Parece evidente el buen momento que está viviendo el sector turístico en toda España con el récord de llegadas de extranjeros el pasado mes de septiembre, que en la Región (según el INE) fue de un 28% más que el año anterior. Algo que se explica en gran medida ante el contexto inestable en zonas que solían ser competencia directa como el norte de África y Oriente Medio –no pensemos que Mariano ha obrado el milagro-.
Ante esta situación favorable, las autoridades murcianas, deseosas de justificar lo injustificable, pretenden aprovechar la circunstancia para que nos imaginemos cuál magnífico sería nuestro futuro turístico si contáramos con el Aeropuerto de Corvera. La coyuntura les resulta muy útil para colocar dicho proyecto en una posición de supuesta “necesidad”, como una teórica prioridad que no es tal en la calle.
La lucha contra el paro y regeneración democrática eran los dos objetivos primordiales que se marcó el presidente Garre a su llegada tras diecinueve años de 'valcarcelismo'. Y ante la imposibilidad de hacer algo efectivo con el primero –la región es de las pocas donde ha aumentado el desempleo en el tercer trimestre-, y la obscena hipocresía con el segundo teniendo en cuenta que confirmó en su cargo a los dos Consejeros imputados del gobierno anterior, colocan en un difícil escenario al nuevo presidente transcurridos sólo siete meses de su llegada.
De ahí que para el nuevo Ejecutivo, salvar esa engorrosa papeleta inhábil situada entre las pedanías de Valladolises y Corvera podría ser una especie de bote salvavidas para un año electoral como 2015, en donde ni el empleo ni la regeneración podrán venderse como activo de un PP regional agotado.
Pero Garre y su equipo deberían tener sumo cuidado ante semejante apuesta, debido a que el discurso oficial en éste y otros temas se sitúa tan lejos de las necesidades reales de los ciudadanos, que corren un serio riesgo de incidir en la desconexión completa de la realidad.
Independientemente de la desastrosa gestión realizada hasta el momento con el aeropuerto fantasma, algo que, como otras muchas cosas, resulta escasamente conocido en profundidad por los murcianos –en gran parte por la casi nula atención que ha despertado en los medios nacionales al contrario que otros esperpentos como el de Castellón-, las justificaciones que se buscan desde la Administración para amparar semejante propósito merecen ser desenmascaradas.
Ya suponíamos que tragarse un sapo valcarceliano como el de Corvera tenía que ser indigesto, pero resulta indignante volver a escuchar una y otra vez que el rentable y público Aeropuerto de San Javier sigue contando con una supuesta “limitación de horarios” que no es tal. Desde la inauguración de la segunda pista hace años por AENA, la posibilidad de que el aeródromo funcione veinticuatro horas al día está ahí, así que basta de engaños al respecto.
Pero es que, si analizamos pausadamente la realidad turística de otras zonas del país, nos daremos cuenta de lo intelectualmente pobre que supone ligar el definitivo despegue del sector en la Región Murciana con la existencia o no de Corvera. ¿Acaso dejan de acudir turistas a la ciudad de Granada porque ésta tenga un aeropuerto de segunda categoría con casi menos de la mitad de pasajeros que San Javier en 2013 según AENA? No. Los turistas siguen acudiendo en masa, ya sea a través de aeropuertos grandes como Málaga, Sevilla o incluso Madrid –bastante más lejanos de lo que estamos nosotros de Alicante-.
Destinos en auge de sol y playa como la vecina provincia de Almería –que cuenta con una oferta hotelera más amplia que la murciana-, tuvieron setecientos mil pasajeros en su aeropuerto en 2013, por el millón cien mil de San Javier. Por lo que cabría cuestionarnos, ¿es entonces San Javier nuestro problema?
Con los datos de AENA sobre la mesa quizá comprendamos que el quid de la cuestión no es tener un aeropuerto “pata negra” lo más cerca posible; de hecho contamos con uno a setenta y pico kilómetros -y los turistas no saben realmente si el Altet pertenece a tal o cual comunidad autónoma-, sino en construir una oferta turística de nivel entre todos. Ahí es donde está el meollo.
Paisajes conservados y cuidados –sin aberraciones urbanísticas-, monumentos interesantes y visitables –no yacimientos abandonados-, playas limpias y cuidadas –no un Mar Menor dejado a su suerte-, núcleos costeros con servicios –no una Manga sin ayuntamiento propio y con claras deficiencias-. Eso es lo que quiere el turista independientemente de los kilómetros de distancia del aeropuerto más cercano.
Parece lógico por tanto que la auténtica “piedra filosofal” del turismo esté en la búsqueda de la excelencia, no en contar con una terminal más grande y moderna. Por eso resulta totalmente cuestionable la versión oficial de que trasladar la actividad aeroportuaria existente (pública) a un aeropuerto privado suponga beneficio alguno; aparte del que le reportará a la concesionaria Aeromur y al rédito de tipo político que el PP espera amarrar.
Ése es el principal peligro de la aventura de Corvera, que siendo ya evidente su fracaso, se ha convertido más en una cuestión de juego electoral ante el coste de su imagen, que de necesidad real para la Región de Murcia. Y en esos escenarios es en donde los ciudadanos siempre salimos perdiendo.
Así las cosas, tras veinte años podríamos empezar a preguntarnos si el PP murciano está capacitado para propiciar ese despegue turístico en base a la excelencia, o si lo ha llegado a intentar alguna vez. La respuesta se responde por sí sola. Que se asome el Señor Garre por cualquier ventana de San Esteban, a ver qué es lo que se encuentra tras los cristales.
PD: Mientras escribía esto, buena parte de la cúpula de la Consejería de Turismo era detenida en el marco de la operación anticorrupción “Púnica”. Mejor epílogo imposible.
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