Hay veces que te sale la profesión, y la tormenta Filomena es una de ellas. Llevamos varios días oyendo hablar de la declaración de zona catastrófica, del Consorcio de Compensación de Seguros y de una evaluación de daños un tanto alzada, por decirlo suavemente.
Ahora soy concejala, pero esto me ha recordado mucho la época en que, como inspectora de Seguros del Estado, trabajaba con la Autoridad Europea de Seguros y Pensiones de Jubilación en la calibración de riesgos catastróficos.
En primer lugar, la zona catastrófica ya no existe. Desde el año 2015 se llama Zona Gravemente Afectada por una Emergencia de Protección Civil, pero el espíritu se mantiene y por facilitar la lectura mantendré por ahora la antigua fórmula. La declaración de zona catastrófica es un acuerdo del Consejo de Ministros que va acompañado de una batería de ayudas para intentar compensar los daños causados por una emergencia. Por ejemplo, un terremoto, unas inundaciones o una nevada.
Incluye ayudas a particulares, a las entidades locales para compensar gastos y también ayudas a sectores afectados, como el comercio, la hostelería, la industria… Hasta aquí, todo correcto.
Viene una gran nevada, Madrid se paraliza y el Ayuntamiento solicita al Gobierno que le eche una mano. El Gobierno evalúa, cuantifica y decide.
La segunda cuestión, el Consorcio de Compensación de Seguros. ¿Tiene algo que ver en esta nevada? La respuesta es no.
El Consorcio de Compensación de Seguros en riesgos extraordinarios cubre los daños producidos por determinados eventos que se regulan en un reglamento. Las nevadas no están dentro de esos riesgos y, por tanto, la intervención o no del consorcio es independiente de que se declare o no una zona catastrófica.
Pero ya que estamos, creo que es interesante que nos detengamos un minuto en ver qué hace.
El consorcio cubre los siniestros causados por esas eventualidades en lugar de tu seguro. Si tú no tienes una cobertura de seguro, el consorcio no te indemniza, ni con declaración de zona catastrófica ni sin ella. Si tienes cobertura de seguros y hay un terremoto, en lugar de recibir la indemnización de tu entidad aseguradora, quien te paga es el consorcio.
¿Significa eso que te paga el Estado? En absoluto. El Consorcio de Compensación de Seguros es una entidad pública empresarial que se financia a través de los recargos que todos pagamos en las primas de nuestros seguros y, con eso, crea un fondo con el que mutualiza las pérdidas de estos eventos extraordinarios. Así, muy grosso modo, evita que una aseguradora quiebre porque haya sucedido una catástrofe en un lugar donde cubre muchos riesgos.
Es cierto que muchas veces coincide la declaración de zona catastrófica con la cobertura por parte del consorcio. Sin embargo, son hechos independientes.
Y ahora volvamos a Filomena y, en especial, a Madrid.
El Ayuntamiento de Madrid ha pedido la declaración de zona catastrófica. Lo ha hecho pronto, sin una evaluación certera de daños y presentando una factura, digamos, inflada.
El Consorcio de Compensación de Seguros ya ha dicho que, salvo que haya una inundación causada por el deshielo, en Filomena no entra porque no cubre daños causados por la nieve. Le toca al Gobierno de España evaluar si es necesario o no declarar Madrid zona catastrófica.
Y ahora un poco de política. ¿Qué opina el Grupo Municipal Socialista de Madrid? Pues que estamos de acuerdo en apoyar la solicitud de declaración de zona catastrófica, y las ayudas que lo acompañan.
Pero para no variar, en vista de que por ahí no encontraba confrontación, Almeida ha vuelto a tirar de deslealtad para esconder su nefasta gestión de esta emergencia. Se ha descolgado con una petición de casi 1.400 millones de euros en la que, además de unos gastos directos muy elevados por daños, incluye unas pérdidas a diversos sectores por valor de 1.000 millones.
No solo es que tres días de nevada hayan causado, según el Gobierno de Almeida, tres veces lo que según el Banco Mundial costó el tsunami de Indonesia. Es que, si atendemos a lo que plantea la patronal, la hostelería ha perdido 70 millones de euros por culpa de Filomena. Por mucho que agreguemos sectores, ¿cómo se llega a esos 1.000 millones?
Hemos visto en las calles a la UME, a otras unidades del Ejército y a personal de los ministerios de Transportes y de Transición Ecológica. En Madrid hemos contado con la leal colaboración del Gobierno central además de la inestimable solidaridad de los vecinos y vecinas, y de trabajadores y trabajadoras municipales que han hecho lo que han podido excediendo con mucho sus cometidos y jornadas. Y la respuesta de Almeida es hacer una petición desleal, irreal, que además en caso de recibir no sería capaz de gestionar, que alimenta aún más la madrileñofobia y que, para colmo, tiene por único objetivo la confrontación con el Gobierno de Sánchez y desviar la atención de la gestión –esta sí, catastrófica– que el Ayuntamiento ha hecho de la nevada y sus consecuencias.
Hace muchos años, en un curso de oratoria, un profesor nos dijo que si no queríamos que nos rebatieran una cifra había que ponerle decimales, y Almeida debe de ser de esa escuela. Se le olvida que, en estos tiempos más que nunca, hace falta rigor. No hay suficiente nieve en Madrid para tapar su incapacidad de gestión, su improvisación y el desastre en el que se ha convertido la ciudad.