La pasada semana vivimos los españoles una votación en el Congreso que pasará a la historia. El retrato de ese momento nos puede dar una imagen de la situación política actual de igual forma que hacía Javier Cercas del golpe del Estado del 23 de febrero de 1981 en su magnífico libro Anatomía de un instante.
Lo sucedido en el Congreso se puede explicar desde varios puntos de vista. En este artículo analizaremos la relevancia de la reforma laboral, la aparición de dos nuevos tránsfugas en el panorama político, la actitud de Podemos en Canarias, y la actuación estelar del diputado Casero.
En relación a la reforma de las normas laborales, reconozco que en un primer momento y debido al revuelo causado, pensaba que esta modificación legislativa iba a suponer el principio de la instauración en España de un régimen comunista bolivariano. Sin embargo, una lectura sosegada de la misma nos revela que no introduce cambios importantes, no aumenta el coste del despido, tampoco resucita los salarios de tramitación, intenta evitar la temporalidad en la contratación, regula la eficacia de los convenios colectivos y varias cuestiones diversas. Todas ellas, reformas razonables y necesarias para adaptar la normativa laboral a la realidad social. Además, resulta que la CEOE y los sindicatos apoyan la reforma y que está respaldada por la Unión Europea. Y para rematar la cuestión, partidos como Esquerra, Bildu o el PNV se oponen a la misma.
Todos estos argumentos harían pensar que un partido moderado con vocación de gobierno como el PP apoyaría la reforma, o por lo menos con la abstención, no impediría su aprobación. Pues bien, de forma incomprensible este partido se opuso a la reforma. Gran error estratégico del PP porque si quiere competir con VOX en el caladero de votos de la derecha, debe diferenciarse de este partido. En cambio, Ciudadanos votó en sentido afirmativo, lo que es un gran acierto de sus dirigentes y esperemos que no sea tarde para recuperar el tono de un partido liberal y centrista que nunca debió perder.
En la votación saltó la sorpresa, con nocturnidad y alevosía, como diríamos los abogados, dos diputados de UPN ocultaron hasta el último momento su intención de saltarse a la torera las instrucciones del partido, y votaron en contra cuando sus votos, en teoría, iban a ser decisivos. De nuevo, estamos oyendo los mismos argumentos que usan los tránsfugas murcianos. Dicen que ellos no son los tránsfugas que son los de su partido, que deben parar al sanchismo, o que se deben a los votantes. Argumentos vacíos e infantiles, que no convencen a nadie. Mientras que no se cambie el sistema electoral, los diputados deben su escaño al partido y deben someterse a su disciplina. Es lícito y honesto no estar de acuerdo con el rumbo político de tu partido, pero en ese caso, lo correcto es entregar el acta, renunciar al sueldo y los privilegios de tu escaño y volver a ganarte la vida en el ámbito privado. En cualquier caso, nunca un acto de deslealtad política fue tan inocuo, gracias al error del diputado Casero.
Poco se está hablando de la actitud de Podemos en Canarias, que se niega a nombrar al diputado que debe sustituir al diputado Alberto Rodríguez. A este diputado le han retirado el acta por ser condenado por un delito de atentado contra la autoridad y su organización territorial se resiste a nombrar otro parlamentario con la esperanza de que Alberto Rodríguez recupere el acta. El problema es que mientras tanto su grupo parlamentario cuenta con un diputado menos, y como podemos observar, últimamente las votaciones en el Congreso son muy ajustadas.
Y en último lugar, la actuación del diputado estrella de la semana, la de Alberto Casero. Recordemos que un diputado gana alrededor de 70.000 € anuales, y que en cualquier trabajo en la empresa privada te exigen, por los menos, asistencia al lugar de trabajo, atención a lo que haces e interés. Pues bien, este diputado que estaba en un piso en Madrid, en teoría afectado por gastroenteritis, pidió la posibilidad de votar telemáticamente, y se equivocó hasta tres veces en lo que tenía que votar. No se trataba de resolver una ecuación de segundo grado, o de construir un algoritmo, se trataba de fijarse y de votar la opción correcta entre tres posibilidades. Un error semejante en la empresa privada te cuesta el despido inmediato. A partir de ahí, el Partido Popular poco va a poder hacer, hay un principio jurídico que indica que la Ley no protege al torpe en su actuación. Supongo que estirarán el chicle del pucherazo hasta que la polémica se diluya.
En fin, escena interesante la que se produjo la semana pasada en el Congreso y que ha dejado retratados a muchos de sus actores. Si sirven de algo estas líneas, pediría a los representantes políticos en el Congreso que se tomen en serio su trabajo, intenten ser leales con el partido al que le deben el acta, e introduzcan moderación en la vida política, que al final, lo que queremos los españoles es vivir tranquilos y a ser posible, que la política no sea un foco de crispación y de división entre los españoles.
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