Fue sin duda una de las estrellas durante la pasada legislatura en la Asamblea Regional. Le pusieron no solo palos en las ruedas, sino zancadillas, empujones, desprecios y muchos desaires; el único problema es que la mayoría de ellos venían de sus compañeros y compañeras de partido. A pesar de ello, participó activamente en hitos históricos para la Región: desde la modificación de la Ley Electoral a negarse en el último momento a privatizar el control medioambiental, también a aprobar la más que necesaria Reforma del Estatuto de Autonomía por unanimidad hasta conseguir que la Comisión de Investigación de la Desaladora tuviera consecuencias políticas y jurídicas. Incluso se la jugó con el pulso que echó al entonces todopoderoso Pedro Antonio Sánchez. En aquellos tiempos, algunos advertimos que había adversarios y compañeros de partido que ni perdonan ni olvidan.
Llegaron las elecciones autonómicas, y el partido le agradeció todo el trabajo realizado -recordemos que las encuestas por primera vez en la historia daban como ganador a Ciudadanos- con una patada en el culo y lo enviaron al callejón del olvido. La actual vicepresidenta dijo de él que era pasado, curiosamente el mismo calificativo que ahora todos dicen de ella un año después de ser elegida. Durante toda la campaña no hizo ni una vez referencia al legado que este abogado había dejado en la cámara legislativa; hasta los jurídicos de la Asamblea alabaron su trabajo por cierto.
Tuvo que ser una llamada de Madrid quien le echó un salvavidas a última hora en aquellas jornadas de negociación entre PP, Ciudadanos y Vox. “Miguel Sánchez tiene que ir al Senado, no es negociable”, dijo desde Madrid un tal Villegas. Los dirigentes murcianos y murcianas, sumisos donde los haya, agacharon la cabeza, se metieron el rabo entre las piernas y dijeron: ‘Amén’.
Tras la debacle electoral y su práctica desaparición, el destino ha querido que sea el único cargo público de Ciudadanos de Murcia en la capital del reino. Sus intervenciones han corrido como la pólvora por las redes sociales. En apenas un año se ha convertido con diferencia en el mejor senador o, por lo menos, el más activo, que ha tenido Murcia en los más de cuarenta años de historia de la Cámara Alta. En cambio, en Centrofama hace tiempo que le cerraron las puertas, las ventanas y hasta las redes sociales. Miguel Sánchez simplemente no existe para la actual dirección, lo que muestra una vez más, que ya no queda vida inteligente en el partido naranja murciano. D.E.P.
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Fin de la cita.
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