalanes y vascos dificulta la asociación de la plurinacionalidad con el golpismo/terrorismo, porque manifiestan lo que la Constitución de España garantiza: “el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran” (una frase que Vox olvida convenientemente cuando repite su cantinela sobre la carta magna).
España Existe nace para intentar dar alas a ese bando que se enrolla en la bandera, que vive del conflicto y se fundamenta en la España única, descerebrada, obediente y “calladita hasta que yo te lo mande” frente a la Patria compleja, plurinacional, crítica y dialogante (cruzamos los dedos) que ha tomado las riendas del Ejecutivo.
Vox ha comenzado su manifiesto identificando a quienes participaban como “españoles de toda condición y circunstancia, de todo oficio y vocación, sea cual sea nuestra religión y hayamos votado lo que hayamos votado”. Y no se ha quedado ahí, al final del discurso, ha reforzado esta idea apelando “a todos los votantes de todos los partidos en defensa de la concordia nacional”.
Que el fascismo se identifique con la totalidad de los españoles (“de bien”) en sus discursos es una falsedad que busca subrayar el mensaje único: solo hay una España, la nuestra. Y que abre la puerta del confesionario a quienes se hayan equivocado en la papeleta o a los votantes “estafados” por los partidos que quieren “romper España”.
La España que propone Vox no existe porque el hecho de que hayan dos (o más) formas diferentes de entender España (aka el sistema de partidos, la plurinacionalidad, la diversidad, etc.) desmantela el argumento de que solo hay una. Es incompatible lógicamente que solo exista uno de algo cuando existe más de uno de algo.
Por eso su discurso se basa en el engaño y la manipulación, porque el único argumento válido para exigir que solo haya una España aceptable sería inadmisible: la posibilidad de exterminar a todas las demás. Y ni con esas conseguirían su objetivo: más de 40 años de cómoda dictadura genocida en un país donde hoy florece la diversidad lo demuestran.
Pero que toda su arquitectura ideológica sea una mentira a gritos no nos libra de peligro. Mientras existan personas que eligen (conscientes o no) la mentira del fascismo, seguimos bajo la amenaza de que lo que hoy se esconde detrás del engaño de la bandera mañana intente mandar a media España a la cuneta. Otra vez.
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