El incuestionable peso de Vox en la Región de Murcia, que sigue sumando adeptos según barométros regionales, choca con la inestabilidad interna del partido. La expulsión de tres de sus cuatro diputados por quitar de las cuentas bancarias del grupo parlamentario a miembros de la dirección nacional resultó un intento fallido de cortar la cabeza al núcleo insurrecto de la formación. Santiago Abascal está moviendo “cielo y tierra” para que los díscolos dejen de usar las siglas del partido y pasen al Grupo Mixto: una alternativa que no parece cercana en el tiempo al no estar contemplada por el reglamento de la Asamblea Regional.
Seis meses han pasado desde la ruptura de Juan José Liarte, Mabel Campuzano y Francisco Carrera -los diputados rebeldes- con la dirección nacional y su compañero Pascual Salvador, que ocupa el único escaño reconocido por Vox en el parlamento murciano. Un conflicto que parece haber resultado en parte liberador para los díscolos, que mantienen las siglas del partido pero que aseguran haberse distanciado de sus posiciones “más radicales”. La actividad asamblearia de la formación continúa pero con dos líneas de trabajo diferenciadas: una la encabeza Liarte y la otra, Salvador.
La reconciliación cada vez es más inviable. “La dirección nacional prefiere perder el grupo parlamentario que permitir que algunos diputados se empeñaran en defender determinadas ideas políticas o pudieran tener acceso directo a Abascal”, reflexiona Liarte, portavoz del grupo parlamentario. En su opinión, “consideran más importante que se respete la cadena de mando, como en una organización militar”. El diputado asegura que al vicesecretario general de presidencia, Enrique Cabanas, le parecía más grave que se estuvieran “saliendo de la disciplina del partido que la posibilidad de que la formación regional se estuviera financiando ilegalmente”.
Salvador se ha visto aislado en la Asamblea, a la que ya no acude con tanta asiduidad. “Se le ve poco por aquí”, cuentan miembros de otros partidos, que no dejan de ver con extrañeza los derroteros que ha tomado la formación de extrema derecha en su actividad parlamentaria. La relación con el diputado oficialista no es mala, cuentan sus todavía compañeros, pero se ve limitado por las directrices que recibe del partido y que ellos no conocen. En esas ocasiones se rompe la disciplina de voto y defienden posiciones diferentes. “Serán cuestiones de estrategia” que le vienen impuestas desde arriba. “La posición de Pascual Salvador es difícil”.
El diputado oficialista se ha pertrechado en la sede de Vox de Cartagena, a 200 metros de la Asamblea Regional, lugar donde ejerce sus labores. “Eso le aleja de la dinámica parlamentaria, pero por otro lado tiene que seguir presente porque tiene la presión del partido de mantener la estrategia, la disciplina y distanciarse de nosotros”. Los tres díscolos acuden a la sede parlamentaria a diario, unas siete horas al día en las que se reúnen con su equipo de comunicación, documentación y asesoría. Esta misma semana, Salvador presentaba en la Asamblea una moción para declarar la caza como actividad esencial sin haberlo consultado con sus compañeros y sin la firma de Juan José Liarte, lo que no permitirá que prospere.
Alejados de la línea dura de Abascal
Liarte, Campuzano y Carrera niegan que se esté persiguiendo o arrinconando a su compañero -pese a que fuentes de la Asamblea aseguran que Salvador recibe con poca antelación las mociones que debe trabajar-, y aseguran se le está dando “cancha” en los plenos; “antes se quejaba de que no le permitíamos participar”. Las ideas de fondo entre unos y otros “coinciden”, pero en la actividad parlamentaria “no importa solo el fondo, también la oportunidad y la estrategia, y ahí es donde surgen las divergencias”.
Los díscolos reconocen dentro de esta situación atípica alguna cuestión positiva, y se ven más “útiles” para los ciudadanos murcianos, “porque ahora para nosotros es mucho más fácil alcanzar acuerdos con todas las fuerzas políticas”. Y les resulta “menos embarazoso” llegar a puntos en común con cualquier formación política por el beneficio común, “desde la derecha hasta la izquierda”, decía esta semana Juan José Liarte durante la rueda de prensa en la que valoraron los resultados del barómetro regional del CEMOP.
Los votos de los tres rebeldes han permitido sacar adelante, en varias ocasiones, mociones como la petición de restaurar la presencialidad en las aulas, presentada por el PSOE. También apoyaron una comisión de investigación sobre los contratos de licitación del servicios de ambulancias impulsada por Podemos y por la que Salvador votó en contra. Los díscolos se sienten más alejados de la línea dura de Abascal: “De sus políticas de enfrentamiento, de su lenguaje, de esa forma de presentarse sus hombres en la Región como el brazo armado de Vox”.