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Murcia y aparte es un blog de opinión y análisis sobre la Región de Murcia, un espacio de reflexión sobre Murcia y desde Murcia que se integra en la edición regional de eldiario.es.

Los responsables de las opiniones recogidas en este blog son sus propios autores.

Lenguas largas y faldas cortas

Fernando López Miras, presidente del Consejo de Gobierno, responde a preguntas orales de los cinco portavoces parlamentarios

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Las expresiones machistas se siguen colando hoy en día en nuestra cultura, en el refranero español, en las letras de las canciones que suenan por todos sitios y hasta en algunas intervenciones muy poco afortunadas desde las tribunas políticas. La mayoría de veces nosotras las escuchamos e intentamos hacer oídos sordos o recibirlas con humor por lo descabelladas que suenan, pero es llegar el 8M y la cosa se nos pone complicada porque se multiplican como los peces. Expresiones como “yo soy feminista porque ayudo a mi mujer”, “no entiendo por qué hay un día de la mujer y no uno del hombre” o “no todos somos iguales” podrían ser algunos ejemplos, pero hay muchos más y el mantenernos en silencio cada vez se nos pone más difícil, incluso sabiendo que al discrepar entraremos en un debate más que perdido y quedaremos señaladas como radicales para el resto de nuestros días.

Contando con ello, vuelvo a no ponerme un punto en la boca para denunciar que un refrán tan repugnante y machista como “la mujer del César no solo debe serlo, sino también aparentarlo” ha sido utilizado desde el atril de la Asamblea Regional en varias ocasiones sin que el presidente de la misma haya llamado al orden nunca al diputado en cuestión. Tampoco lo ha hecho cuando se ha aludido a una letra de Sabina que deja entrever, aunque se diga de otro modo y en muy diferente contexto, que “tenemos la lengua muy larga y llevamos las faldas muy cortas”. Es más, ha habido algún diputado que se ha atrevido después de este episodio, por los pasillos y en un pequeño corrillo, a hacer algún chascarrillo sobre el largo de la mía, y no precisamente por corta, invitando a dos de mis compañeras a que me animasen a enseñar más cacho de pierna. No un amigo. No un conocido. Ni siquiera un compañero de mi Partido. Hablo de un diputado de extrema derecha que debe estar convencido de que su heterosexualidad, a la que suele citar a menudo en sus discursos por si alguien tuviese la más mínima duda de su hombría, le da derecho a opinar en público sobre lo que una mujer, en este caso una compañera diputada, con la que apenas ha cruzado dos frases en toda la legislatura, decide ponerse o no sobre su propio cuerpo.

Por supuesto, cuando le pregunté sobre lo ocurrido, reculó e intentó quitarle todo el hierro que pudo al asunto. Pero, para mí, cualquier disculpa o gracieta que viniese de quien acababa de decir desde su escaño expresiones tales como “matarifes que se ganan la vida matando a niños” o “madres que torturan y trocean antes de nacer a sus bebés” durante el debate de una moción para asegurar el derecho en esta Región a la interrupción del embarazo, no solo es que me resbalase, sino que solo escuchaba ruido.

Entramos en el “ahora todo es machismo, no se puede hacer ni un chiste” o en el “ya no se acepta ni un piropo”. Y… sí, es cierto. Ya no lo aceptamos. No es que hayamos perdido el sentido del humor, pero el cambio hacia una sociedad más igualitaria pasa también por desactivar esos micromachismos con forma de chiste. Es hora de asumir que lo que antes podía verse como 'normal' ya no lo es porque detrás de un 'piropo inocente' de alguien que no te conoce hay una clara cosificación y sexualización de nuestros cuerpos. No es que nos hayamos vuelto intocables o que hayamos perdido el sentido del humor, es solo que nos hemos cansado de ver como normal que se nos silbe por la calle como a perros, que se nos intimide desde niñas al pasar por un grupo de hombres adultos, que se nos diga cómo debemos vestirnos, hasta dónde debemos llevar de larga una falda o un escote o, incluso, de que nos manden a ordenar nuestras vidas cuando les resultamos un tanto incómodas. Estamos cansadas, o más bien hartas, y quien no lo entienda puede que sea porque nunca haya pasado por una de estas situaciones ni sentido jamás nuestro mismo miedo al volver a casa, porque sepa poco de empatía o, simplemente, porque su machismo ya no tenga arreglo.

Dejemos de asumir con normalidad frases y conceptos que son permitidos y hasta aplaudidos, pero que, al hacerlo, perpetúan mensajes incorrectos que siguen fomentando la desigualdad en una región en la que, según consta en el Informe elaborado por la Secretaría de Política Social, Seguridad Social y Participación Sindical de UGT, las mujeres cobramos 5.220 euros menos que los hombres y donde la brecha salarial ha vuelto a crecer este año, pese a que se ha reducido en todo el resto del país. Una tierra en la que los derechos de las mujeres son papel mojado porque se nos sigue expulsando de los hospitales públicos por cuestión ideológica, saltando por encima de la ley y sin que pase nada o a nadie parezca importarle. Y para los que hoy se preguntan “¿para cuándo un día del hombre?”, la respuesta es muy sencilla: los hombres no son discriminados por el mero hecho de ser hombres, mientras que nosotras sí. Facilito de entender, si se quiere. Todo es ponerse. Feliz 8M. Hoy y todos los días.

Sobre este blog

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