Catalunya es hoy uno de los principales problemas de España, junto a la cuestión social y la crisis de Europa.
Por eso es urgente situar a la izquierda fuera del duelo entre nacionalismos y de un inexistente derecho a la autodeterminación, al menos en la configuración que se le quiere dar interesadamente por algunos.
Por eso es vital el desarrollo de un movimiento federalista como alternativa a la confrontación, la polarización y la división.
ACTÚA es una organización política federalista, municipalista, republicana y de izquierdas.
Nosotros no formamos parte de los que atribuyen todos los problemas a la transición ni tampoco al “Régimen del 78”, en un falso relato sobre la supuesta continuidad del franquismo o la restauración monárquica.
Muy al contrario, consideramos un acierto el modelo autonómico abierto que contempla la Constitución, donde el autogobierno responde a las demandas territoriales frente al centralismo, pero también se ofrece como alternativa de convivencia frente al choque de soberanías.
Sin embargo, en la actualidad el modelo sufre fatiga y necesita un impulso que solo puede venir del federalismo.
Resulta problemático el actual modelo híbrido basado en un sistema de provincias, Senado de segunda lectura e instituciones de composición centralista sin ámbitos de acuerdo, participación activa y lealtad federal.
Tampoco resultan funcionales los tirones espasmódicos pactados entre el Gobierno y las comunidades denominadas históricas, en función de las coyunturas políticas, con el consiguiente efecto de emulación, pero también de agravio en el resto de las regiones autónomas.
No es satisfactorio el conflicto continuo de competencias ante la inexistencia de una norma que las clarifique y ante la carencia de instituciones comunes que, desde la estricta lealtad mutua, garanticen una aplicación justa del principio de subsidiariedad, de tal forma que las decisiones se tomen de la forma más próxima y participativa a los ciudadanos para ser más eficaces, evitando la duplicidad de funciones, cargos y costes entre las tres administraciones del Estado, que burocratizan y encarecen la factura de los contribuyentes.
La inestabilidad de los modelos de financiación es otra fuente constante de insatisfacción, con graves problemas de suficiencia para el mantenimiento de los servicios públicos municipales y autonómicos, y la consiguiente crisis de solidaridad.
Por otro lado, la crisis, la corrupción y sus consecuencias en recortes y descrédito han erosionado los derechos sociales y los servicios públicos gestionados por las Comunidades Autónomas haciendo necesario un nuevo acuerdo social y federal.
Pero, sobre todo, porque una reforma constitucional federal respondería mejor al autogobierno de lo propio y al cogobierno solidario de lo común.
España necesita un Pacto Federal que desarrolle el acuerdo de la transición y reconozca el carácter plurinacional del Estado con renovados contenidos sociales.
Quienes somos federalistas, concebimos a España como una unidad federada en el seno de la Unión Europea, que integra en sí diferentes pueblos, regiones y naciones. Internamente, concedería una consideración de Estado a Catalunya en base a incrementar su autogobierno. Se mantendría la armonía interior y permitiría que todos aquellos ciudadanos que se sienten catalanes y españoles, vieran con satisfacción una relación equilibrada con España.
La UE es la mejor forma para España y los demás países europeos de insertarse en la globalidad y mantener el modelo social europeo en un área de integración económica y política de magnitud suficiente para llegar a acuerdos internacionales de progreso que beneficien a los europeos y al conjunto de la Humanidad.
Durante la dictadura, Europa fue un sueño de libertad. Pero, pasada la euforia inicial, el sueño quedó adormecido por la mano invisible del mercado. El resultado ha sido la anemia de la Europa social y política. Para despertar a Europa de su letargo es urgente un cambio significativo.
Por tal razón, respaldamos la propuesta de una España federal en una Europa federal: Un Estado federal en España, lógica culminación del Estado de las Autonomías, y la apertura de un verdadero proceso constituyente de hondo calado para avanzar hacia una Federación Europea de Estados y ciudadanos asentada en sólidos pilares de cohesión social y fiscal.
No es casual que Theresa May y Donald Trump, con sus aliados de Visegrado y sus corifeos de la nueva derecha, sean hoy los principales adversarios del proceso de integración europea.
La crisis ha frenado el tren europeo: es difícil avanzar y da miedo retroceder. Europa renquea. Necesita ya, incluso simplemente para sobrevivir, pasos de gigante, no solo pequeños pasos. Demasiado poco es demasiado tarde. Es tiempo de sacar fuerzas de flaqueza y de relanzar un nuevo comienzo. Contrariamente al adagio, en tiempos de tribulación hay que hacer mudanza.
El gran retraso de la izquierda europea en el Siglo XXI, es el de su incapacidad para construir una estrategia propia y coherente en la Unión Europea.
La izquierda, toda ella, tendría que levantar la bandera del federalismo en toda Europa y especialmente en España.