La 'rajita' se llama vulva, solo tú decides si dar un beso y otros mensajes sobre el cuerpo en forma de cuento infantil
Al centro de salud del barrio de Horta, en Barcelona, llegó la ilustradora Lucía Serrano con su hija de cuatro años para una revisión. La enfermera de pediatría Romina Gómez les habló claro: “Esto se llama vulva y es privado”. Madre e hija algo sorprendidas abrieron orejas. Fuera metáforas y mensaje directo: “El pene es el pene y la vulva es la vulva. Lo demás a los niños les confunde y es importantísimo que lo tengan claro”, dijo la enfermera. A Serrano, acostumbrada a utilizar el término “la rajita”, le pareció razonable empezar a nombrar las partes del cuerpo por su nombre. La enfermera prosiguió: “A partir de ahora la niña es la que se limpia o lava su zona privada y solo con su permiso alguien puede tocarle ahí”. Insistió en el concepto de “parte privada” del cuerpo y que los adultos no tocan las zonas privadas a los niños, ni los niños tocan las partes privadas de los adultos. El permiso era otro término que trabajar.
La enfermera Gómez indicó que, a partir de ese momento, cada vez que cogiese o desplazase a la niña debía explicarle por qué. “Insistía en que los niños y las niñas no son muebles. Que había que tratarlos como personas aunque fuesen pequeños”, dice Lucía Serrano. Los niños no son objetos manipulables y la enfermera quería que quedase tajantemente claro. Recomendó a la madre brindarle un espejo para que la hija conociera su cuerpo y en caso de picor, escozor o sensación extraña fuera la propia niña (con su espejo) que reconociera primero qué pasa en la zona. La ilustradora agradeció las directrices “sin paños calientes” porque cierto es que le dio unas primeras herramientas “claras y concisas” para trabajar con su hija conceptos como el de permiso. Así nació la idea de crear un libro para niños y niñas que hablara tan claro como la enfermera.
“A partir de ahora la niña es la que se limpia o lava su zona privada y solo con su permiso alguien puede tocarle ahí
Tu cuerpo es tuyo (NubeOcho, 2021) es el álbum ilustrado que habla a los niños y a las niñas sobre las zonas íntimas. Trata de enseñarles a decir que no, explica sobre los permisos y los secretos malos (aquellos que nos hacen daño y hay que contar) y aborda de manera gráfica (y simple) unos principios para prevenir abusos sexuales. Para la ilustradora tan importante es ponerle palabras a las partes del cuerpo, como darle palabras y espacios a las criaturas para que se sientan seguras de experimentar. Y que a su vez conozcan el consentimiento y permitir (o no) el contacto físico con terceros.
Tocarse y aprender
La psicóloga Gema Castaño es una de las profesionales que ha asesorado Tu cuerpo es tuyo en lo que ella llama cuestiones técnicas. Asegura que los niños empiezan a tener conciencia de sus cuerpos sobre los dos años, que “es cuando empiezan a nombrarse a sí mismos dado que antes no hacen diferencia entre el otro y uno mismo”. Cuando se nombran nace la conciencia de su cuerpo, y con esta llega la experimentación y el descubrimiento físico de lo que les gusta y lo que no. “Es común que entre amigos haya una exploración en el cuerpo de otro, esto es totalmente normal y pedí explícitamente que apareciera en el libro”, dice Castaño, que considera que si entre dos niños hay consentimiento, tocarse y aprender es algo sano. Cuando su hija tenía cuatro años le dijo que “mamá solo le tocaría cuando ella le diera permiso”. Trabajar sobre el permiso y el cuerpo es primordial para la prevención.
Según el Consejo de Europa, se estima que uno de cada cinco niños es víctima de violencia sexual. Es por eso que el Consejo puso en marcha una campaña de concienciación en forma de cuento llamado “La regla de Kiko”. Conocido como “Kiko y la mano”, un niño verde y una mano de colores trata de explicar el contacto físico inadecuado o contar cómo reaccionar en caso de que una situación les incomode. Gema Castaño dice: “Este material es adecuado para hablarles para que en el momento en que algo les hace sentir incómodos sean capaces de decir que no”. La mano juega, le cuenta historias, se hace amiga pero llega un momento en que quiere tocarle debajo del calzoncillo. Es ahí cuando el niño verde le dice 'no'. Zona privada. Por ahí no se pasa.
“Es muy importante que los padres trabajemos sobre el respeto a las partes privadas de las personas”, asegura la psicóloga, que recomienda que a partir de los tres sean ellos los que “cuiden” esas zonas. Con naturalidad hay que enseñarles a lavarse para que solo ellos puedan tocarse y contarles que pueden explorarse. “Los padres tenemos que aprender a respetar las partes privadas y el espacio de los niños, y por supuesto no obligarles a dar besos y abrazos. Es una forma de enseñarles a decir no”, cuenta Castaño. Obligándolos o incitándolos a dar besos y abrazos estamos generando “una cierta sumisión y que realmente no escuchen qué están necesitando ellos sino respondiendo a un deseo de un adulto”.
"El abusador se sirve de secretitos y de una supuesta complicidad con el niño. Así que es importante que sepan que si hay un secreto que les incomoda y les hace sentir mal hay que buscar a un adulto para contárselo"
La parte más necesaria de este libro tiene que ver con la prevención de los abusos pero también con qué pasa cuando se ha sufrido. Gema Castaño dice que cuando hay un abuso “hay una parte de nuestro cerebro que deja de actuar. El hipocampo se bloquea por supervivencia y es el que nos permite saber que un evento ha tenido un inicio y un fin y también contarlo”. Es por eso que en muchas ocasiones las víctimas de abuso olvidan lo que sucedió. “El abuso se queda encapsulado. Se olvida a nivel cognitivo pero no sensorial”, así que como el cuerpo sigue recordando el abuso puede que por un olor o una imagen, muchos años más tarde, se recuerde en forma de “flashback o pesadillas”. Los padres y el profesorado tenemos que estar vigilantes a cambios drásticos de comportamiento. “Estado de ansiedad, nervios o ira. Fracaso escolar tajante o tristeza continuada pueden ser síntomas de que algo ha ocurrido”, asegura.
En Tu cuerpo es tuyo la autora habla sobre los secretos. “El abusador se sirve de secretitos y de una supuesta complicidad con el niño. Así que es importante que sepan que si hay un secreto que les incomoda y les hace sentir mal no es un secreto que guardar, sino que hay que buscar a un adulto para contárselo”, cuenta Gema Castaño. Para Castaño y para la ilustradora Lucía Serrano es primordial generar un espacio de confianza para que se sientan cómodos y hablen. Y si las sospechas son ciertas, pedir ayuda profesional lo antes posible. “La rajita se llama vulva. Y tu cuerpo solo es tuyo”, dice Serrano que es nuevo mantra en casa.
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