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¿Qué pasará en África después del ébola?

El ébola ha sido una de las palabras, según la Fundación del Español Urgente, que han marcado 2014. Pero, ¿es correcto referirse a ella en pasado? El brote más grave de la historia de este virus sigue afectando a los países de África Occidental. Uno de ellos, y donde en la actualidad han seguido aumentando los casos, es Sierra Leona, un país en el que la Organización No Gubernamental Médicos del Mundo lleva trabajando desde hace más de diez años. Una de las integrantes de la entidad en Navarra y presidenta de la Coordinadora de ONGD, Patricia Ruiz de Irizar, ha vuelto recientemente de Freetown, capital del país, tras veinte días realizando labores de coordinación de los proyectos de la entidad sobre el terreno: desde un nuevo hospital con 100 camas en Moyamba, al sureste del país, a la preparación de los centros de salud en Koinadugu, un distrito del norte. Todo ayuda para combatir una epidemia que parece haber relajado su alerta en Europa o América, pero que sigue afectando a África. La Organización Mundial de la Salud habló a finales de diciembre de 7.842 muertes y unos 20.081 contagios

El desinterés por estas muertes es, en opinión de Ruiz de Irizar, “vergonzoso”. Porque puede ser lógico que la preocupación aumente al ver un positivo más cercano, pero no que una tragedia algo más lejana se ignore. “El contagio en España encendió la alarma, fue un detonante y puso el foco de atención sobre un tema que llevábamos mucho tiempo advirtiendo. Pero la respuesta al ébola, en general, ha sido tardía”, cuenta Ruiz de Irizar. Ahora sí es cierto que se han movilizado más fondos, hay personal en la zona, las ONG se coordinan con eficacia, las instituciones están más concienciadas y la población nativa ha empezado a acostumbrarse a los centros sanitarios. Este punto es clave para evitar la expansión del virus y, para lograrlo, Médicos del Mundo por ejemplo facilita teléfonos móviles y habilita espacios donde los familiares puedan mantener la comunicación con los pacientes, cumpliendo las pertinentes medidas de seguridad. Este es solo uno de los frentes abiertos.

En Sierra Leona, Médicos del Mundo ha puesto de forma progresiva en activo el mencionado hospital para el tratamiento de casos de ébola en Moyamba, un paso añadido tras las labores de prevención y formación sobre la enfermedad que ya se venían realizando en Koinadugu, donde también se han acondicionado zonas para casos sospechosos en los centros de salud ya existentes. En el caso de la representante navarra de Médicos del Mundo, su labor, entre los pasados 21 de noviembre y 11 de diciembre de 2014, ha consistido en la coordinación desde la oficina de Freetown de todas las actuaciones en el país. Su aterrizaje en Sierra Leona se produjo poco antes del estreno del hospital, por lo que se encargó de velar por la llegada de material, el vetuario y el equipo (la ONG cuenta en la actualidad con alrededor de treinta personas -inglesas, noruegas y españolas- en el país africano, una cifra que aumentará conforme se desarrolle el hospital), así como la coordinación con otras ONG. Por ejemplo, en Moyamba interviene Acción contra el hambre Francia.

Para acudir hasta la zona, Ruiz de Irizar tuvo que pasar un curso de formación en octubre (para trabajar en un centro de tratamiento, por ejemplo, la duración del curso es de entre siete y diez días, siempre complementadas con horas de práctica) con Médicos Sin Fronteras, un paso ineludible que “da más seguridad. Sabes que con una buena preparación puedes acudir a la zona y hacer las cosas bien”. Para ello resulta clave también “la preparación psicológica”, porque el traje agobia, limita los movimientos y tiene un tiempo máximo de uso. Ante un inconveniente, es mejor mantener la tranquilidad, controlar los movimientos y dar paso a un nuevo equipo. Y, en muchas ocasiones, se trata más de ayudar que de curar.

La necesidad de personal sanitario

Porque en zonas como Sierra Leona, la labor sanitaria se centra más en los cuidados paliativos, basados en administrar fármacos para combatir la fiebre y evitar los vómitos, y en cuidar la hidratación de los afectados y afectadas. De ahí la dureza de este trabajo, que sigue necesitando personal sanitario. Este es mayoritariamente extranjero, ya que gran parte del personal local se contagió y falleció durante la epidemia, mientras que el equipo nativo se centra ante todo en labores de desinfección.

En febrero, por ejemplo, está previsto que una nueva enfermera navarra acuda a Koinadugu. La reacción a la epidemia parece por fin encauzada, pero expertos como Ruiz de Irizar se preguntan qué pasará después: “Ahora solo se habla del ébola, y no del sistema sanitario que ha quedado olvidado, otras enfermedades como el cólera o la malaria no se están tratando bien, las campañas de vacunación están paralizadas y las escuelas llevan meses cerradas”. Son consecuencias inmediatas de una epidemia que ha desarbolado un sistema sanitario y, prácticamente, un país entero. El reinicio será, además, desde “un punto de partida peor que antes del ébola”; no se trata, por tanto, de una alarma puntual, sino de una epidemia que dejará secuelas “a mucho más largo plazo”.