Los peritos grafológicos dan un respiro a Eliseo Gil en el juicio por las falsificaciones de piezas en Iruña-Veleia
Los ertzainas que participaron en la investigación del caso Iruña-Veleia han pasado de villanos a héroes en cuestión de 48 horas para el acusado de daños al patrimonio por la falsificación hasta 476 piezas romanas halladas en ese yacimiento, Eliseo Gil, y su activo entorno, que le acompaña cada día en el juicio que se sigue contra él en el Palacio de Justicia de Vitoria. Si el lunes el instructor del informe policial concluyó que se trata “una de las mayores falsificaciones de la historia” en el ámbito de las excavaciones romanas, este miércoles dos expertos en grafología -con un currículum muy dilatado- de la unidad de Policía científica han remarcado no que Gil no sea el autor de los polémicos grafitos “excepcionales” llamados a cambiar la historia del euskera y del cristianismo, sino que “no se puede hacer un informe pericial bien fundamentado” al estar las inscripciones en un soporte de arcilla y no en papel. “Se saldría del método científico”, han recalcado.
Como la duda razonable es una victoria para los acusados en un proceso penal, el abogado de Gil, Javier Martínez de San Vicente, ha exprimido el testimonio de los dos ertzainas y les ha tratado con guante blanco. Hará uso de ello en sus conclusiones. No importa tanto que las piezas sean o no falsas sino que es imposible probar que la mano de Gil está detrás de los grafitos. Este buen tono ha contrastado con su agrio interrogatorio a la tercera experta, Alicia Martínez Carrasco, que en su día elaboró para la Diputación de Álava -titular del yacimiento y denunciante del caso- un informe grafológico que, con algunas cautelas, sí estima que la grafía de las inscripciones presenta “parecidos muy importantes” con una pieza de comparación, la reproducción de una letrina con grabados realizada para una exhibición en Iruña-Veleia. La enorme letrina, por cierto, se encuentra empaquetada en la sala de vistas, aunque ninguna de las partes ha pedido inspeccionarla.
Martínez Carrasco no ha ocultado en ningún momento de su declaración que el hecho de analizar grafía en arcilla (o en piedra o en huesos) no es lo mismo que en papel porque cambia la presión y la forma de trazar. Tampoco ha negado que este factor “perjudica las conclusiones o la fiabilidad de los hallazgos”. Ha considerado, además, que habría sido “absurdo” plantear que Gil realizara escritura sobre un soporte antiguo original para tener un elemento comparativo real, porque sería tanto como plantear erosionar un bien patrimonial.
No obstante, la experta se ha ratificado en que “hay una serie de parecidos que no pueden ser fruto del azar” entre los grafitos de la letrina y los que se pretendieron hacer pasar como tesoros históricos. “Todo me indicaba que ambos tipos de inscripciones pertenecían a la misma mano”, ha apostillado tras la exhibición en las pantallas de juzgado de varias letras con similitudes, a pesar de las quejas y comentarios del letrado de Gil. “No se dirija así a la perito. Las críticas sobran”, ha tenido que terciar la juez Isabel María Díez Pardo a raíz también de las protestas del abogado de la Diputación, Francisco Javier Villarrubia. Ella, a pesar todo, ha recalcado que, con todas las limitaciones, aprecia que en 14 de las 20 letras del alfabeto “morfológicamente” hay coincidencias. Además, ha asegurado que el tipo de latín no parecía similar al de la época, si bien se basó en datos del siglo V cuando el grueso de las piezas son del III, según ha explicado.
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