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Casado necesita un conde duque de Olivares

La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, y el líder del PP, Pablo Casado.
18 de febrero de 2022 06:01 h

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No pueden evitarlo, son así. Nuestra derecha está absolutamente convencida de que los recursos públicos les pertenecen, aun a pesar de repetir hasta el empacho discursos inflamados de honradez. Porque esto de la honestidad es algo que exigen a los demás, pero que, de manera sistemática, se niegan a practicar ellos mismos. Nunca han dudado en usar lo que es patrimonio de todos para sus fines particulares. Desde una boda, pasarela elegantísima de futuros convictos, hasta un organismo local de la vivienda, sin olvidar fundaciones carentes de competencias (estoy convencida de que fue allí, entre miles de horas muertas, patrocinado por su mecenas Aguirre, donde Abascal estudió el máster imperial en españolismo bizarro).

Más allá de luchas cainitas por ver quién se hace con el poder de un partido devastado por la corrupción, lo que debe llamarnos la atención es su manera de entender la política. No les importa la realidad acuciante, solo se preocupan por sus estrategias. Como dice mi padre, hay dos tipos de personas: los que trabajan con el sudor de su frente y los que trabajan con el sudor del de enfrente. Hace ya 30 años, el secretario general de los populares en Valencia aseguraba que estaba en política para forrarse. Ese es el camino: ganar pasta o hacer que los tuyos la ganen, porque pertenecer a la derecha cañí no es fácil. Se trata de un club selecto en el que prima demostrar que eres gente de bien antes que buena persona. Eso sí, en Europa se ríen de la actual cúpula del PP y de su pueril comportamiento. Casado y Ayuso son simples caricaturas, Martínez Almeida es un Fausto. Conforman una trinidad condenada a la entropía. Quieren el poder para vivir mejor, no para mejorar la vida de los demás.

Casado, sin nada que poder ofrecer más allá que comportamientos atávicos de public school británica, no ha entendido que los suyos lo pusieron allí como bisagra. Ayuso, encarnación perfecta del primer pecado capital, obedece fielmente lo que le dictan los sumos sacerdotes del neoliberalismo. Martínez Almeida vendió su alma al PP sin ser consciente del alto precio moral que ya habrá de pagar sin remedio. De los tres, él es el único que conoce la vida inteligente más allá del planeta Génova. Sin embargo, de los tres es el que más errores está cometiendo, pues pudo pasar a la historia como un alcalde conservador comprometido con su ciudad, un alcalde capaz de llegar a acuerdos con otras fuerzas políticas democráticas en tiempos duros, un alcalde con lealtad institucional y personalidad propia, un alcalde divertido y ocurrente al tiempo que serio y valiente. Y no, ha decidido apostarlo todo al 13 azul. Ayuso, que no tiene nada que decir por sí misma, ya cuenta con MAR, pero Casado necesita un conde de Olivares.

Este Partido Popular ha llevado sus golpes bajos hasta la orilla de la gestión pública. ¿Para qué pagar con mi dinero lo que puedo pagar con el dinero de todos? Ayuso tiene mucho que ocultar, pero manda. Casado no tiene nada de nada. Y Martínez Almeida tuvo la oportunidad de ser un gran político y la desaprovechó. Ahora viene el castañear de dientes… y las posibles responsabilidades jurídicas por coger dinero de la caja común y dedicarlo a cosas privadas.

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