Guía para embarazadas ante el coronavirus: qué hacer si tienes síntomas, qué pasa con el parto y la lactancia
El Ministerio de Sanidad ha hecho público un protocolo específico para mujeres embarazadas ante el coronavirus. Dos estudios llegados desde la ciudad china de Wuhan han aportado algo de luz para que otros países afectados por la pandemia, como España, hayan podido dar los primeros pasos sobre suelo firme en esta materia. Sanidad se ha unido a las sociedades científicas españolas e italianas para redactar el protocolo, y ha trabajado en contacto directo con la Organización Mundial de la Salud (OMS).
En conclusión, lo que se sabe hasta ahora, según las investigaciones realizadas, es que las madres gestantes enfermas de COVID-19 no transmiten el virus al feto (se ha comprobado con muestras oro-faríngeas de los bebés y también del líquido amniótico y de la sangre del cordón), tampoco a través de la leche materna y que no tienen mayor riesgo de contagio ni sufren los síntomas con mayor dureza que otras personas. De una muestra de dieciocho embarazadas que permanecieron bajo seguimiento en China, no se ha reportado ningún caso grave. Sin embargo, que los datos permitan ser optimistas no quiere decir que dejen de ser necesarios protocolos específicos para tratar este tipo de casos.
“Las mujeres embarazadas son consideradas grupo de riesgo, no por la incidencia del coronavirus en este grupo, sino porque sus sistemas inmune y pulmonar sufren modificaciones durante la gestación”, explica María Jesús Fernández Simón, presidenta de la Federación de Asociaciones de Matronas de España (FAME9). En el documento facilitado, el ministerio expone que “las embarazadas no son más susceptibles de infectarse por coronavirus, pero tienen un alto riesgo de desarrollar complicaciones obstétricas”. “Algo que ocurre no solo con este virus, sino de forma general con todas las afecciones respiratorias, especialmente durante el tercer trimestre, cuando sufren más cambios inmunitarios”, aclara Ana Gonce, médica del servicio materno-fetal del Hospital Clínic de Barcelona.
Es clave por lo tanto que las mujeres embarazadas extremen la precaución para evitar un contagio que, en su caso, podría derivar en complicaciones mayores (igual que sucede con otras enfermedades infecciosas o víricas como la gripe, ante las que son más vulnerables). Para ellas, Sanidad dirige las mismas recomendaciones que al resto de la población, de extremar la higiene, mantener la distancia social, no salir de casa, evitar todo tipo de contacto con otras personas, o no acudir a centros de salud.
Qué hacer si aparecen síntomas
¿Pero qué pasa si ya presento síntomas? Lo aclara el protocolo: “Las pacientes que se identifiquen como casos posibles deberán separarse de otros pacientes, se les pondrá una mascarilla quirúrgica (si no la llevaran puesta ya) y serán conducidas de forma inmediata a una zona de aislamiento”. Una vez evaluada, el personal sanitario puede decidir si queda ingresada o establece un aislamiento domiciliario “siempre que sea posible y seguro, y la situación clínica de la mujer sea buena”.
En estas circunstancias, con respecto a los controles rutinarios del embarazo, el documento explica que “se deberá avisar al centro correspondiente antes de acudir a las citas programadas, y deberá evitar ir a urgencias si no es estrictamente necesario”. En este último caso también se debe avisar al centro y comunicar el síntoma que presenta la madre para que el personal evalúe si debe personarse o esperar atención médica en su domicilio.
Las recomendaciones de algunos expertos van en la línea de mantener la cuarentena y contactar con el personal sanitario a través de los teléfonos habilitados, pero desde la FAME, parte implicada en la elaboración del protocolo, son muy claros y piden que “las embarazadas sospechosas de contagio acudan siempre que puedan al hospital, especialmente si están en el tercer trimestre, sobre todo para valorar el bienestar fetal”. La doctora Simón recalca además la importancia de que las afectadas “notifiquen nada más llegar si tienen síntomas respiratorios ya que, de ser así, el centro activará un circuito de entrada específico con el objetivo de proteger a las otras mujeres que estén allí por otros motivos”.
Qué pasa con la lactancia
Si las madres enfermas de coronavirus deberían o no seguir con la lactancia es uno de los puntos que más dudas ha generado entre los investigadores y también entre las propias afectadas. Sanidad expone en su propio protocolo que no existen datos en firme sobre el amamantamiento en el caso de mujeres infectadas, pero remite a las recomendaciones de la OMS de mantener la lactancia “tanto para casos de madres confirmadas (en COVID-19) como probables infectadas, siempre y cuando se mantengan medidas para la prevención de infección por microorganismos transmitidos por contacto”.
La doctora Simón, parte activa en la redacción del protocolo lanzado por Sanidad, aclara que se ha llegado a esta conclusión por muchas razones. “Seguimos encontrando más beneficios que riesgos en la lactancia y, de hecho, lo que queremos transmitir es que es un momento fundamental para potenciarla porque sirve para que la madre transmita anticuerpos al bebé frente al virus”. Puntualiza, eso sí, que en los casos de contagio “se evaluará el estado de la madre para establecer de qué forma se procede a llevarla a cabo”.
Gracias a los estudios realizados hasta la fecha sabemos que no hay riesgo de transmisión del virus al bebé a través de la leche materna. En cualquier caso, el ministerio establece que “la decisión final sobre el tipo de alimentación del recién nacido deberá consensuarse entre la paciente y el equipo tratante, en base a los conocimientos científicos de cada momento y el estado de salud de la madre y el recién nacido”.
Piel con piel
Durante la lactancia, el riesgo no está entonces en que el virus pueda llegar al bebé a través de la leche, si no por el contacto directo y cercano que se produce en ese momento entre ambos y que rompe con la norma de distancia social de la que tanto se escucha hablar estos días. “Se tomarán en este caso las medidas de precaución adecuadas en todas las mujeres embarazadas, especialmente si han dado positivo”, explican desde la FAME. Medidas que van “desde el lavado de manos antes y después de coger al bebé, a la utilización de mascarilla o la esterilización el sacaleches si se utiliza…”, aconseja Jessica Vázquez, matrona del Hospital Valle del Nalón, en Asturias.
Se trata de minimizar el riesgo de transmisión por contacto, pero, según la doctora Simón, lo ideal es que ese contacto siga existiendo. “Nos surgían dudas en las mujeres que han dado positivo en coronavirus, pero tomando las medidas de precaución establecidas y siempre y cuando el estado de salud de la madre lo permita, el piel con piel debe seguir practicándose en todos los casos porque ha demostrado tener muchos beneficios tanto para la madre como para el bebé”, explica la doctora Simón.
Partos por cesárea
Un dato destacable de las escasas muestras de mujeres embarazadas llevadas a estudio en China es que a la gran mayoría, 16 de las 18, se le practicó cesárea en el momento del parto. Las expertas consultadas explican que el motivo por el que se decidió proceder en tantos casos a esta vía no viene especificado en los estudios. Creen que responde más a indicaciones específicas por síntomas de la infección, o a alteraciones concretas en los registros de los bebés durante el parto, pero que en ningún caso existe una prescripción que priorice la cesárea en una mujer enferma de coronavirus, solo por este hecho.
Por el contrario, dice la presidenta de FAME, “la recomendación general es el parto vaginal mejor que la cesárea”. Sanidad explica en su documento que “la decisión de realizar un parto por vía vaginal o de una cesárea debe ser evaluada teniendo en cuenta, en primer lugar el criterio obstétrico, si el estado de salud de la madre no permitiera un parto vaginal y, en segundo lugar, el principio de precaución y de protección para el personal que la asiste”.
No se ha comprobado que el COVID-19 aumente por sí solo la probabilidad de sufrir un parto prematuro, a diferencia de los virus de la misma familia SARS-CoV y MERS-CoV. El motivo es que no hay evidencias de se produzca transmisión vertical (que el virus pase de la madre al feto), siendo ese el punto de inflexión que condiciona los riesgos de un parto prematuro o de que aparezcan otras enfermedades en el feto como el distrés respiratorio. Por lo tanto, aunque “la infección perinatal sí puede tener efectos adversos”, apunta el ministerio, por el momento no hay muestras de que esta infección se produzca.
El protocolo especifica que el recién nacido de una madre infectada será “ingresado en aislamiento” y será “monitorizado” para vigilar la evolución de su salud. Según los datos recopilados, la presencia del virus en la madre “no tendría por qué aumentar el riesgo a sufrir complicaciones”. Todos los bebés de los primeros estudios sobre los efectos del COVID-19 en embarazadas nacieron sanos. Solo uno de ellos experimentó un problema respiratorio menor, que fue resuelto con ventilación mecánica, y otros dos tuvieron erupciones en el cuerpo que desaparecieron solas. “Tampoco ha habido casos de malformaciones, aborto u otras enfermedades fetales”, añade Ana Gonce.
Con todo ello, y poniendo el acento en las precauciones que todas las mujeres embarazadas han de tomar para evitar el contagio, las autoridades colaboradoras en este protocolo insisten en mandar un mensaje de tranquilidad: “Nos ha tocado vivir una situación excepcional, pero esto no puede impedir que las madres disfruten de ese momento único como es el del embarazo y el parto,” concluye Fernández Simón. “El sitio más seguro ahora mismo es el domicilio, quédate en casa”.
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