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La gresca política amenaza el desarrollo del pionero programa de coeducación Skolae

Amaia Munarriz Ibarrola con su hija Maddi y compañeros de su clase.

Miguel M. Ariztegi

El programa de coeducación Skolae del Gobierno de Navarra se ha convertido en el centro de la disputa política en la Comunidad foral. Aclamado por los expertos y vilipendiado por los sectores más conservadores de la sociedad -que aducen que se inmiscuye en las “creencias y valores” de las familias-, las críticas han sido en muchas ocasiones de trazo grueso, con más carga emocional que racional.

Pero lo cierto es que pese a que la sociedad parece estar de acuerdo en que la educación -de los 0 a los 20 años- debe hacer algo más para reducir las sombrías estadísticas sobre violencia de género, contagios de enfermedades de transmisión sexual, embarazos no deseados y falta de tolerancia con las minorías, entre otras cuestiones espinosas que aborda el plan, no nos ponemos de acuerdo en cómo hacerlo.

La plataforma Libertad para Educar, que agrupa a los sectores más contrarios, reunió a cientos -o miles, según se pregunte a la Delegación del Gobierno o a los organizadores- de personas en la primera movilización contra el programa el 15 de diciembre. Lo consideran “ilegal, ilegítimo e injusto”. Además, la Concapa ha llevado el asunto a los tribunales, si bien el TSJN ha rechazado por el momento la suspensión cautelar del programa, que tras un año de pilotaje en 16 centros, se extenderá a 100 el próximo curso.

Eldiarionorte.es visita uno de los centros piloto que ha participado en la elaboración del plan Skolae: la escuela infantil Amalur de Villava, único centro público de su tipo en la localidad, donde cuidan y educan a críos de 4 meses a 3 años. Las formadoras son todas mujeres –“una muestra de los roles de género en las profesiones”, apunta la directora-, 24 personas entre personal docente y no docente, y unos 100 alumnos de dos líneas lingüísticas: un 70% de euskera y un 30% de castellano. Todos los años cambia el porcentaje en función de la elección de idioma de las familias, que pagan en función de su renta.

La directora, Ainhoa Ibarrola Hernandorena, es natural de Barañáin, estudió Magisterio Infantil en la UPNA y es bilingüe en castellano y en euskara. Lleva tres años en el puesto y cuenta con una experiencia desde 2007 en las escuelas infantiles de Pamplona. Ella lo tiene claro: “Es un buen programa. El pilotaje sirvió para evaluarlo y comprobarlo. Me parece una herramienta muy potente y bien trabajada para la coeducación y la igualdad. La violencia de género, la discriminación, la violencia machista… tenemos datos objetivos en los que la educación tiene mucho que ver”, asegura.

“La polémica nos ha sorprendido mucho, nos parece que se utiliza como arma arrojadiza. Lo que está claro es que hasta ahora no se ha hecho los suficiente”, considera. Desde su punto de vista, “no ha habido ese debate en las escuelas. Sí hemos reflexionado sobre cosas que no nos dábamos cuenta antes. Algo muy rico, nos ha aportado mucho”.

Ninguna educadora de la escuela puso “ninguna pega” a la formación recibida durante el curso pasado, cuando pilotaban el programa, pilotaje que sirvió “para cambiar cosas, para mejorarlo”. Un equipo del centro acudió a una serie de reuniones con el Departamento de Educación y las creadoras de Skolae para ver cómo implantarlo en la práctica. “La coeducación es obligatoria por ley, y persigue caminar hacia una sociedad más justa y más igualitaria”, apunta Ibarrola. Después de la formación, realizaron un diagnóstico en el centro desde el punto de vista de la coeducación.

Tampoco las familias que participaron en las reuniones de puesta a punto de Skolae expresaron reparo alguno. “Algunas participan más y aportan más mejoras y otras menos, por horarios o lo que sea. Sobre todo los debates se centraron en las ropas que les ponemos a las criaturas, en las actitudes que tenemos a la hora de tratarles… es enriquecedor”, indica la directora.

¿Qué es la coeducación en la práctica?

En el ciclo de 0 a 3 años las educadoras intentan “ser conscientes de los estereotipos con los que convivimos y transmitimos a las criaturas”, dice Ibarrola. “Como mujeres, nos ha tocado vivir la desigualdad, y podemos tener una sensibilidad más feminista, pero muchas veces los roles de género están en el inconsciente”.

Algunas cosas que han cambiado después de estas reflexiones es que ahora la escuela pide teléfonos y correos electrónicos a los dos miembros de la pareja, “porque antes más del 90% de los contactos eran solo las madres. No lo pensábamos. Las familias nos lo daban. Colaborábamos con la desigualdad, porque favorecíamos que solo las madres se ocuparan de sus hijos”, indica la directora. “Ahora tenemos un porcentaje muy alto de parejas en las comunicaciones. Llega todo por duplicado, y con un lenguaje más cuidado”.

Dentro de las aulas, se centran en la educación sin roles de género. Por ejemplo, en carnavales, con los disfraces: “Este año, en lugar de pedirles que viniesen disfrazados de casa, dejamos los disfraces en el centro y cada niño o niña decidía si se quería disfrazar y de qué”. Por supuesto, hubo niños con faldas y niñas piratas, “que eso es disfrazarse”, remarca Ibarrola.

En cuanto a la educación sexual propiamente dicha, “en esta edad trata de que los niños y las niñas conozcan su cuerpo, en su totalidad”, comenta la directora. “Les acompañamos en ese proceso con naturalidad. Niños y niñas participan en un autodescubrimiento natural y controlado. Por supuesto, respetamos la curiosidad de cada uno, unos tienen más y otros menos. Y lo hablamos con las familias, claro. Especialmente si sus niños o niñas se salen de los roles habituales que tenemos asignados a cada género. Nos sirve para acompañar mejor y para entender mejor a los críos, en un proceso compartido con sus familias”.

La reflexión ha introducido, asimismo, cambios en la biblioteca del centro: “Vimos que había muchos cuentos estereotipados y los revisamos. Introdujimos otros con más diversidad de roles de niñas y niños. Lo mismo con las canciones, que a veces estereotipaban mucho las profesiones por roles género”, apunta la directora. El centro ha eliminado suscripciones con revistas que caían en muchos estereotipos: “Todas las madres eran cuidadoras y los profesionales eran hombres”, resume.

También le han dado una vuelta a la manera de tratar con las criaturas: “Nos dimos cuenta de que ya desde bebés les hablábamos de manera diferente. Tendíamos a hablar a las niñas con un tono bastante más suave, sobre su ropa y aspecto físico. Y a los niños se les hablaba más de su fuerza, de su tamaño, de su capacidad física, y con un tono más alto, más dinámico, de ánimo”, reconoce Ibarrola.

“Decimos que niñas y niños son diferentes, y lo son, pero cuidado, porque los mensajes modelan a las personas y tenemos responsabilidad en la formación. Si no somos conscientes, podemos encauzarles por caminos diferentes, según estereotipos de género”. La tan en boga brecha de género en STEM (acrónimo en inglés de Ciencias, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas, que produce profesiones más masculinas y más femeninas). “El ejemplo lo tenemos en la propia escuela, donde las educadoras somos todas mujeres. Y eso es producto de decisiones personales, pero también de la educación… si les damos a las niñas muñecas y a los niños balones, ropas más cómodas…”

Ibarrola no considera que estas acciones puedan afectar a las creencias y valores de las familias: “Estamos hablando de Derechos Humanos que pueden vulnerarse. Tenemos la obligación de hacer algo, el sistema educativo tiene esa responsabilidad”, recalca. “Además, la profesora tiene una autonomía absoluta para aplicar el programa y decidir cómo y en qué pasos hacerlo. Nosotras seleccionamos materiales porque consideramos que unos son más adecuados que otros. Skolae te da herramientas y formación. Pero la decisión última es de las educadoras”, insiste.

“Ilegal, ilegítimo, e injusto”

La plataforma de padres Libertad para educar, que coordina las movilizaciones contra el plan de coeducación del Gobierno de Navarra considera que la educación afectivo-sexual que propone “está absolutamente impregnada por la ideología de género”. Fuentes de la plataforma aseguran que se trata de “un programa ilegal, ilegítimo e injusto. Ilegal porque vulnera las leyes educativas y los decretos de Educación del propio Gobierno de Navarra, del propio Gobierno Barkos; ilegítimo porque quita a los padres la posibilidad siquiera de saber que se les va a educar a sus hijos en materia afectivo-sexual; e injusto porque está aplicando una ideología que es absolutamente minoritaria”.

La plataforma, que no tiene portavoces para “evitar protagonismos”, indica que el programa Skolae “tiene varias patas: la de igualdad, la de coeducación y la de educación afectivo-sexual”. “Es un compendio de cosas que, sobre todo en materia de igualdad y coeducación, llevan haciéndose muchos años en Navarra. Ahí no tenemos ninguna pega”, aseguran.

Es esa educación afectivo-sexual “impregnada de ideología de género” lo que critican. “Frente a eso, queremos participar en la educación de nuestros hijos, que no se nos oculte información clave, como han hecho con los centros piloto el año pasado, y que retiren las resoluciones que imponen el programa Skolae de forma unilateral”, denuncian.

“La presidenta del Gobierno nos sigue mintiendo diciendo que no es obligatorio para todos los centros, pero las resoluciones no dicen eso. Lo único que hacen es confundir a la gente. Hay tres recursos contra esas resoluciones -de Concapa, de un grupo de padres y de una asociación-, queremos que dejen de mentirnos y que cambien las resoluciones”, reclaman.

Y elevan el tono para subrayar que si el Gobierno no retira las resoluciones “haremos más movilizaciones, esto es el principio. También tenemos otros planes si no mueven su postura, pero vamos a tumbar Skolae sí o sí. La mano está tendida, pero deben dejar de engañarnos y decir que han metido la pata. Queremos que esto no se imponga”.

La plataforma llega incluso a amenazar con declararse en rebeldía frente al Gobierno: “Si no nos escuchan, como padres, nos vamos a declarar insumisos. Vamos a exigir a todos los centros educativos que nos informen de lo que van a enseñar, y si los contenidos atacan nuestras convicciones éticas, morales o religiosas no llevaremos a los hijos a esas clases”.

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