24-M en Navarra: cuando la incógnita es si se vota por cambio, recambio o la continuidad

¿Ganar las elecciones y perder un gobierno? Es la pregunta que está en el aire cuando, por fin, llega el 24-M. Pese al discurso triunfalista generalizado, pese al cruce de encuestas con diferente reparto de poder, de puertas para adentro hay pocos representantes políticos en Navarra que duden de la victoria de UPN en estas elecciones forales. Salvo sorpresa mayúscula, claro está. Otra cuestión es que eso le asegure la Presidencia del Gobierno de Navarra, que se antoja complicada porque, una vez más, en la Cámara foral se augura fragmentación con la (más que probable) llegada de nuevas formaciones y, por tanto, liderar obliga a pactar. Las cábalas sobre quién pueda aliarse (o acordar votos o abstenciones) con quién han marcado la pre-campaña, la campaña y, ahora con más razón, lo que venga después. Y, para decidir la capacidad de negociación de cada sigla, la clave estará en esa población indecisa (según el último barómetro del CIS, atentos, del 42,6%) que elija entre el cambio, el recambio o la continuidad. Y en el voto oculto, que no es lo mismo, y no reconoce cuando se le pregunta a quién vota.

Lo cierto es que todas las formaciones que aspiran a estar en la próxima Cámara foral han hablado, de una u otra forma, de regeneración. Puede que lo normal fuera decir que no se conocen personas imputadas en las listas (la hasta ahora alcaldesa de Tafalla, Cristina Sota, investigada por su participación en Construcciones La Nava antes de su etapa al frente del Consistorio, figura únicamente como suplente en la lista de UPN, y el primer edil de Murillo el Fruto ha intercambiado demandas con el aspirante del PPN), pero en la actualidad resulta reseñable.

La consecuencia de ese publicitado nuevo tiempo político es que los partidos han tenido que, salvo en el caso de Uxue Barkos (la candidata de Geroa Bai ha vuelto a ser la candidata mejor valorada en las encuestas), dar a conocer a sus nuevas caras, algunas de ellas cuestionadas por las fuerzas contrincantes por tratarse más de un recambio que de una renovación. En cualquier caso, los y las aspirantes a ocupar el mando de la comunidad se estrenan en estas lides, con la excepción de José Miguel Nuin (Izquierda-Ezkerra), muchos tras pasar un proceso de primarias, otros volviendo a primera fila por decisión del partido (Adolfo Araiz, EH Bildu) y alguno, tras un proceso convulso marcado por la necesidad de pasar página, algo que finalmente solo se ha hecho a medias: José Javier Esparza, candidato regionalista, aseguró que no lideraría una lista si no había regeneración, en un claro mensaje a Yolanda Barcina, esta dio un paso atrás en sus aspiraciones a estar dentro de la plancha foral y, al final, la lista ha dado cabida a muchos de los pesos pesados del partido.

Las referencias a UPN tienen que ser constantes porque, para la oposición, es el enemigo a batir. Por mucho que en campaña haya habido cruces de reproches entre prácticamente todas las formaciones, la gran pregunta a resolver en esta jornada electoral es si UPN tendrá apoyos para seguir gobernando (esa fue una de las claves para que el expresidente del Gobierno Foral Miguel Sanz hiciera campaña por un candidato con capacidad de llegar a acuerdos, tras la crisis por la ruptura del co-gobierno con el PSN y el cierre de puertas que eso suponía) y las cábalas, dentro de las (auto)proclamadas fuerzas del cambio, es que para la alternativa será vital superar la suma de fuerzas que puedan suponer UPN, PSN, PPN y Ciudadanos. Pero eso, todavía, es mucho suponer, porque también significaría que fuerzas como Geroa Bai, EH Bildu, Podemos o Izquierda-Ezkerra se pusieran de acuerdo para gobernar. Aunque, por muy complicada que pueda suponer esa suma entre diferentes (hablamos de partidos e, incluso, coaliciones), la propia campaña de UPN ha ido encaminada a combatir esa posibilidad, con su campaña (con aire algo osasunista, por cierto) navarrísimo y sus advertencias de que Navarra está en juego este 24-M.

La tensión ha sido evidente durante esta campaña. Se ha percibido en los carteles arrancados, en las pintadas denunciadas por Lourdes Goicoechea (UPN) en su casa de Olazagutía y, también, en los mensajes, denuncias y salidas de tono: en las referencias al terrorismo y a EH Bildu, los cruces de reproches entre Ciudadanos y UPyD, la grabación para denunciar el cambio del número dos de Ciudadanos al Ayuntamiento de Pamplona, el presunto trato de favor señalado por el Gobierno Foral en una contratación a Laura Pérez Ruano (Podemos) en el concejo de Artica, la gestión de Esparza cuando estuvo al frente del Ayuntamiento de Aoiz , las oportunas entradas en servicio de las nuevas UCI

Diferentes encuestas

Un juego frío que, al final, no termina con las votaciones del 24-M. Porque, las elecciones, al final, únicamente proveen de cartas a cada jugador. Lo que parece difícil es que las formaciones que estaban presentes en la pasada legislatura en el Parlamento, salvo alguna excepción, mejoren o repitan resultados (UPN tenía 19 escaños, PSN 9, Bildu 7, Aralar -que fue parte de Nafarroa Bai- 6, PPN 4, Izquierda-Ezkerra 3, y no adscritos -Geroa Bai, tras la ruptura de Nafarroa Bai- 2), ante la llegada de formaciones como Podemos y Ciudadanos y, está por ver, la llamada a la puerta de UPyD, Equo, RCN… El panorama es tan complicado que, de puertas para adentro, muchas formaciones hablaban ya antes de que terminara la pasada legislatura de la posibilidad de una repetición de las elecciones.

El Navarrómetro auguró un primer puesto de Podemos; el CIS también situó a Podemos cerca de UPN (ambos rondando los 11 escaños); la encuesta publicada por Diario de Navarra en abril apuntó a una victoria de UPN (14-15), seguido de Geroa Bai (9) y Podemos (8); y la de Diario de Noticias, un triunfo entre comillas de UPN (13) con un crecimiento destacable de Geroa Bai (10). Todas, sin excepción, fueron cuestionadas.

Ahora llega el momento de la encuesta definitiva, cuando a cada partido no le quedará otra que reflexionar sobre sí mismo y la posición en la que queda.