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Akelarre, una experiencia que redescubrir de camino a los Goya

Fragmento de la película Akelarre

Cristian Ruiz

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Son muchas las veces que somos capaces de ver una película, pero son pocas las películas que vemos más de una vez. En el primer caso, el hecho de revisitar una película suele convertirse en algo –en muchos casos– habitual, pues responde en mayor medida al estrecho vínculo que mantenemos del recuerdo primer visionado que a la calidad de la película per se. En el segundo caso, al relacionar el revisionado con aquel “Olimpo personal” de títulos, llegamos incluso a negárselo a muchas películas. Y muchas de ellas lo merecen. 

En el caso de Akelarre, a cuyo preestreno en Pamplona tuve la fortuna de acudir el pasado septiembre, su revisión viene motivada por las 9 nominaciones a los premios Goya que han provocado –a su vez– su reestreno en las salas comerciales del país. Y es que la Academia del Cine Español decidió el pasado 18 de enero que la película será candidata a recibir el cabezón a mejores efectos especiales, maquillaje y peluquería, diseño de vestuario, dirección de arte, diseño de sonido, música original,  dirección de fotografía, dirección de producción y actriz protagonista. 

Un pleno técnico esperado para la película navarra, que no teme en ningún momento a quedarse corta en su apuesta. Es más, posee la habilidad de buscar las cosquillas hasta a su propio texto con un complejo estudio de encuadres e iluminación que aporta la profundidad de la que los personajes carecen. Desde la distorsión de un ojo de pez hasta la más absoluta oscuridad, a la que solo el fuego se atreve perfilar; un juego de sensaciones primarias que agarran el pecho del espectador y que lo arrastran al son de la música. Y no para hasta que las voces de las niñas, convertidas en flautistas de Hamelín para el ejército de ratas de cruces en el pecho, dejan de resonar.

Sin lugar a duda, Akelarre es uno de los portentos técnicos más interesantes que han pisado la cartelera española. Y su revisionado no hace otra cosa que corroborar su perfeccionismo, su detallismo y como esto acaba convirtiéndose en sólidos pilares sobre los que poder construir cualquier historia; como una de lucha y empoderamiento femenino. Un doloroso viaje al pasado que señala demasiadas cosas en el presente, como que de fantasía se hace la magia y de humo, las creencias: las religiosas y las que nos engañan diciendo que no merece revisitar un título solo por su resolución técnica.

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