Nos gusta hacernos los malos, que nos vean como los malotes del cole. Qué digo del cole, ¡de España! Así somos en esta Región de Murcia. Gente recia. No necesitamos la cosa esa pública.
Tenemos. Gastamos. Hay billetes. Y cuando no corre el dinero nos agarramos, por ejemplo, a una frase grandilocuente: “Y a veces, por un instante, notas que tienes en la mano el secreto del mundo”.
Nos encanta provocar, ir por ahí llevando la contra. A cambio de nada. Solo por interferir en las cosas, que se desenvuelven a trompicones gracias a nuestras marrullerías. Podría ir mejor, podríamos ser una Región próspera, regular, moderna. Ah, pero qué aburrimiento entonces. Los chicos y las chicas malotes tendrían que poner el despertador por la mañana para levantarse temprano para ir a currar. Y ¿quién quiere eso? Trabajar es aburrido, ganarse los billetes decentemente, sin algarabías, ¡qué viejuno!
Aquí no hay gobernanza, aquí nada de mejoras ni de iniciativas. Aquí chulería y gestión externalizada. Aquí privatización de los sectores estratégicos como la Sanidad o la Educación. Aquí dejación de funciones en las labores de control del campo.
Y como la Democracia, siempre tolerante, siempre colectiva y amigable, no se altera con nuestras malicias, entonces pinchamos un poco más, elevamos el tono de la gamberrada, llevamos a las instituciones nombres de personajes que conspiraron en contra de Europa, en contra de España: le ponemos a nuestro aeropuerto el nombre de un nazi cómplice de Franco, le hacemos un homenaje a un admirador de D’Annuzio y Musolini.
Y con ello echamos el día, gastamos tanto tiempo en gamberradas banales que hasta la CROEM ha tenido que llamar la atención al Gobierno de López Miras por “excesiva parsimonia”. En fin, cómo nos gusta, en la Región de Murcia contradecir el bien común, dar la campanada con banalidades, enfurruñar a los y las progresistas, llamar su atención. Decir en público que no vamos a cumplir la Ley, como la de Educación o la del Mar Menor. ¡Menos mal que al delito de sedición le han reducido las penas! Aunque bien pensado, ¿quién se atrevería a acusarnos de algo así?
No hemos roto nada.
Nosotras no hemos sido.
No tienes pruebas.
No puedes acusarnos.
Multiplícate por cero.