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Sobre este blog

'Patrulla Animal' es un espacio coordinado por Elisa Reche en el eldiario.es Murcia, para defender los derechos de los animales como seres sintientes. 

No todos los pitbulls son perros peligrosos

La perrita Daicy

Raquel López Teruel/ Ana Casadiego

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Sobre los mal llamados 'perros potencialmente peligrosos' (PPP) he escrito en otras ocasiones, pero hoy quiero compartir con los lectores un caso real que me ha hecho llegar mi compañera y querida amiga Ana Casadiego.

Antes te voy a presentar a Ana. Es una jurista y, a día de hoy, salvo algún error por mi parte, es la única mediadora homologada especializada en Derecho Animal.

Tuve la suerte de conocerla hace varios años en El Vergel, un municipio de Alicante, cuando coincidimos en una visita a la protectora de animales S.C.A.N. justo cuando fui a llevarles una american stadffordshire que acababa de rescatar de un cruel caso de delito de maltrato animal.

Poco después Ana decidió formarse conmigo a través de mi escuela online especializada en derecho animal DeAnimals. Desde entonces es parte de mi comunidad de profesionales especializados en Derecho Animal, como la mayoría de mis alumnos.

Un día Ana adoptó a Daicy, una preciosa pitbull de color negro y blanco que nadie quería porque es parcialmente sorda, tiene dermatitis severa crónica y leishmania. Hoy Daicy está genial gracias al cariño de Ana, su hija y su marido. Además, tanto Ana como su hija han realizado un trabajo de adiestramiento maravilloso con esta perrita que está prácticamente sorda.

Durante el confinamiento cada viernes por la tarde nos reunimos online la comunidad de profesionales de DeAnimals, donde Ana, otros compis juristas y yo, debatimos e interpretamos las normas para ver cómo podemos ayudar con un buen asesoramiento a las personas que se desplazan durante el estado de alarma por la COVID-19 para atender animales. Y también analizamos casos reales e historias, como ésta que te relato a continuación, que me ha contado Ana y que comparto porque es muy curiosa y da mucho que pensar sobre la estigmatización de los pitbulls.

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“Un actor de telenovelas, le llamaremos Charlie, vivía en un apartamento en Nueva York. La comunidad de propietarios decidió prohibir pitbulls en el edificio. El suyo fue aceptado pues vivía allí con anterioridad a la prohibición. Con el paso del tiempo los residentes mostraban una actitud hostil hacia el actor y dirigían comentarios vejatorios hacia su perra Lola, a la vez que en su presencia se preguntaban, ¿por qué tenemos que aceptar pitbulls en esta comunidad?

Charlie empezó a sufrir de ansiedad, y esta ansiedad no tardo en reflejarse en el comportamiento de Lola, su personalidad no era la misma, y Charlie sintió que el comportamiento de Lola hacia las personas en el edificio había cambiado. Temeroso de que pudiese ocasionar algún accidente decidió eutanasiarla. Recogió sus juguetes y su cama, y los regalo a los vecinos. Regresó a su piso y se suicidó, dejando una nota en la que contó su historia.

Seguramente existían otros problemas subyacentes en la vida de este actor que le llevaron a poner fin a su vida y, seguramente, el desprecio social hacia él y hacia Lola, quien era su familia, fueron el desencadenante. Pero esta historia, relatada por la abogada Debra Vey Voda-Hamilton, debe servir para reflexionar sobre un hábito terrible que tenemos los seres humanos, etiquetar. Etiquetamos, categorizamos, no solo a otros seres humanos, también a animales no humanos. Decidimos quien tiene valia y quien no, arbitrariamente.

Las leyes que regulan la tenencia y propiedad de razas específicas discriminan a determinados grupos de perros por su aspecto físico, su raza y/o su carga genética. ¿Pero si en vez de perros lo hiciéramos con seres humanos?. ¿Humanos de musculatura fuerte, cuyos padres o abuelos o incluso tatarabuelos hubiesen tenido problemas de agresividad?. Esto sería jurídicamente indefendible y éticamente insostenible.

La comparación entre humanos y no humanos resulta molesta, subconscientemente nos recuerda que también los humanos somos animales, pero comparar en este caso es coherente y razonable, ya que de la misma manera que no podemos hablar de individuos nacidos para pelear o atacar, tampoco debemos hacerlo con los perros, pues aún cuando seamos especies diferentes, el medio ambiente juega un papel más importante en el desarrollo de la personalidad de individuos humanos y no humanos, que la misma carga genética.

Los medios de comunicación han difamado el carácter de determinadas razas. Esto ha sido más fácil que desvelar las condiciones de vida de los perros que han atacado, y más fácil que trasmitir la realidad que viven muchos de ellos. Realidad que refleja una sociedad patriarcal, que los ha convertido en un símbolo del machismo, la violencia y el tráfico de drogas. Comportamientos estos humanos, no caninos.

Noticia tendría que ser el hecho de que estos perros tienen que ser torturados para sacar su agresividad. Y, aún así, cuando son usados en peleas de perros, aquellos que sobreviven no atacan a sus torturadores al finalizar la pelea. Algunos de estos sobrevivientes son rehabilitados y adoptados y llegan a conocer el significado de familia. El cariño y el respeto se imponen a la genética.

A día de hoy, las protectoras están llenas de perros PPP. ¿Su futuro? un mínimo de 10 años en aislamiento, si no son adoptados. Hace 20 años España decidió sentenciar a estos animales a una vida de aislamiento en solitario, el peor castigo que se puede inferir a un ser social, humano o no.

Pero en veinte años la sociedad sigue evolucionando. El movimiento -Me Too- empodera a las mujeres, los grupos LGTB se visibilizan, los ecologistas nos recuerdan que no hay planeta B, y los científicos avalan lo que ya sabíamos, que esos animales que nos ayudan en terapia, en terremotos, leales compañeros también sufren como nosotros.

Un puñado de ciudadanos comprometidos por una causa puede cambiar el mundo. Ellos han hecho justicia. La historia es testigo. La ley PPP será parte de la historia y los animales finalmente dejaran de ser cosas, porque bajo el paraguas de la ley debemos cobijarnos todos los seres sintientes.

La justicia no cae de un árbol, es una decisión de todos.

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Recuerda que si durante el confinamiento tienes que desplazarte para cuidar animales o te han multado por atenderlos dispones de recursos gratuitos en mi web www.deanimals.com.

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