La huella imborrable de los abusos sexuales en la Iglesia: “Los delitos estarán prescritos pero nuestro dolor no caduca”
La verdad no prescribe y el derecho a ella y a la reparación de las víctimas de abusos sexuales en la Iglesia han protagonizado la mesa redonda organizada este viernes por eldiario.es en Navarra. “No es fácil llevar una mochila de 40 años en silencio. Cuando hablo de justicia no hablo de la condena a los abusadores. Los delitos estarán prescritos pero nuestro dolor no caduca”, ha solemnizado un emocionado Mikel Eziolatza tras narrar en primera persona su caso en los Reparadores de Puente La Reina cuando estaba interno allí en la década de 1980.
Junto a Eziolatza, que ha arrancado los aplausos del público, han participado en este foro moderado por la periodista Amaia Otazu otras víctimas de la asociación navarra, muy movilizada en los últimos meses y que ha hecho públicas numerosas denuncias en variados colegios de muchas localidades de la comunidad foral. También han llegado afectados por estos abusos en otros puntos de España y representantes de organizaciones como Infancia Robada.
Ha abierto la mesa redonda el consejero de Políticas Migratorias y Justicia del Gobierno de Navarra, Eduardo Santos, que ha anunciado que ha pedido por carta al Arzobispado de Pamplona y Tudela que explique las medidas que adoptó en el pasado para prevenir estos casos. Santos ha aplaudido la “valentía” de las víctimas que han dado el paso de denunciar públicamente su historia y ha propuesto que el ‘Me too’ se extienda también para destapar toda la “verdad” detrás de la Iglesia católica.
La abogada de Infancia Robada, Leticia de la Hoz, ha pedido a la Iglesia que “responda” y que, en realidad, “siga lo que marca el Papa Francisco”. “Que no hagan nada les vuelve a victimizar. Es encubrir, tolerar, tapar, cooperar con el delito. Si alguien tiene que sentir vergüenza no eres tú, es el agresor. Si alguien se tiene que sentir culpable no eres tú, es el agresor”, les ha dicho a las víctimas. De la Hoz ha puesto algunos ejemplos del ‘caso Gaztelueta’ para demostrar el camino largo que queda por recurrir para sacar a la luz todos los casos.
La criminóloga y doctora Gemma Varona, que elabora un estudio sobre la materia desde hace tres años, ha diagnosticado que los abusos en la Iglesia son doblemente graves por el “abuso poder” que implica. “A la victimización primaria, que es muy grave, el abuso sexual de un menor, hay que sumar la absoluta victimización secundaria. El daño adicional que se añade con un proceso sistemático de silenciar y culpabilizar. Y lo ha hecho una institución que tiene que estar con el más débil. La mayor parte de miembros de esa institución no actuaron así, pero algunos sí lo hicieron”, ha señalado Varona.
Las víctimas han denunciado el “muro de hormigón” que han encontrado al buscar respuestas en la Iglesia. Otros arrastran secuelas 20, 30 ó 40 años después de sufrir los abusos. Otras no han podido estar presentes porque, simplemente, no pudieron sobrevivir a su drama. “No nos dejéis solos”, ha clamado desde el público un hombre que sufrió en sus propias carnes y en las de un familiar cercano. “Compartir tu historia es duro, pero es liberador”.