Lo habrás escuchado por activa y por pasiva si acabas de ser madre o vas a serlo pronto: “Todas podemos dar la teta”. Es probable que hayas recibido incluso palabras que pretendían ser de aliento si no podías darla: “Sigue intentándolo, estimúlate más. ¿Has probado con el sacaleches?”. Es un mantra repetido hasta la saciedad que pudo tener sentido en su momento para favorecer la lactancia materna frente a la leche de fórmula. Pero que se ha acabado convirtiendo en una frase machacona que puede generar sentimientos de culpa en aquellas madres que no pueden o no quieren dar el pecho. Y que, además, no es verdad. Porque no, no todas las mujeres podemos dar la teta.
Existen múltiples razones para elegir una u otra manera de alimentación para un bebé recién nacido. Dolor, elección, falta de disponibilidad, comodidad... Todas deberían ser elegidas libremente por la madre y respetadas. Entre esos motivos puede entrar también un problema todavía poco conocido: la hipogalactia, que consiste en tener una baja o nula producción de leche materna. Aunque existen pocos estudios, se calcula que afecta a entre un 4 y un 5% de mujeres. Las causas pueden ser múltiples: hipotiroidismo, problemas de fertilidad, síndrome de ovario poliquístico, cirugías mamarias o pecho hipoplásico [un crecimiento irregular de los pechos y poco tejido mamario] son algunos de los factores determinantes en esta patología.
“El mantra de 'Todas podemos dar la teta' no es real. Hay mujeres que no pueden darla y no por eso son menos madres”, explica Alba Padró, asesora de lactancia y cofundadora de LactApp. “La hipogalactia es un hecho, está ahí; todavía hay pocos estudios, pero hay una incidencia de entre el 4 y 5% de mujeres que la sufren, relacionada con otro tipo de enfermedades mal abordadas”, continúa Padró, que defiende que la decisión de la lactancia debe ser exclusivamente de la madre.
“Para empezar, no todas las mujeres quieren amamantar y eso está muy bien. Pero aun en el caso de que quieran, algunas veces no es posible. Bien porque no soportan el dolor, aunque en ese caso habría que ver qué es lo que lo está provocando, o porque tienen que volver al trabajo. El problema de la hipogalactia es que muchas mujeres con ella quieren dar el pecho, y se nos ha vendido el mensaje de que todas podemos cuando eso no es verdad”, asegura.
La presión sobre las mujeres es lo que más preocupa a Pilar Lobato, matrona jubilada del sistema público. “Claro que la hipogalactia es una realidad y en las consultas deberíamos conocerla. Una de las causas más habituales es el hipotiroidismo, pero no solo. Puede haber componentes psicológicos u hormonales”, cuenta. En su consulta atendió a muchas mujeres en esta situación y lo que más destaca es la necesidad de aliviar tensiones: “Parece que una mujer solo es madre si da el pecho hasta el infinito y más allá, y eso no es así. Se somete a demasiadas presiones a las mujeres con la teta. Si tu opción es otra, te van a machacar y lo vas a pasar mal”, denuncia, y va más allá: “Como siempre, es un tema muy desconocido, que no se ha investigado porque lo que afecta a las mujeres no interesa o interesa menos”.
El diagnóstico que no llega
En muchos casos el diagnóstico nunca llega. Este es el caso de Marta Azabal, madre de dos gemelas nacidas hace casi cuatro años. Nunca le hablaron de la hipogalactia pero ella notaba que la lactancia no funcionaba. “Tuve poquísima leche, apenas salía nada. Las niñas tenían lactancia mixta pautada desde el principio y yo intentaba ponérmelas al pecho, pero allí no salía nada. Con el sacaleches salía muy poquito. Así que aguanté dando teta como un mes y medio, no más. Para mí la lactancia fue un horror”, cuenta.
La misma experiencia negativa la tuvo Beatriz, aunque en su caso sí la diagnosticaron: “Aunque es difícil de confirmar todo apunta a que tengo hipoplasia mamaria y una producción bajísima de leche. Intenté con todas mis fuerzas dar lactancia materna exclusiva pero no lo conseguí. No me rendí hasta la evidencia de la báscula: mi bebé estaba perdiendo peso”, cuenta. Aun así tuvo que aguantar todo tipo de comentarios: “Escuché muchos consejos sobre lo que tendría intentar, el sacaleches, extracciones poderosas y libros de pediatras que nunca amamantaron o nunca tuvieron una mujer cerca con hipogalactia”, asegura.
También cree que pudo tener hipogalactia Irene del Nuevo, aunque a ella nunca se lo confirmaron. “Después de nacer mi hijo, tardó muchísimo en subirme la leche. Me sacaba con sacaleches, llegué a tomar fármacos para aumentar producción... pero nada. Me tiré dos meses poniéndome el despertador por la noche para sacarme leche”, cuenta. A pesar de que lo contaba al personal sanitario, nunca le hablaron ni siquiera de la posibilidad de tener hipogalactia. “Yo me llevaba apuntadas las tomas, estaba empeñada en conseguirlo, me hicieron análisis y todo pero la cosa no funcionaba y nunca me diagnosticaron nada. Pero me quedo con la parte buena, que es haber podido amamantar a mi bebé aunque fuese un poco”, reflexiona Irene.
En las asesorías de lactancia de Alba Padró reciben multitud de casos como estos, si bien ella misma reconoce que es un dato sesgado porque acuden sobre todo las mujeres que tienen problemas con sus lactancias. Esta experta apunta a que, aunque cada vez el personal sanitario está más formado, todavía queda mucho margen de mejora: “Ahora hay más matronas y profesionales que se preparan bien la lactancia, pero todavía hay mucho que mejorar. Necesitamos un sistema que ponga en el centro a las mujeres y las acompañe en sus decisiones”, defiende.