Lo que más me gusta de la ciencia ficción es que te permite hablar de hechos y realidades que difícilmente se podrían expresar sin el uso de metáforas, y por lo tanto imaginar otros futuros escenarios.
Según Ursula K. Le Guin, la ciencia ficción no es una predicción certera del futuro sino una metáfora. Si bien toda ficción puede ser metafórica, lo que diferencia a la ciencia ficción de las otras viejas formas de ficción es el uso de nuevas metáforas que han llevado a calificar sus obras como ciencia ficción antropológica. Le Guin (2012) creía que “la imaginación es la principal facultad de la mente humana. La fantasía, la habilidad, el arte de usar y controlar la imaginación en narrativa es el mejor y el más feliz ejercicio en el uso de esa facultad, junto con la ciencia, que la usa para conectar hechos que parecen no relacionados.” Algunas veces esta ficción está politizada como en 'Un Mago de Terramar' y otras veces carece de un enfoque social como las novelas de Harry Potter de J.K. Rowling. 'Harry Potter' es una versión mainstream y alargada de 'Un Mago de Terramar' y es bastante triste que Rowling nunca ha mencionado a Le Guin como inspiradora o predecesora a pesar de las múltiples similitudes.
Hay dos libros actuales que me han gustado en este sentido por su perspectiva social, sería el caso de 'Utopia no es una Isla: Catalogo de mundos mejores' (2020) y 'Radicalizado: cuatro distopias muy actuales' (2022) que creo que pueden dialogar muy bien.
'Radicalizado' de Cory Doctorow (Toronto) se compone de cuatro relatos «Pan no autorizado», «Una minoría modélica», «Radicalizado» y «La máscara de la muerte roja» todos de bastante actualidad. Solo hablaré de dos para no hacer mucho spoiler. Una 'Minoria Modélica' narra la historia de un superhéroe que descubre la corrupción del Blue Live Matters, el contramovimiento policial en respuesta al Black Live Matters, y tiene un par de páginas en las que se describe cómo la policía busca y reprime más a la población negra o racializada que parecen más un articulo de investigación que una novela de sci fi. Por otro lado «Radicalizado» el relato que da nombre al libro es la historia de un levantamiento violento en la web profunda contra las compañías de seguros, contada desde la perspectiva de un hombre desesperado por conseguir financiación para un medicamento experimental que podría curar el cáncer terminal de su esposa. Este relato nos lleva a plantearnos si es más violento un sistema sanitario privatizado que condena a muerte a las personas que no son rentables para las aseguradoras o la reacción de las personas ante esa violencia estructural. Si bien se pone de manifiesto que el autor es canadiense esta brutalidad y desesperación de terapias no cubiertas también opera en nuestro país.
'Utopía no es una Isla' es un ensayo de Layla Martínez (Madrid) que nos viene a recordar los peligros de seguir creando distopías. El libro plantea que el mensaje de progreso que lanzaba la modernidad ha quedado empañado por la ansiedad que provoca la sociedad del riesgo y cómo, a través de artefactos culturales, el imaginario colectivo refleja esa realidad pesimista y distópica, pero al hacerlo, también la reproducen y la crean. Las distopías, que tan de moda están, han dejado de ser una señal de “peligro si no actuamos el mundo se convertirá en esto” para pasar a ser una realidad frustrante y cotidiana de la que no se puede escapar un “esto es así y no hay posibilidad de cambio”. Según Martínez el neoliberalismo es antiutópico, ya que ni siquiera defiende el pensamiento hegemónico conservador tradicional (crear una familia, tener un coche grande, reproducirse y consumir), no hay verdadero compromiso ni con la familia ni con ningún tipo de futuro. Martínez nos recuerda que el mañana depende de las decisiones que tomemos colectivamente, es una obra en la que invita a repensar las distopías dentro del realismo para poder proyectarnos hacia un futuro que hoy nos genera miedo y malestar.
¿Y tú que eres más: de utopía o distopía?
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