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“No me imaginaba que esto fuese tan rápido”: el municipio navarro de Milagro se cierra tras superar una incidencia de 2.400 casos en 15 días

Control de la Policía Foral en la entrada de Milagro

Rodrigo Saiz

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“Parece mentira que esto nos pase ahora”, se lamenta un vecino de Milagro mientras da el último sorbo a su café sentado en la terraza de un bar del pueblo. “Llevamos más de un año de pandemia y nos toca cuando ya nos están vacunando”, añade. Los habitantes de esta localidad de la Ribera llevan pocas horas confinados perimetralmente y sin poder consumir en el interior de bares y restaurantes por el gran incremento de los contagios que se ha registrado en los últimos 15 días. “Hasta ahora no habíamos tenido casi contagios y la gente se pensaba que vivíamos en una burbuja libre de coronavirus”, apunta otra vecina. En apenas dos semanas Milagro ha pasado de tener dos casos de COVID-19 a casi un centenar, y la incidencia acumulada ya sobrepasa los 2.400 casos por 100.000 habitantes. Un 2,6% de la población de Milagro ha pasado o está pasando la COVID-19.

Una de las claves que explica la gran transmisión que se ha producido en Milagro es la prevalencia de la variante del Sars-Cov-2 detectada en origen en el Reino Unido, según la consejera de Salud. Esta variante, que es mucho más contagiosa, origina ya más del 90% de los positivos en Navarra y provoca casos como el de Milagro, que en apenas 15 días se contagie más del 2% de la población. “Si entra el virus en la casa, todas las personas convivientes se terminan afectando”, señalaba este viernes.

“La gente ya casi no sale a la calle, todo ha cambiado en dos semanas”, cuenta Javier, otro vecino de Milagro. Sentado en una mesa de una terraza con dos amigos asegura que a todo el pueblo le ha sorprendido lo rápido que se han incrementado los contagios. “Esto es así, uno se contagia va al trabajo, se lo pasa a sus compañeros y se expande a toda velocidad”. Algo así es lo que ha pasado, ya que en el municipio hay varios brotes registrados: en empresas, cuadrillas de amigos e incluso aulas escolares. “Ya hay cinco clases confinadas”, indica Ramón, agente de la Policía Municipal.

Los vecinos coinciden en que el cambio se produjo poco antes del puente de San José. “La gente estaba muy confiada, casi no habíamos tenido casos y hubo varias celebraciones de cumpleaños, se veían grandes cenas en distintos bares y la cosa se desmadró”, señala Javier. A partir de entonces, las calles y terrazas de Milagro se vaciaron. “La gente ya se ha concienciado, en cuanto ha visto que les afecta de forma directa han cambiado su comportamiento, muchos ya solo salen para hacer la compra”.

“Nosotros lo hemos notado un montón”, afirma la dueña de un local de hostelería. “Antes ya íbamos justos y desde hace algo más de una semana hemos notado un bajón importante, la gente tiene miedo y no viene”. La pérdida de la vida social en el municipio se palpa en los bares y restaurantes, que están prácticamente vacíos a la hora del almuerzo, uno de los momentos del día en el que los hosteleros hacen más caja. A pocos metros de este bar, hay otro con la persiana bajada y un cartel pegado en el ventanal que explica que han tenido que cerrar “por contagio de COVID-19”. “Hay varios bares que han tenido que cerrar por tener positivos”, apunta otro vecino.

En otra terraza, un grupo de cinco personas almuerza unos pinchos de tortilla como cualquier otro día. “No somos de aquí, somos de un pueblo de Sevilla, llegamos ayer para la recogida del espárrago”. Son los otros habitantes que durante los próximos meses tendrá Milagro, los temporeros que llegan para la cosecha. “Nos enteramos viniendo de que iban a confinar el pueblo y tuvimos que pedirle a la empresa que nos hiciera el justificante, que además necesitaremos a partir de la semana que viene para ir al campo”. Son más de 30 personas las que han llegado desde Sevilla para la cosecha del espárrago que comienza ahora y se extiende durante 90 días. “A nosotros estas medidas no nos afectan, venimos a trabajar, son tres meses en los que no salimos del campo, es trabajo de lunes a lunes”, cuenta uno de ellos.

Es el tercer año que vienen a Navarra a trabajar de temporeros y aseguran que la imagen del pueblo de estos dos últimos años no tiene nada que ver con el primero. “El año pasado por el confinamiento que había en todo el país y este por el cierre el pueblo parece otro a la primera vez que vinimos, casi no se ve gente por la calle”, coementan.

Comparten la misma sensación que el resto de habitantes del pueblo, si bien Ramón, policía municipal, asegura que la gente “podía ser más responsable”. “Hoy [por el viernes] es el primer día de cierre perimetral y no ha habido ninguna incidencia, pero está claro que si la gente hubiera sido responsable antes, no habríamos llegado a esta situación”. Ramón confía en que el cierre perimetral ayude a frenar los contagios. “Habrá que ver cómo funciona, sé que había gente que vive en Pamplona y que tienen segunda residencia aquí que ya no van a poder venir, eso igual ayuda algo, pero dependerá también de la responsabilidad de los de aquí”.

El cierre no solo ha afectado a los planes de Semana Santa de algunos y a la hostelería, sino que también al resto de negocios del pueblo, como cuenta el dueño de la ferretería Sagar. “Suministramos a casi todos los municipio de la Ribera y esto es una faena, ahora no van a poder venir a comparar”, lamenta. En vista de que las ventas estas semanas “caerán drásticamente” ha decidido recortar los horarios y solo abrirá por las mañanas algunos días.

Todos en el municipio esperan que “esta pesadilla” se termine pronto para poder volver a la relativa normalidad que había antes en Milagro. “La gente nos lleva ayudando desde el año pasado para que no nos vayamos a la quiebra, ojalá nos puedan ayudar una vez más para recuperar la actividad lo antes posible”, ruega la dueña de una de las cafeterías del municipio.

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