Empezando por las frases hechas, habría que decir que por la boca muere el pez. Siguiendo por los hechos comprobados, habría que pensar que el concejal Roque Ortiz lleva acumuladas, en poco más de media legislatura, suficientes salidas de pata de banco como para que se plantee que, a lo mejor, lo de la política no es lo suyo. Y terminando por los secretos a voces, habría que concluir que lo único que ha hecho el concejal de Fomento de Murcia ha sido vocear algo que todo el mundo daba por sabido.
Tan es así esta tercera premisa que ni siquiera el alcalde de Murcia, sentado junto a él, pestañeó al oír a su mano derecha pronunciar las fatídicas frases. Ha tenido que montarse el escándalo que nuevamente pone a Murcia en las portadas de los medios nacionales para que el regidor reaccionara. Pero lo ha hecho tarde, primero, y mal, después.
Según Ballesta dijo, lo de Ortiz fueron “solo errores verbales que no se han materializado”. Debió oírlo mal en la ya famosa reunión con los pedáneos, porque el de Fomento hablaba del pasado, no del futuro. Que no se olvide, que no se olvide, se oye repetidamente en las grabaciones. Nadie puede olvidar algo que no ha pasado. Se recuerdan y se olvidan los hechos pretéritos, no los futuros.
Por otro lado, si el presidente del Consistorio tiene tan claro que eso es así, debía haber rectificado inmediatamente al concejal para evitar malentendidos y las consecuencias posteriores que están teniendo. “Si alguien hubiera planteado su materialización yo no permitiría que se llevara a efecto”, aseguró Ballesta. Si igualmente se declara el regidor tan decidido a atajar las actuaciones clientelares que planteó Ortiz como hechos ocurridos, su reacción tenía que haber sido automática desautorizando en el acto las palabras del concejal.
Pero no solo el alcalde no dijo nada tras la arenga de Ortiz. Tampoco rechistó el coordinador regional del PP, Miguel Ángel Miralles, presente en la reunión. Ni siquiera abrió la boca sobre esto otro asistente que conoce muy bien lo que pasa o deja de pasar en el Ayuntamiento de Murcia, pues no en vano fue el jefe de gabinete del alcalde Miguel Ángel Cámara durante 20 años: Eduardo Martínez Oliva, que ahora es concejal de Hacienda. ¿Quien calla, otorga?
Incluso el propio Ortiz, aunque pueda ser considerado un recién llegado a la Glorieta, debe saber desde hace tiempo cómo se hacen muchas cosas en la casa, ya que de 2005 a 2015 fue gerente de la empresa pública Urbamusa, participada por ayuntamiento y Comunidad Autónoma. En esa época participó en “un viaje de amigos” a Estambul en avión privado. alquilado por el promotor ilicitano Ramón Salvador Águeda. Entre los amigos viajeros estaban el ex-alcalde Miguel Ángel Cámara, y su esposa; y el entonces concejal de Fomento, Antonio Sánchez Carrillo, y la suya.
Para añadir más elementos a la polémica, en la reunión explicativa con los grupos municipales a Ballesta no se le ocurrió otra cosa que excusar con argumentos de carácter personal al concejal, que tiene “una personalidad volcánica y pasional que hace que diga y haga cosas que otros no haríamos”. Con lo cual queda en el aire otra duda, porque decir ha dicho; pero hacer...
En algo tiene Ballesta mucha razón. Eso es la “personalidad volcánica y pasional” del concejal. Más o menos como la de Donald Trump. Cosa que, en los terrenos por los que últimamente se mueve la derecha española, puede ser hasta un elogio más que una disculpa.
El ínclito ya había dado muestras de esa característica tan personal en la reunión de marras, confundiendo la desmemoria con la marranería. En la grabación también se oye en su boca que «el que no se acuerda de las cosas es un marrano“, como definitivo refuerzo de sus argumentos. Semejante finura conceptual ya había sido exhibida por el edil al lanzar aquella campaña por la limpieza urbana cuyo eslogan principal era un contundente ”¡No seas marrano!“
Como buen y disciplinado subordinado, Ortiz se apresuró a corroborar las palabras de su alcalde sobre su carácter. “Quien esté libre de pecado que tire la primera piedra”, zanjó el concejal el cuestionamiento al que le sometían unos reporteros. Vuelve la vieja táctica de poner el ventilador para extender la confusión y dispersar… la marranería.
Mención merece también la reacción en las alturas del PP regional. El portavoz Víctor Manuel Martínez se apuntó a la misma línea que su presidente López Miras siguió en el caso Barreiro: lavarse las manos. Tras negar que el “exceso verbal” de Ortiz tenga que ver con la realidad, el vocero regional señaló que quien actúe según los parámetros descritos por el concejal “ya sabe donde tiene la puerta”. Pero él no se la va a abrir. El verbo dimitir sigue sin conjugación en la Región.
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