En todo el Estado, pero particularmente en la Región de Murcia, han surgido una serie de candidaturas que nacen de ese malestar profundo y de esa ilusión hecha a fuego lento de la gente, que vienen a romper el paisaje y ofrecer un aire fresco a la tradicional y pastosa forma de hacer política que nos esta arruinando a la mayoría.
Rompen el paisaje porque se trata de propuestas que hoy no caben en los estrechos límites de las políticas del pelotazo, de la ganancia rápida, del amiguismo y las puertas giratorias. Son nuevas no porque lo que digan no se haya dicho ya antes (cuantas veces hemos soñado con conseguir acabar con el caciquismo y la corrupción), lo novedoso realmente es que se haya generado tanta ilusión alrededor precisamente de esa impugnación de la forma de gobernar para unos pocos. Se trata de una ilusión que amenaza con cambiar de una vez las reglas del juego, para que por fin los de abajo tengamos “vela en este entierro”. Lo nuevo es que hoy es posible la vieja esperanza que quiere que haya una primavera para todo el mundo.
Pero, sobre todo, estas candidaturas, son nuevas porque están llenas de experiencia, cuentan con lo mejor de la tradición de muchos partidos, con la ilusión que ha ido creciendo en nosotros al calor de la lucha, con el coraje de decir las cosas a las claras, con la lealtad a unas ideas y a un proyecto general de transformación social. Son nuevas porque se agarran a ese concepto tan nuestro de democracia, que es mucho más que votar una vez cada cuatro años y que cree en el ser humano, en su capacidad de decidir sobre su futuro.
Es 'nueva política' porque no se conforma con el “no vas a poder”. Porque se niega a aceptar lo que hay como “lo que siempre ha sido así”. Porque sabe que todo cambia y que somos nosotras y nosotros los responsables de construir nuestro futuro.
Hemos sido decenas de ciudadanas y ciudadanos, en cada localidad, los que nos hemos entregado dedicando horas de nuestros días, organizando, pegando carteles, recogiendo propuestas, preparando actos.... Trabajo e ilusión para poder cambiar las cosas. Esos son nuestros héroes realmente, los que desinteresadamente han decidido dar ese paso colectivo que requiere hacernos más humanos.
Eso es lo que me llena de energía para seguir dedicando esfuerzos en este proyecto tan grande. Y eso frente a esa minoría que no quiere que la ciudadanía participe en política, porque quieren ser los únicos que manejen las instituciones. Esa minoría que espera desesperada que acabe nuestra ilusión, porque si la mayoría al final participa en política saben que no va a permitir que se aprovechen de nosotros.
Nadie puede dudar de que vivimos un momento tan histérico como histórico. Miles de ciudadanos han decidido tomar partido hasta mancharse, como diría el poeta, en proyectos municipalistas. Y en ese camino estamos aprendiendo mucho. Conociendo un poco más de cerca a esos que quieren mantenerse porque dicen tener más experiencia, conociendo a los que nunca se preocuparon por el bien común, sino solo por sí mismos, por sus clanes. Si es esa la experiencia que se nos exige nosotros, no la queremos. Nosotros tenemos otra experiencia, la de la dedicación y la entrega, la de organizar a compañeros en la movilización, la de luchar por construir un mundo más justo.
En estos proyectos municipalistas en los que nos hemos involucrado, estamos viendo de cerca algo que ya sabíamos: que hay algo podrido en toda la parafernalia que se han montado y que quieren llamar política. La política es otra cosa que tiene que ver con el debate, la construcción colectiva y con la valentía de presentar honestamente tu proyecto. Lo que han hecho quienes han estado gobernando durante años no es más que buscar la forma de mentirnos para contentarnos, mientras arramblaban con todo el trabajo colectivo de las y los murcianos. A veces de manera legal, pero también, de manera ilegal otras muchas.
Hay mucha experiencia detrás de todo eso, es cierto, la experiencia de utilizar partes de verdad, de mentir en el preciso momento, de intimidar, de presionar... Nosotros no queremos esa experiencia, sí la de compañeros que han luchado en la calle y en las instituciones, muchas veces solos y dejándose la piel por defender lo que deberíamos defender solos, compañeros luchadores que han mantenido encendida la llama de la resistencia que convertiremos en el fuego del cambio.
Tres fenómenos recientes son el síntoma de todo esto que estamos diciendo. Tres momentos en los que se les exigía a cualquier político que se precie estar a la altura de las circunstancias. Realmente el PP no ha sabido responder, ni de cerca, como tocaba: el “pacto del Moneo” para cambiar la Ley Electoral, mejorar la participación ciudadana y limpiar la política regional de imputados; el pacto por la sanidad pública y el debate sobre la educación.
La foto fija ha sido cristalina. En lugar de plantear realmente su propuesta en esos ámbitos, el PP en el gobierno se ha dedicado a descalificar y a lanzar arena a los ojos de los ciudadanos. Y mi opinión al respecto está clara: nunca se han preocupado por esas cosas, porque esas cosas solo le preocupan a las y los trabajadores, a autónomos, parados, a estudiantes. O mejor sí se han preocupado, pero de una manera que no quieren que escuchemos.
En fin, ahora empieza “la fiesta de la democracia” y ahora ya somos todas y todos políticos. Es cierto que la democracia no puede ser solo esto de votar cada cuatro años, pero en las semanas que quedan hasta el 24 de mayo, y especialmente ese día, ya no podemos exigirle responsabilidad a este u otro gobierno, a este u otro partido, porque la responsabilidad es enteramente nuestra. Tenemos que decidir si preferimos lo viejo que tiene mucha experiencia o lo nuevo que nace con la ilusión y las ganas de construir un mundo más justo. Yo lo tengo claro.