Esto de que la izquierda a la izquierda del PSOE se haya puesto de acuerdo en Andalucía para ir conjuntamente y encabezada por una mujer a las elecciones autonómicas andaluzas a la vuelta de la esquina ha dejado a más de uno frío. Y a otros, que prefieren no enterarse.
Vuelve a poner encima de la mesa que ese acuerdo a la izquierda de la socialdemocracia al uso es posible y tiene ciertas posibilidades. Sin embargo, en otros sitios, como en Murcia, sin ir más lejos, las confluencias siguen sin cristalizar aunque sigan siendo posibles, pero no muy probables en determinados sitios.
Hace tiempo, quizá demasiado, que opino al respecto, pero me arriesgaré a caer en la pesadez.
En un contexto negociador, sorprendió a casi todos la oferta postelectoral del secretario general de Podemos, Óscar Urralburu, al PSOE. Como también la seguridad exhibida aquí mismo por el diputado Sánchez Serna de que todo está casi hecho, en lo que a confluencia de la izquierda se refiere, en el municipio de Murcia. Ayuntamiento que, curiosamente, es el que durante la legislatura corriente ha presentado los mayores problemas de coordinación y entendimiento entre las dos candidaturas llamémosles “no socialdemócratas”.
Los cafés mirando para otro lado y los chocolates de espaldas han sido moneda corriente estos cuatro años recientes entre los amigos de Ahora Murcia y Cambiemos Murcia. Y esa situación sigue sin solucionarse, a pesar de que haya habido ciertos contactos recientemente.
Casi más de lo mismo ocurre en otras localidades, con el paradigma de Alcantarilla, donde las bases de Podemos y de Izquierda Unida, y viceversa, han rechazado la confluencia. Hay buenas impresiones recíprocas en Cartagena, Cieza, Molina de Segura e, incluso, Lorca, así como en otros municipios más pequeños. Pero parece que las perspectivas son aún insuficientes, a pesar de que el envite es claro, como también aquí he señalado en alguna ocasión.
Los optimistas dirían que hay contactos y se queman etapas. Los pesimistas, que hay pocos avances tangibles y reales de cara a formar candidaturas. Como excusa, que algunos procesos de primarias de ambas formaciones aún están sin acabar. Pero el horizonte está muy próximo.
Volviendo al contexto, vuelve a sorprender, valga la redundancia, la oferta del secretario general de Podemos al PSOE. Porque da la impresión que empieza la casa por el tejado, yendo un paso más allá de junio de 2019 cuando tiene sin clarificar su propio patio trasero. Una profesión de fe digamos “errejonista” la de Urralburu, cuando a nivel estatal el acuerdo mal planteado aquí por Sánchez Serna indica que las cosas deben ir por donde han ido e irán en Andalucía... y el resto mayoritario del Estado.
En el otro lado, hay quienes propugnan ir en solitario, pase lo que pase, a mayo próximo, porque los resultados de hace cuatro años y la nueva ley electoral dicen que Izquierda Unida entraría con dos diputados en la Asamblea. Y en el de la formación mayoritaria de la izquierda a la izquierda de la socialdemocracia están convencidos de que por lo menos repetirían resultado en la Asamblea, a pesar de lo que dicen algunas encuestas a nivel nacional.
Entremedias y en ambas formaciones se echa de menos una voluntad de acuerdo ––de confluencia, se dice ahora–– que impida electoralmente que Ciudadanos sea el partido sustituto del PP, con el apoyo de Somos Región y quién sabe quién más, si lo hay. Y que impida también, en tiempo postelectoral y de gestión, que el PSOE derive como gobernante hacia donde nos tiene acostumbrados.
Por cierto, todos los concurrentes a las elecciones autonómicas y municipales tendrán que afinar mucho, muchísimo, sus prospecciones de cara a posibles negociaciones y pactos, porque la ley electoral ha cambiado y es sabido lo que eso supone. A ver qué pasa.
