Koldo Ochandiano y Tellería, dos 'fontaneros' del PNV de Álava asociados a De Miguel
“En la Gürtel había un ‘pendrive’. Aquí no tenemos un ‘pendrive’, pero tenemos dos cuadernos. Siempre hay un contable que escribe más de la cuenta. Le pasó a Al Capone y en este caso le ha pasado a Ochandiano. Se ha intentado arremeter contra estas evidencias. ¿Por qué? Porque es la pistola humeante de un plan preconcebido”, reflexionó el fiscal Josu Izaguirre en una de sus intervenciones en el juicio del 'caso De Miguel', cuya sentencia se ha conocido este 17 de diciembre. Ese Ochandiano es Koldo Ochandiano (Bilbao, 1967) y fue miembro de la dirección del PNV de Álava con Alfredo de Miguel -Txitxo- y Aitor Tellería, con quienes coincidió en EGI. Ahora ha sido condenado por corrupción. Entre sus cometidos en el partido, a pesar de ser prácticamente un desconocido, se hallaba la organización de actos electorales y campañas.
Los agentes de la Ertzaintza que registraron en 2010 la vivienda de Ochandiano y de su esposa, Iratxe Gaztelu-Urrutia -que fue candidata a parlamentaria en las autonómicas de 2009, hallaron esos cuadernos en el camarote y más de doce horas después de haberse iniciado la operación policial con el arresto de los socios de la empresa Kataia Consulting, la pantalla utilizada por el trío de dirigentes nacionalistas para canalizar comisiones. El lugar en el que se encontraba era muy angosto y, como no podía acceder la comitiva judicial al completo, lo hicieron solamente el secretario judicial -la máxima autoridad al mando en el lugar- y la ertzaina con número profesional 15431.
Fue la agente quien localizó un “archivador de color azul” y, en su interior, un “cuaderno con pastas de color granate” de las Juntas Generales de Álava. Le pareció interesante al contener alusiones a Kataia Consulting y pidió y recibió el visto bueno del secretario judicial para decomisarlo. Quedó etiquetado como prueba ‘B14’. Muchas de las notas descritas en sus páginas se corresponden con movimientos económicos reales. Los investigadores, por ejemplo, apreciaron esfuerzos para dar apariencia de normalidad y “coherencia” a Kataia Consulting, lo que incluyó el alquiler de una pequeña oficina a la sociedad Martillue, computar como gastos laborales el pago de facturas telefónicas personales y viajes a los socios, la compra de una furgoneta Fiat Dobló para Tellería como supuesto vehículo de empresa (en las anotaciones de Ochandiano aparece un dibujo del coche como destino del dinero “negro”) y hasta una nómina ficticia para la suegra de De Miguel, Pilar Lasa. “También podemos pagar a Pili, la suegra de Txitxo, para que la caja no quede tan abultada”, comentaron Aintzane de Miguel y Ochandiano en un ‘e-mail’. Otra de las notas era “Obra 4% Kataia”.
Contable de profesión, el dirigente del PNV alavés ejerció esas funciones, por ejemplo, en Osakidetza o en el parque tecnológico de Miñano, además de en la asesoría privada ATE de Aitor Alzola, dirigente de su partido. Amigo de De Miguel, fue la persona que fue dando las instrucciones para ir constituyendo la maraña de sociedades mercantiles del entramado en coordinación con Txitxo y su hermana, la contable. Es el caso de Riera Urbanizer, la filial de Construcciones Riera para impulsar el pelotazo de Zambrana y por la que Kataia Consulting ingresó una comisión. Y es también el de Errexal, adjudicataria de contratos 'a dedo' del Gobierno vasco. Este 2019 ha vuelto a trabajar a Miñano en un llamativo giro circular de los acontecimientos.
El político, en el juicio, mantuvo una posición contradictoria para defenderse. Por un lado, con un cierto aire socarrón, retó al tribunal a que le entregaran una calculadora para demostrar que las cifras de sus notas no se ajustaban a movimientos económicos reales. “El 4% no coincide con nada”, proclamó. Pero, por otro lado, la principal estrategia de defensa de su letrado, Carlos Chacón, ha sido siempre intentar que el cuaderno B14 sea considerado como prueba nula. ¿Qué importa que sea valorada por la Justicia si los números realmente “no coinciden”? Tal ha sido el esfuerzo en sacar de la circulación ese cuaderno que se ha llegado a acusar a la Ertzaintza de “manipular” o “enriquecer” esas notas para que encajasen con las tesis de los responsables de la investigación. Nadie en el Gobierno o en la dirección de la Policía salió en defensa de sus agentes ante semejantes aseveraciones.
“Desde el convencimiento de mi inocencia, si por motivo de mi actitud alguna persona se ha podido sentir molestada, de corazón mi más sinceras disculpas”, quiso decir Ochandiano como última reflexión tras el largo juicio de 2018. “He cometido aciertos y errores. El único que he cometido fuerte es el que me ha traído aquí [...]. Quiero pedir disculpas”, apostilló su colega Tellería.
Tellería es el mayor del trío de Kataia Consulting (Bilbao, 1962). Ingeniero agrónomo, durante su trayectoria política, además de dirigente del PNV de Álava con funciones de Organización, ha ocupado cargos como director de Agricultura de Álava, concejal o parlamentario foral. Hay cargos actuales del PNV que confiesan en privado que no lo nombrarían para ningún cargo aunque no hubiera otro militante disponible en el partido. En una de las grabaciones de la denunciante incorporadas al caso se le escucha decir sobre las comisiones “De un sitio u otro, pues tenemos que sacar lo que nos corresponda. Es así, porque si no lo tenemos jodido”. En otra De Miguel se refiere a él como el que se encarga de “estas cosas”, sin saber muy bien el qué. Era un fontanero, hasta el punto de que a veces usaba el apodo de “Pepe Gotera” en Internet.
Su esposa, Araceli Bajo, pertenece a una de las familias nacionalistas más conocidas de Vitoria. Cuando estalló el caso, Tellería dirigía una modesta sociedad pública llamada Ceia en el parque tecnológico de Miñano, un semillero de empresas. Allí repartía su tiempo a partes iguales entre el trabajo, el partido y el envío de chistes y material pornográfico.
La década de este exdirigente del PNV ha sido más azarosa que la de sus compañeros porque, en paralelo al 'caso De Miguel', se enfrentó a otra investigación acusado de haber conformado junto a dos agentes de los servicios de información de la Ertzaintza cercanos al PNV un sistema de espionaje para obtener información de rivales políticos o empresarios. Cuando registraron sus equipos informáticos por la denuncia de corrupción, aparecieron unos documentos que mencionaban confidentes y agentes encubiertos, si bien aquel caso acabó con la absolución de los tres por falta de pruebas. La sentencia se conoció en 2013.
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