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Las medusas en el Mar Menor

La proliferación de medusas en el sur de España y en el Mar Menor es un tema emergente todos los veranos. Este incremento es un índice de la eutrofización de nuestra laguna salada. Ha saltado la alarma por la reaparición de especies como la medusa común (Aurelia aurita), la medusa huevo frito (Cotylorhiza tuberculata) y otras menos frecuentes como la medusa manchada australiana (Phyllorhiza punctata). La afluencia de estas especies está provocada por el desequilibrio del ecosistema como señalan investigadores/as del Instituto Español de Oceanografía (IEO). Las proliferaciones de medusas comienzan en primavera, debido al aumento de la disponibilidad de alimento, y perduran hasta el final del verano.

Desde el punto de vista anatómico, las medusas son organismos simples ya que no poseen órganos. Tienen un cuerpo gelatinoso con una boca que también funciona como orificio excretor y una corona de tentáculos. Más del 95% de su cuerpo está compuesto por agua por lo que su densidad es similar a la del agua de mar y pueden flotar. Hay que señalar que no son organismos filtradores en el ecosistema marino. Han poblado mares y océanos desde hace 500 millones de años y tienen un significativo papel en el equilibrio del medio ambiente marino. Los afloramientos que se observan son consecuencia del aumento de la temperatura del agua que está registrando máximos históricos. El Mar Menor ha rozado su récord de 31,25 grados.

En el litoral de la península se suelen encontrar hasta 19 especies diferentes, con mayor o menor grado de peligrosidad. Lo normal es encontrarlas cerca de la costa tras la primavera, en los meses entre junio y septiembre, cuando hay mayor disponibilidad de nutrientes. La distribución y abundancia de medusas depende de las características fisicoquímicas del agua, factores climáticos e impactos derivados de actividades como el desarrollo urbanístico y agrícola, vertidos, sobrepesca y contaminación,

Las medusas no tienen buena fama porque tienen un sistema urticante para defenderse, que les ayuda también a capturar sus presas. Liberan esta sustancia urticante cuando se sienten expuestas a cambios de presión y temperatura, lo que puede suceder al contacto con otro animal o con un bañista. Pueden ser molestas y algo dolorosas, pero solo graves de forma excepcional. La capacidad tóxica de una medusa persiste después de su muerte durante bastante tiempo y el grado de toxicidad varía según la especie. Las molestas consecuencias de tocar una medusa, han hecho que la gente les tenga miedo cuando las ve en el mar, en la zona de baño, y traten de sacarlas. Pero la realidad es que siempre han estado allí, tendremos que convivir con ellas y bañarnos con precaución. Las medusas son habitantes del mar, no tenemos que sacarlas de su medio.

Han ido pasando de ser un ligero contratiempo durante la época de baño hasta ser un fenómeno continuo que ha comenzado a afectar al turismo de playa y a la pesca. Estamos exterminando a los principales predadores de las medusas y la reducción de las poblaciones de peces por la pesca industrial ha acabado con los competidores naturales de las medusas por el alimento. La sobreexplotación del mar favorece la proliferación de estas especies. Las costas del Mediterráneo están altamente urbanizadas y, en el caso del Mar Menor, se generan vertidos continuos de nitratos procedentes de la agricultura intensiva. En esta primavera, tardía en lluvias, han llegado bastantes sedimentos cargados de nutrientes al Mar Menor. Los vertidos son un caldo de cultivo perfecto para el plancton del que se alimentan las medusas. Ayuda a su proliferación el aumento de la temperatura debido al cambio climático. El calor hace que estas especies encuentren cada vez más zonas aptas para reproducirse acelerando su proceso biológico.

Ante el crecimiento y la recurrencia de la situación, las administraciones están inactivas o ponen parches como las redes antimedusas El Comité de Asesoramiento Científico del Gobierno regional, la Universidad de Murcia y Ecologistas en Acción; desaconsejan la instalación de este tipo de redes en la laguna ya que no evitan la entrada de las más pequeñas y producen un efecto barrera para especies protegidas como la nacra (Pinna nobilis) o el caballito de mar (Hippocampus guttulatus). Para evitar esta proliferación es imprescindible recuperar el equilibrio del ecosistema marino. Hay que desarrollar una agricultura de menor impacto ambiental y la puesta en marcha de programas pesqueros con una moratoria en las capturas de atún y otras especies depredadoras de medusas.

La proliferación de medusas en el sur de España y en el Mar Menor es un tema emergente todos los veranos. Este incremento es un índice de la eutrofización de nuestra laguna salada. Ha saltado la alarma por la reaparición de especies como la medusa común (Aurelia aurita), la medusa huevo frito (Cotylorhiza tuberculata) y otras menos frecuentes como la medusa manchada australiana (Phyllorhiza punctata). La afluencia de estas especies está provocada por el desequilibrio del ecosistema como señalan investigadores/as del Instituto Español de Oceanografía (IEO). Las proliferaciones de medusas comienzan en primavera, debido al aumento de la disponibilidad de alimento, y perduran hasta el final del verano.

Desde el punto de vista anatómico, las medusas son organismos simples ya que no poseen órganos. Tienen un cuerpo gelatinoso con una boca que también funciona como orificio excretor y una corona de tentáculos. Más del 95% de su cuerpo está compuesto por agua por lo que su densidad es similar a la del agua de mar y pueden flotar. Hay que señalar que no son organismos filtradores en el ecosistema marino. Han poblado mares y océanos desde hace 500 millones de años y tienen un significativo papel en el equilibrio del medio ambiente marino. Los afloramientos que se observan son consecuencia del aumento de la temperatura del agua que está registrando máximos históricos. El Mar Menor ha rozado su récord de 31,25 grados.