Coherencia en tiempos revueltos
Afectado de lleno por las bombas de racimo esparcidas por Valcárcel antes de marcharse a poner una pica cerca de Flandes, Manuel Campos ha dimitido y lo ha hecho a lo grande, nada menos que en la capital de España y en presencia de la Ministra de Fomento.
El 'harakiri' del consejero de obras públicas de la Comunidad de Murcia ha sobrevenido según parece por profundas discrepancias con el presidente Garre en cuanto a cómo resolver la papeleta del aeropuerto de Corvera, que no es pequeña y que está desangrando día a día el bolsillo de los murcianos, al tiempo que agota la fe de colectivos tan importantes como el de los empresarios, que acaban de conjurarse por la no menos patata caliente del tren y que ya no saben si cortarse las venas o dejárselas largas.
La lista de incumplimientos de lo prometido durante las últimas décadas de gobiernos 'populares' afecta a materias tan serias como el agua, la llegada del el AVE, el corredor Mediterráneo o la apertura del aeropuerto huérfano de aviones, que preside con su silenciosa torre de control el campo de Murcia.
Manuel Campos, llegado a la política desde la judicatura hace años, para adornar con su prestigio personal y profesional la corte presidencial, ha ocupado distintos despachos y se ha ocupado de distintas responsabilidades hasta acabar con sus huesos en una conserjería imposible de gobernar, en la que ha terminado quemándose a lo bonzo.
Hoy que se va, de hecho ya se ha ido, y con su actitud, además de demostrar coherencia -que en los tiempos que corren no es mala cosa-, deja con el trasero al aire a los que día a día nos venden la moto de que pronto muy pronto veremos despegar y aterrizar aviones en Corvera. De momento parece más fácil ver un burro volando y, en este caso, ver a un político dimitiendo.
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