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Asun Casasola, madre de Nagore Laffage, asesinada en 2008: “La prisión permanente revisable es un engaño de la gente con poder”

Asun Casasola

Amaia Otazu

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La irunesa Asunción Casasola (1957) es una persona comprometida con mejorar el mundo que le rodea. Desde que en 2008 su hija, Nagore Laffage, fuese asesinada a manos de Diego Yllanes durante los Sanfermines, no ha parado de trabajar para dar a conocer su historia y prevenir casos similares. Hace escasas semanas perdió a su marido Txomin por un agresivo cáncer, y ella misma está luchando por recuperarse de un cáncer de pulmón. A pesar de todo ello, dice que no puede quedarse en casa y se ha volcado de lleno con la labor de numerosas asociaciones feministas. Asun Casasola atiende a este periódico por teléfono en el marco del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer.

Conocemos a Asun Casasola como la madre de Nagore Laffage pero, ¿quién es Asun Casasola?

Desde lo de Nagore yo me defino como una persona comprometida con todo lo que pasa en esta sociedad. Antes era una persona bastante ajena a todo, que vivía muy feliz con mi familia y no estaba comprometida con nada. Ahora soy una persona independiente y me afecta muchísimo lo que pasa en el mundo y estoy comprometida con todo lo que me piden, y si puedo, lo hago. Soy de las que tienen la autoestima bien, o por lo menos me quiero. Soy de las personas que digo que lo importante en esta vida es quererse, y soy de esas personas que me gustan a mí en el mundo porque creo que no soy débil. Creo que soy fuerte, aunque ahora con lo de Txomin estoy hecha una mierda. También tengo muchos amigos, soy muy abierta.

Se define así desde lo de Nagore...

Sí, sobre todo en lo de comprometida con el tema de la violencia. Cuando estos temas los oía en la tele, me afectaban, pero desde que pasó lo de Nagore me informo más, me meto más en las cosas. Nagore me ha comprometido a meterme en este mundo. Y bueno, ahora voy a un colegio, les enseño el documental de Nagore, y respondo a las preguntas que me hacen. Pensar que les puedo echar una mano diciéndoles que se quieran, que se respeten, que todos somos iguales. No sé, yo salgo de las charlas muy satisfecha porque pienso que estoy ayudando a la gente y eso me viene de maravilla.

Lo ha mencionado antes. Txomin, tu marido, falleció hace pocas semanas. ¿Cómo está?

Pues mal, yo me pensaba que era más fuerte. Yo creía que me iba a afectar porque es una persona muy importante se va, pero me pensaba que era más fuerte. Después de lo que pasé con Nagore y después de verle padecer una enfermedad que ha durado dos años y medio y que sabíamos que se estaba yendo, pues creía que lo iba a llevar mejor, pero para mí es muy duro, muy duro, muy duro. Txomin era mi sostén. Yo siempre digo que era mi bastón. Siempre estaba ahí y siempre me apoyaba. Para que yo estuviera bien, estaba él.

Siempre ha dicho que usted era la que salía fuera y hacía las cosas, pero que él era el que estaba detrás siendo su apoyo...

Eso es. Además, mi otro hijo ya vive con su chica, y con lo que no puedo es con la soledad. Llegar a casa y estar sola, ese vacío tan grande es impresionante. Yo, fíjate, no me pensaba que iba a necesitar tanto la compañía a estas alturas. De verdad que cuando a amigos míos se les moría la mujer y pasado un tiempo empezaban a salir con otras personas, yo hasta les miraba mal porque me parecía una falta de respeto hacia esa persona con la que has estado 30 años. En cambio, ahora, por ejemplo, mi manera de pensar es que si yo que soy tan independiente, lo estoy pasando tan mal, la gente que depende de su compañero para salir, para todo, no me extraña que necesiten que alguien les coja la mano. Lo que quiero expresar es que, aunque todo el mundo se puede poner en el lugar del otro, hasta que no te pasa lo que le ha pasado al otro, no notas el dolor tan fuerte. Es igual que cuando la gente se acerca a mí con lo de la Nagore. Si no te pasa, te lo imaginas, pero no tiene nada que ver. Sigo pensando que sí soy fuerte porque lo digo y lo hablo, pero no pensaba que lo iba a pasar tan mal. Son cosas que pasan y luego la vida sigue.

Durante este tiempo ha pasado por una enfermedad complicada. ¿De dónde saca toda esa fuerza para salir adelante?

Fíjate, la semana que viene la tengo toda ocupada, voy a unos actos, a un colegio, y tengo cita con el cirujano porque yo tuve un cáncer en mayo por el que me quitaron un trozo de pulmón del lado derecho y claro, me tengo que hacer las revisiones. El cáncer está ahí, el tema está ahí, pero yo me olvido, de verdad que me olvido. Por ejemplo, hay días en los que participo en eventos por Nagore y salgo contenta porque si lo que le pasó a Nagore puede ayudar a otros..., esa idea me da fuerzas. En las charlas en los colegios, salgo contenta porque me hacen un montón de preguntas, se implican y yo puedo contestar, les puedo ayudar. Eso me da toda la fuerza para seguir, y me olvido realmente de lo mío. Aparco lo mío para hacer otras cosas, y es verdad que luego cuando paro me digo, ay, pues es verdad, me duele mucho. A veces pienso que si no le hubiera pasado esto a Nagore, yo seguiría viviendo en mi mundo de yupi, que era fabuloso; pero si lo que le ha pasado sirve para algo... Es que yo no me puedo quedar en casa. No todas las mamas han tenido la oportunidad de que Helena Taberna haga un documental sobre su hija. ¿Me entiendes? No me puedo quedar en casa teniendo ese material porque las demás no lo tienen. Es que esto es por todas, hay que cambiar por todas.

Dice que le ayuda muchísimo el dar esas charlas a los niños. ¿En qué consisten?

Ellos ven el documental de Nagore y me hacen preguntas sobre él. Por ejemplo, una chica lanzó la idea de poder irse, dentro de su libertad, con quien quisiera, pero avisando a sus amigos de con quién se va como una manera de protegerse. Otro alumno me dijo que si lo de Nagore le hubiera pasado a él, le hubiera matado. Y yo le digo que no, que hay que hacer que las cosas cambien y que haya justicia, y que la solución no es matar a alguien. Es llevar el mensaje de que si tú me respetas a mí, yo te respeto a ti, y esto no habría pasado. Esas cosas que las sabemos todos y que no lo hacemos. Y luego, por ejemplo, yo pienso que a estos chavales, el que la madre de Nagore vaya al cole y les explique su historia, no es lo mismo que que vean solo el documental. Yo creo que les llega a ellos más y por eso voy. Si yo puedo hacer que llegue más, que piensen más, si puedo transmitirles que tengan personalidad, que hagan lo que ellos quieran, pero lo que ellos pidan, no lo que quiera un grupo. El poder darles esos consejos... Buf, es que luego salgo y me ves y parece que me ha tocado la lotería de lo contenta que salgo porque pienso que he hecho algo bien [se emociona].

Cuando habla, lo hace sin rencor. ¿Cómo es posible haberse liberado de ese sentimiento?

Es que creo que nunca lo he tenido. Yo nunca he tenido rencor y rabia con ese chico, he tenido decepción, he tenido malestares. Al principio, los primeros días claro que tenía rabia, pero yo pienso que todo es educacional. Vamos a ver, yo pienso que ese chico, el que mató a Nagore, es un chico que no fue capaz de soportar que alguien le dijera que no, que fue capaz de dar golpes. Eso es porque falta algo ahí, porque se les escapó a sus padres o a la educación. Hay que enseñar a los chavales que eso no es así. Y fíjate que después de tanto tiempo, no ha sido capaz de decirme oye, siento lo que le hice a tu hija, aunque sea por un telegrama.

¿Sería capaz de perdonar a este hombre?

No sé si sería capaz de hacerlo, pero sí me gustaría que me mandase ese perdón. Luego, si algún día me lo manda, no sé cómo reaccionaría. No sé si me caería diciendo, mira, por fin se ha arrepentido; o a lo mejor no me afecta y digo que es muy tarde. No sé cómo reaccionaría porque hasta que no pasan las cosas, no lo sabes, pero sí que me gustaría recibirlo. Yo no quiero que el asesino de Nagore sea una persona que vuelva a hacer otra cosa a una mujer, ¿me entiendes? Quiero que haya aprendido la lección, quiero que se haya arrepentido, pero eso no sé si ha ocurrido. Yo no tuve justicia en los tribunales, tuve la justicia del pueblo, y a él no le hubiera importado pasarse cinco años más en la cárcel, pero que no hubiéramos sacado ese documental y que no se hubiese hablado tanto de él. A mí sí me gustaría que me pidiera perdón.

Asegura que no tuvo la justicia de los tribunales. ¿Por qué lo dice?

Creo que todos los asesinatos son iguales, y no me parece justo que unos se vayan con 9 años por el jurado popular, y a otros con lo mismo, le caigan veinte. Siempre he luchado por la justicia y porque él pagase, no más que nadie, sino igual que todos. Y si los otros están con los presos comunes, que estén todos juntos, que nadie tenga excepciones. Además, luego está lo del dinero, que si tienes dinero, te quitan años. No hace falta que nos den dinero por haber matado a nuestras hijas. Yo hablo de mi caso ¿eh? Y luego pues que no pueden dejarle trabajar de psiquiatra. De la misma forma que uno que hace mal a una niña, no puede trabajar con menores; el no debería poder trabajar de psiquiatra. Él ya puede trabajar en la sanidad pública desde el año que viene. Y yo digo que si es muy listo, que sea ingeniero o arquitecto o yo qué sé, pero que no sea psiquiatra. Me parece 'injusta' la justicia que tenemos porque hay una diferencia de clases, y ahí es muy importante quien es el que te mata.

Habla sobre la duración de las condenas. Se está hablando de la prisión permanente revisable. ¿Qué opina? ¿Es un castigo suficiente el tenerles toda la vida en la cárcel?

A mí tampoco me vale ese castigo. Yo no sé lo que está bien, pero cuando dicen la prisión permanente revisable, pues tampoco la quiero. Esa es la que menos me gusta de todas. Fíjate, me gusta menos que la que me salió a mí porque eso es un engaño para la gente con poder. Si el mío [el asesino de Nagore] hubiera tenido una permanente revisable, hubiera salido enseguida porque hubieran dicho que está bien de la cabeza. Si el que la mató hubiera sido un “pringadillo”, se hubiera quedado en la cárcel toda la vida. Me parece todavía más desigual que lo que tenemos ahora.

¿Cuál sería un castigo justo para algo tan irreparable como quitarle la vida a una persona?

Para mí, por ejemplo, sería que si la pena son 20 años, son 20 años para todos. Así, el que vaya a hacer eso, sabe que va a estar 20 años. Tenga dinero o no tenga dinero, tenga poder o no tenga poder, que todo el mundo sepa que tiene un castigo, y no que por ser Fulanito voy a librarme de cosas. Eso para empezar. Por otra parte, lo que no puede ser tampoco es que lo que ocurre con las violaciones... Por ejemplo, yo conozco a una chica en Madrid que la violaron y estuvo muy mal, y el chico ha estado 15 años en la cárcel. A mi me parece descompensatorio. No puede ser que las violaciones estén más castigadas que los asesinatos porque entonces por ejemplo, dirán: si yo por violarla voy a estar 15 años, y por matarla, 10; pues venga la mato. Es igual que el caso de las niñas víctimas de las manadas. No pueden denunciar y pensar que [los agresores] se pueden ir de vacío. La sociedad tiene que saber que el que se sale de las normas, lo paga.

Menciona el caso de La Manada. Estos días se ha conocido que a dos de sus cinco miembros se les ha condenado a tres años de cárcel por grabar la agresión. Además, la Justicia rectificó y les condenó a 15 años de cárcel en vez de a 9 por abuso sexual. ¿Estas rectificaciones le ayudan a volver a confiar en la justicia?

Claro. Si la han violado, la han violado. A mí eso me parece perfecto. Lo que no me parece perfecto es que las condenas por las asesinadas sean parecidas en los años. Qué más gustaría a mí que Nagore estuviera viva, y ya la sacaría yo del pozo, ya lo intentaría con mucho cariño y con mucho amor. Para mí no tiene que seguir equitativo. Lo que más tiene que ser castigado es el quitar la vida. Me has quitado la vida, son más años. Luego, el estar toda la vida ahí, pues tampoco. Yo quiero que hagan cosas para la sociedad, que no estén en la cárcel 30 años sin hacer nada. Tienes que tener falta de libertad, pero también hacer tú algo para compensar a la sociedad por lo que has hecho.

Desde el caso de Nagore, hace once años, hasta el caso de La Manada. ¿Qué cambios se han producido? ¿Cómo ha influido la opinión pública en la Justicia?

Todo. Vamos a ver, con Nagore, en Pamplona empezó el movimiento de salir a la calle, de protestar, etc, pero la manada es ya mucho más. La gente se ha concienciado más. Ya ves cuando llega el 8 de marzo cómo sale la gente. Aunque parece que se ha avanzado poco, se ha avanzado mucho. Lo de La Manada ha sido un avance muy grande para que la sociedad se implique más. Todo el mundo está más concienciado. A mí me parece que se ha avanzado mucho, y yo estoy convencida de que las leyes se van a asentar. Yo pienso que sí se están haciendo cosas, pero todos los cambios suponen mucho tiempo y son muy duros. La sociedad y las chicas jóvenes se han implicado en esto. Pamplona, por ejemplo, es una sociedad que se mueve mucho y apoya muchas de estas causas, y ahí está la asociación Lunes Lilas. Es una gran sociedad a la hora de apoyar, estar y luchar por las igualdades y por todo.

Hace unos días, Tere Sáez, la fundadora de Lunes Lilas, mencionaba en una entrevista en este periódico que hay que ponerse una medalla porque mujeres que no necesitaban decir que son feministas, lo han tenido que decir. hay que ponerse una medalla porque mujeres que no necesitaban decir que son feministas, lo han tenido que decir.

Mira, yo siempre estaré agradecida a la asociación Andrea Lunes Lilas. Cuando te pasa una cosa de estas, estás más sola que la una. Yo he encontrado a muchas madres que están destruidas porque no han tenido apoyo. Y que venga alguien y te dé la mano, te apoye, te aprecie, te quiera y te ayude... Y luego ves cómo trabajan... Y yo digo, cómo me puedo quedar yo en casa, si gente a las que no les ha pasado nada, están ahí luchando como jabatas, protestando, estando ahí... ¿Cómo te vas a quedar tú en casa?

¿Qué es lo que más le ha enseñado el grupo que conforma Lunes Lilas?

A mí me han ayudado en todo. Yo solo te digo que las quiero un montón a todas porque me han dado cariño. Nunca me han dejado sola, siempre han estado ahí. ¿Tú sabes lo que es eso? Y luego ver el trabajo diario que tienen y cómo van y se vuelven locas para un lado, para el otro... Todo el día pidiendo para esto, para lo otro, intentando hacer cosas, intentando que la sociedad se entere de lo que hay. A mí me parecen fabulosas. Hay muchas chicas jóvenes también. Al final te contagian esa lucha y te contagian todo eso que tienen ellas. Debería haber muchas Andrea-Lunes Lilas en todas las ciudades porque es importante que a quien le pase esto, no se encuentre sola. Por eso siempre digo, cuando pasa una cosa así, hay que apoyar a la familia, estar ahí, abrazarles. Que sientan que no están solas. Para mí eso es lo más importante, no sentirte sola, sentirte acompañada en tu desgracia.

¿Cómo imagina que va a terminar esta lucha?

Hay que hacer muchas cosas, pero yo creo que se van a conseguir muchas cosas. Ahora hay muchos colegios trabajando el club de los valientes, por ejemplo. Una niña pequeña me contó que ella formaba parte del club de los valientes, que puede intervenir en clase y corregir si algo no está bien. Lo que antes era ser chivato, ahora es ser valiente. Es enseñarles a decir que son personas comprometidas y que todo lo que sea malo lo pueden decir porque son buenas personas. Hay que empezar a cambiar, a enseñar a pensar que los niños son iguales y que hasta ahora el malote era el guay, pero hay que darle la espalda. Y eso se cambia con educación. Antes de irme de este mundo, que pienso durar muchos años porque este cáncer no va a poder conmigo, quiero irme sabiendo que llevamos un trabajo muy bien hecho y que estas ideas las vamos a expandir y vamos a dejar un mundo mucho mejor.

¿Se va a conseguir algún día que no haya una Nagore más, que no haya una Manada más?

Bueno, lo de conseguir que no haya ninguna no lo sé porque siempre va a haber algún loco, pero que no va a haber este maltrato, estoy convencidísima de que lo vamos a conseguir. Hombre, el que esté loco y tenga una neurona mal y haga burradas, contra eso no se puede luchar. A mí lo que me preocupa que ellas no se respeten, que no se quieran. El valorarnos, querernos, el pensar que todos somos iguales y que cada una puede hacer lo que quiera dentro de la libertad, sin fastidiar al otro... Esas cosas, esas cosas sí se van a conseguir. Eso, y que sepan que el que la hace la paga, y punto pelota.

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