Últimamente en los escenarios políticos, sociales y sindicales aparece repetidamente el mantra de la `unidad´: unidad sindical, unidad de la sociedad. Incluso tras la última asamblea de Podemos, la famosa Vistalegre II, el grito más repetido era el grito de unidad. Pero ¿qué significa la unidad?, ¿es sólo un mantra repetido para hacer un frente común, para luchar juntos o por el contrario esto va má allá?
Pedimos que todos los sindicatos se unan, que nos defiendan a todas y todos de las políticas que nos perjudican, pero ¿es esto posible?. Seguramente en algunos momentos sea posible, pero habrá otros muchos en los que sus diferencias hagan que no lo sea.
Si esto fuera posible ¿para qué queremos sindicatos distintos?. Muchas veces hablamos de unidad sindical, sin darnos cuenta de que para que ésta se produzca cada uno de los sindicatos debe renunciar a una parte de sus posturas para así hacer un frente común a la patronal, a la administración y poder defender a sus trabajadoras y trabajadores. Incluso en muchos de estos casos la tan manida unidad ha sido más perjudicial que otra cosa, pues cuando algunos agentes sociales, aquellos llamados sindicatos de clase, hacen renuncias sin darse cuenta y llevados por el mantra de la unidad, terminan alejándose de aquellas clases que defienden de la sociedad y, en definitiva, renunciando a su esencia defensora de una alternativa económica y política sometidas al interés general.
Este símil sindical y social podríamos trasladarlo a los partidos políticos, en concreto a Podemos y, más en concreto, a la Región de Murcia. El partido morado acaba de finalizar un proceso traumático, una asamblea ciudadana estatal en el que ha habido un choque de trenes que no sólo enfrentaban a caras. Lo que se ponía de manifiesto era la existencia de dos proyectos políticos, dos formas distintas de trabajar pero con un mismo objetivo: recuperar la soberanía de la gente, identificar a la trama y cambiar el sistema.
Realmente este fue un proceso duro internamente , aunque sobredimensionado por algunos medios de comunicación interesados en golpear la alternativa que un proyecto como el de Podemos supone para las élites -élites que no olvidemos también controlan la mayor parte de la comunicación que consumimos-. Aún así el trauma fue grande y al final de una multitudinaria asamblea se pedía , se gritaba unidad.
Pero las y los militantes también habían hablado antes, habían votado y habían votado un proyecto, el proyecto liderado por Pablo Iglesias, un proyecto que apostaba por la movilización social, porque el partido tuviera mil pies en las calles empujando al pie en las instituciones. Un proyecto más rupturista, más pegado a la gente, con mayor presencia y medios para los círculos sectoriales y que se enfrentara al régimen y a las élites corruptas, llamando a las cosas por su nombre, rompiendo las dinámicas institucionales, buen ejemplo de ello es la campaña del Tramabus.
No es menos cierto que en la Región de Murcia la mayor parte del aparato se enfrentó a este proyecto, apostando por un proyecto de trabajo más institucional y por lo que algunos llamamos la `maquinaria electoral´, pero desafortunadamente para quienes apostaron por esta línea, la mayoría de los votos no eligieron este proyecto y éste hoy en día no es el proyecto de Podemos, ni debe serlo en la Región de Murcia.
Pero no es menos cierto que también la militancia pidió unidad, y en estas estamos. Hace dos semanas nos encontramos con un manifiesto pidiendo unidad firmado por distintos cargos públicos, entre ellos el diputado nacional, Javier Sánchez Serna, la Secretaria de Igualdad, María Marín, o el Teniente de Alcalde de Molina de Segura, Fernando Miñana.
Pero ¿es esta unidad un cheque en blanco?¿Es esta unidad un simple mantra de campaña? No y no. La unidad se consigue con negociación, trabajo en equipo, cooperación y asumiendo que cada posición debe renunciar a algo, que las distintas estrategias son útiles y necesarias, y que juntas serán más fuertes.
El proyecto que salió de Vistalegre II, fue un proceso distinto al que se ha defendido e implementado en la Región de Murcia, donde, todo hay que decirlo, se ha realizado un trabajo institucional impecable. Pero este ya no es el modelo del nuevo Podemos, ahora toca construir un Podemos más beligerante en la calle y en las formas, un Podemos que se apoye en la sociedad civil, un Podemos cuyas diferentes líneas sirvan para enriquecer, no para restar.
Es por eso que se habla de unidad, unidad para qué, unidad para la construcción de ese Podemos en la Región de Murcia, un proyecto donde no haya proyectos vencedores ni vencidos, pero tampoco se deje de lado a aquellas bases que han apoyado el proyecto y ya han votado en Vistalegre II.
Por tanto y, en mi humilde opinión, para construir este proyecto, unos deberán integrar parte de ese proyecto más rompedor, más combativo y ¿por qué no?, más radical e irreverente y otros deberán integrar a parte de ese Podemos más amable y más institucional, para así, entre todas y todos construir un proyecto de UNIDAD, que de verdad sea un proyecto y una alternativa de cambio real para nuestra Región y acabar con ese poder político y económico que, organizado en las instituciones, oprime y expolia a la mayoría de las gentes de la Región de Murcia.