Me dirijo a usted como profesor de la UCM, un miembro más de esta Universidad. Somos muchas las personas que trabajamos en esta prestigiosa e histórica Institución universitaria, docentes y no docentes. El trabajo de todos se ha visto recompensado con un amplio reconocimiento social y profesional, nacional e internacional. Ello ha sido y es fruto de los excelentes alumnos que han pasado por nuestras facultades y que han sido y son personas de reconocido prestigio en los distintos ámbitos y del trabajo de las personas que creemos es esta universidad pública y en la formación como un elemento de desarrollo personal y social. No voy a nombrar a ninguna persona de las que han pasado por nuestras facultades, pues cometería el error de dejar fuera a otros muchos, pero tenemos un amplio elenco donde elegir en todas las áreas del conocimiento. No hay mejor embajador para una institución pública como la nuestra que los méritos de la personas que han pasado y pasarán por esta universidad y su trayectoria académica, científica y profesional.
Como docente llevo 32 años impartiendo clases, formando alumnos y contribuyendo a la mejora de la calidad educativa y capacitación de personas que desarrollarán su profesión en el ámbito de la economía y las finanzas, además de los siete años que pasé como estudiante, y siempre he tenido un profundo sentido de pertenencia a esta Universidad y me he sentido orgulloso de formar parte de ella. Este sentimiento, desafortunadamente, el pasado día 24 se ha desvanecido y mi indignación como docente y miembro de esta comunidad universitaria es elocuente y me produce vergüenza ver el desprestigio de esta institución por el nombramiento de “Alumna Ilustre” de la Sra. Presidenta de la Comunidad de Madrid. Esta institución universitaria no se lo merece.
Puede haber muchas razones por las que nombrar a un alumno o exalumno “ilustre”, ahora bien, todas ellas deben estar basadas en méritos académicos o profesionales, como podría ser el desempeño de una prestigiosa actividad periodística en el caso que nos ocupa, pues estamos hablando de la Facultad de Ciencias de la Información. ¿Me puede decir cuáles son los méritos que concurren en Dª Isabel Díaz Ayuso para este reconocimiento público?, ¿cuáles son sus virtudes académicas o de desarrollo profesional en el ámbito del “Periodismo” para hacerla merecedora de tal reconocimiento y galardón?
La respuesta, a la primera pregunta, se la facilito yo: ninguna Sr. Goyeneche. La Sra. Presidenta no tiene ningún mérito, solo el hecho de ostentar el cargo de Presidenta a la Comunidad de Madrid, porque mérito político tampoco lo tiene. A continuación le hago una breve descripción de algunos hechos de naturaleza política de la Sra. Presidenta y usted me podrá decir si merecedores de algún reconocimiento: Los protocolos de la muerte para personas mayores, residentes desamparados y desprotegidos en las residencias, públicas o semipúblicas de la Comunidad Madrid, la concesión de becas para estudiantes con rentas familiares superiores a los 100.000 euros, llamar “mantenidos subvencionados” a las personas que acuden a la colas del hambre, buscar pobres mirando al suelo, ser una de las Comunidades Autónomas que menor presupuesto destina a educación pública y más a privada/concertada, la reducción de inversión pública en sanidad, el maltrato a los sanitarios y al sistema público de la Sanidad Madrileña,…… y así podría seguir largo y tendido, por no citar el clima de confrontación y radicalidad ideológica que proyecta la Sra. Ayuso para la convivencia de una sociedad democrática, tolerante y abierta.
Sr. Rector, la razón por la que usted ha dado tal reconocimiento es única y exclusivamente política, algo que jamás debe ser un criterio para galardonar a una persona por una Institución Pública Universitaria. Ademá,s lo ha hecho en contra del clamor y sentir general de alumnos y docentes que conformamos esta Universidad. Ahora bien, esto no dejar de ser un hecho lamentable, algo que en un breve periodo de tiempo se olvidará, es algo efímero y tal vez será una anécdota de la cual usted podrá lucir una meritoria medalla en su solapa, pero nada más.
Forma parte de su exclusivo currículo, no del de la Institución que usted gobierna. Usted confunde el desempeño de una función pública, como representante de una institución, con su opinión y deriva personal; no obstante, todos los que trabajamos en esta Universidad sabemos que las personas no son la institución, las personas se van, desaparecen y las instituciones permanecen. Las personas comenten errores, las instituciones no. No podemos imputarles responsabilidad, a las personas sí. Este despropósito es solamente suyo. Esta Universidad Pública, con toda su historia, seguirá y usted será simplemente un mero recordatorio asociado a un hecho que jamás debería haber ocurrido. Deplorable Sr. Rector. En el pecado lleva usted la penitencia.