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Dardara: una oda en euskera a la universalidad de la música

Fotograma de Dardara

Cristian Ruiz

15 de marzo de 2021 21:18 h

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Ez dadila haria eten / que no se rompa el hilo que nos une fueron las palabras con las que que Gorka Urbizu, cabeza del grupo de rock Berri Txarrak, se despidió de sus fans el 23 de noviembre de 2019 en el Navarra Arena; el último concierto de su gira de despedida Ikusi Arte Tour. Sin embargo, las palabras de agradecimiento de Urbizu colisionan, en el inicio de Dardara, con el esfuerzo físico que se escapa de los rostros del grupo durante el crescendo final de Ohiu en el mismo concierto. Un resumen encapsulado en pocos minutos, una sutil muestra de la dicotomía con la que alguien que decide pausar una carrera justo en su momento más álgido tiene que lidiar. 

No obstante, la razón de ser de Dardara no es el fin del grupo. Es más, si Marina Lameiro expone razones –aunque pocas más que 25 años de carrera ininterrumpida se necesitan– es porque su naturaleza y la forma en la que se concibió –la última gira del grupo– se lo exigen. Dardara es una romántica carta de agradecimiento, de parte de la banda, a sus seguidores. Una sutil y poética dedicatoria, que acierta atreviéndose con el euskera como única razón de ser –tal y como lo hace el grupo del que toma la voz– y encuentra su mayor virtud en los testimonios de sus fans.

De hecho, resulta más lógico analizarla desde Young & Beautiful primer largometraje de la realizadora pamplonica– que respecto a otros “rockumentales”, aunque su estética y estructura la encasille en el género: revisión de los inicios, los nervios del backstage, espectadores que miran al frontman de Lekunberri como los niños de Diez minutos más viejo y demasiadas canciones del grupo. También una reflexiva voz en off llevada a cabo por el propio Urbizu, encargada de impregnar de lirismo y poesía cualquier plano. Pero es la intimidad con la que Lameiro se acerca a los personajes secundarios la que carga de corazón la película. Un espejo de hasta 10 diferentes historias en el que cualquier fan puede verse reflejado: aunque hablen alemán, japonés o inglés. Aunque cada uno entienda cosas distintas: desde el vínculo entre una madre y su hija y hasta el “renacer” de un adolescente. La música es lenguaje universal. 

Ez dadila haria eten / que no se rompa el hilo que nos une. Dardara no es un retrato generacional, pero sí destaca por la sinceridad y universalidad que su punto de vista le otorga. Dardara es un regalo para los fans de Berri Txarrak, pero también es un homenaje universal al sentimiento de pertenencia y a la música. A ese “temblor” que precede a la borrasca de aquel concierto y que agita todas las hojas muertas de nuestro cuerpo para que el contacto sea más sentido.

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