En los últimos días Vox ha perdido la presidencia de las juntas municipales de Aljucer, La Albatalía y Santo Ángel y podría perder en breve San Pío X, poblaciones que suman en total casi 20.000 habitantes. Un fracaso en toda regla, a pesar de la operación de propaganda que se han montado en Guadalupe. Convenientemente comprada por la “prensa seria” regional, por cierto. La misma que luego nos sale con compungidos editoriales sobre el ascenso de los populismos. Pero mientras tanto, ahí están, engordando a la bestia.
Las cuentas son claras. Tras la celebración de la próxima junta municipal en San Pío X, Vox solo conservará Guadalupe y La Era Alta, dos pedanías que apenas superan los 10.000 habitantes. Poco más del 2% del censo de una ciudad que supera los 459.000 habitantes.
La ultraderecha ha denunciado las mociones de censura como una maniobra antidemocrática, fruto de un pacto por los sillones. Es la misma estrategia que llevan utilizando dos años para denunciar el “ilegítimo” gobierno de Sánchez y los comunistas-separatistas-etarras-amigosdemaduro. De imaginación van muy justos.
No se puede ser más hipócrita. Vox no ganó las elecciones en ninguna de las pedanías o barrios que tenía bajo su mando. No entró ni siquiera en el pódium. Fue la cuarta fuerza. En ninguna de esas zonas ganaron las tres derechas. Pedanías que votaron progresista, se despertaron de la noche a la mañana con un presidente de ultraderecha por el mercadeo de Ballesta. Gracias a la insistencia de Podemos se ha acabado por fin con esta situación que indignaba a tantos vecinos y vecinas.
Hay otro factor a tener en cuenta. ¿Debemos acoger en unas instituciones democráticas a elementos que defienden que el régimen de Franco era mejor que el actual gobierno? ¿Se puede ser tolerante con los intolerantes? En 1945, tras haber sufrido los horrores de la Segunda Guerra Mundial y el holocausto provocado por los nazis en sus propias carnes, el filósofo austriaco Karl Popper enunció la célebre paradoja de la tolerancia. Una sociedad que no pone límites y tolera a los enemigos de la democracia no tardará en ser destruida desde dentro por los intolerantes. El doctor Ballesta tiene un brillante currículum académico, pero debió perderse esa clase.
De momento los de Vox no llegan tan lejos, pero ya apuntan maneras. Desear la muerte a los rivales políticos debería ser una línea roja en cualquier democracia. Esto es justamente lo que sucedió el pasado viernes, cuando un macarra de Vox, Daniel Jiménez Sabiote, animó al concejal de Podemos en Murcia, Ginés Ruiz, a ponerse una soga al cuello y tirarse a un pozo tras la junta municipal de Guadalupe.
A esta hora, ni el presidente de Vox en Murcia, José Ángel Antelo, ni el propio partido se han desmarcado de este elemento, un ingeniero informático de la UCAM que se define como “profundamente cristiano”. ¿Tomará alguna medida la católica institución de Mendoza contra este violento?
No se trata de una manzana podrida ni de una oveja negra. Es el estilo marca de la casa que Antelo ha impuesto a la política municipal y el perfil que Vox busca conscientemente. Recordemos que el joven José Ángel fue expulsado de la selección española de baloncesto por su mal comportamiento o que en la previa de un partido llegó a amenazar a los jugadores del Burgos con arrancarles la cabeza. Tampoco lo escuchamos condenar la violencia terrorista contra la sede de Podemos en Cartagena, atacada con cócteles molotov el pasado mes de abril. Si difundió en cambio los bulos que apuntaban a un “autoataque” y señalaban a la propia portavoz de Podemos. Otro punto, por cierto, que puede apuntarse la prensa seria de Murcia que difundió generosamente esa información tóxica. Aquí los teóricos conspiranoicos de la QAnon no tienen mucho trabajo, porque ya se encargan medios como La Opinión o El Español de hacer ese trabajo.
Repito mi pregunta. ¿Se puede ser tolerante con intolerantes como estos, que jalean la eliminación del rival por cualquier medio? De ningún modo. A Vox solo se le puede dar una patada en el culo. Y eso es lo que ha hecho Podemos en el Ayuntamiento de Murcia.
En los últimos días Vox ha perdido la presidencia de las juntas municipales de Aljucer, La Albatalía y Santo Ángel y podría perder en breve San Pío X, poblaciones que suman en total casi 20.000 habitantes. Un fracaso en toda regla, a pesar de la operación de propaganda que se han montado en Guadalupe. Convenientemente comprada por la “prensa seria” regional, por cierto. La misma que luego nos sale con compungidos editoriales sobre el ascenso de los populismos. Pero mientras tanto, ahí están, engordando a la bestia.
Las cuentas son claras. Tras la celebración de la próxima junta municipal en San Pío X, Vox solo conservará Guadalupe y La Era Alta, dos pedanías que apenas superan los 10.000 habitantes. Poco más del 2% del censo de una ciudad que supera los 459.000 habitantes.