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Decidme cómo es un héroe

Se nos ha ido. Maldita sea la muerte. Se nos ha ido Marcos Ana, un hombre que resume, como pocos, la historia reciente de nuestro país en su trayectoria vital. Poeta de la calle y la lucha, símbolo de lo mejor de nuestra tradición emancipadora y ejemplo constante para las personas que militamos en el Partido Comunista.

Habrá, aún así, quien no sepa quién fue Marcos Ana, habrá quien nunca lo haya leído y desconozca que ha sido uno de los presos políticos que más años pasó en la cárcel en el planeta. Habrá también quien no sepa que Marcos fue un comunista convencido, un demócrata activo y un representante imprescindible de la mejor parte de la historia de lucha contra la dictadura y por el advenimiento de las libertades y derechos en nuestro país.

Habrá incluso quien desde la pluma de la extrema derecha vierta tinta sucia y envenenada para tratar de desmitificar a este referente indiscutible para las personas decentes. Porque Marcos era, es y será eso exactamente: un mito, un héroe, una leyenda que es un caso individual (una historia humana de resistencia y lucha) pero que también es un resumen en sí mismo de la vida de miles de hombres y mujeres del Partido Comunista de España que se dejaron la vida, la libertad y la salud por conseguir un mundo mejor y más justo.

Desde el PCE, su partido, lloramos al hombre bondadoso, tranquilo, irreversiblemente optimista. Lloramos a una de esas personas que dan sentido al término camarada. El país y sus instituciones, si realmente son democráticas y decentes, honrarán junto a nosotros y nosotras al héroe que fue. Un minuto de silencio no bastará. Porque si ese fuera nuestro homenaje deberíamos pasar décadas enmudecidos. Nuestro homenaje más sincero, como comunistas, será recoger la antorcha del ideal comunista y continuar luchando por los ideales que siempre defendió Marcos Ana. Es lo que él siempre quiso.

Se nos ha ido, sí, pero no podremos olvidarlo. Ni querremos. Su poesía continuará animando corazones a la lucha. Su ejemplo se mantendrá como un faro para las generaciones futuras que aspiren a lograr un mundo más justo y más libre.

En su magnífica autobiografía, Decidme cómo es un árbol, cuyo título es homónimo al de uno de sus mejores poemas, nos contaba el sufrimiento de estar veintitrés años encerrado entre las paredes de una prisión franquista. Escalofriante es comprobar su actitud siempre reconciliadora, su entrega a la causa democrática y comunista, la vitalidad para empaparse de cultura, de sabiduría, de solidaridad y de literatura desde la privación de uno de los bienes más preciados en la vida: la libertad.

Marcos escribió en aquel poema Decidme cómo es un árbol… porque la sinrazón fascista le había arrebatado la posibilidad de ver o de sentir los árboles, el mar, las montañas, el beso de una mujer y tantas cosas…

Nosotros y nosotras, sus camaradas, tuvimos la suerte de ver gracias a él otra cosa: un héroe… Y si alguien, algún día, se propusiera escribir un libro titulado Decidme cómo es un héroe, sin duda alguna el protagonista sería un comunista íntegro y combativo, un hombre bueno y coherente. Un hombre como Marcos Ana.