España opta a liderar el Eurogrupo, la OMC y la ESA

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha puesto esta semana sobre la mesa la candidatura de España a tres organismos europeos e internacionales de primer rango. Para esta apuesta sin precedentes en la política exterior española se ha seleccionado a tres ministros clave en su gabinete –economía, exteriores y ciencia–. Las aspiraciones españolas, un país históricamente subrepresentado internacionalmente en relación a su peso político y económico, se dirigen a liderar el Eurogrupo –el corazón económico de la Unión Europea clave para España en el actual momento de recesión–, la Organización Mundial del Comercio –inmersa en una guerra fraticida entre EEUU y China– así como la Agencia Espacial Europea –referencia de I+D y telecomunicaciones satelitales–. No existen antecedentes conocidos de una apuesta internacional de este nivel de ningún otro país europeo en la ultima década. Y hay crecientes posibilidades de que Sánchez consiga –como en sus tiempos de alero tirador en el equipo de baloncesto del Estudiantes– un triple para España.

Nadia Calviño, vicepresidenta tercera y ministra de Asuntos Económicos y Transformación Digital, será la primera candidata española en afrontar la competición tras la dimisión del actual presidente del Eurogrupo y ministro de finanzas portugués, Mario Centeno, que se dedicará tras su retirada –con casi total seguridad– a presidir el Banco de Portugal. Existen ya candidatos en liza de diversos estados como Luxemburgo o Irlanda a la presidencia del Eurogrupo –compuesto por los 19 ministros de economía y finanzas de la zona euro– pero España parte en todas las quinielas como clara favorita. La vicepresidenta Calviño tiene a su favor el buen recuerdo que quedó en Bruselas de su etapa como directora general de presupuestos de la Comisión Europea, así como su amistad personal con su homólogo alemán gracias a la cual han salido adelante –entre otras– iniciativas tan importantes para España como el fondo y las ayudas europeas para la reconstrucción tras la pandemia de COVID-19. El vicecanciller y ministro de Economía, Olaf Scholz, está en la misma sintonía ideológica que la vicepresidenta Calviño –es un destacado miembro del socialdemócrata SPD– y será clave para persuadir en las próximas semanas a países contribuyentes netos de la UE como Holanda, Austria o Finlandia del apoyo a la candidatura de Madrid. En junio se alcanzará muy probablemente un acuerdo entre las capitales europeas que se oficializará en una reunión del Eurogrupo –en la que tomaría posesión la ministra Calviño– en la primera quincena de julio.

Maria Aránzazu “Arancha” González Laya fue designada ministra de Asuntos Exteriores, UE y cooperación apenas hace cinco meses. Sin embargo, la opinión cada vez más extendida en los círculos diplomáticos y financieros internacionales –ante la convulsa crisis que sacude la OMC– de que España puede lograr la Dirección General de la Organización Mundial del Comercio ha decidido al Palacio de La Moncloa a presentar a la ministra vasca como la “opción de consenso” para liderar esta institución multilateral. La OMC es responsable de la regulación de los acuerdos y la solución de las diferencias comerciales en todo el planeta y ha abierto, hasta el 8 de julio, las postulaciones para su nuevo Director General hasta la fecha el brasileño Roberto Azevedo. El acreditado diplomático brasileño ha dimitido aludiendo a “motivos personales” antes de finalizar su mandato de cuatro años. En Ginebra –sede de la OMC– así como en los centros financieros internacionales, la causa de la precipitada salida de Azevedo se considera fruto del prolongado choque entre EEUU y China en el seno del organismo multilateral. Washington acusa a la OMC de ser excesivamente pro-Pekín y lleva bloqueando varios nombramientos claves en el “órgano de apelación” un tribunal interno que decide sobre las reclamaciones de países en el cumplimiento de las normas y regulaciones comerciales. No se descarta incluso, siguiendo el guion del reciente abandono de la Organización Mundial de la Salud, que EEUU salga de la OMC lo cual le permitiría, como primera potencia económica mundial, fijar nuevas reglas a su conveniencia en el comercio mundial e intensificar –ya sin cortapisas de ningún tipo– su guerra arancelaria contra sus oponentes, en particular China.

La ministra González Laya cuenta con grandes posibilidades de ser electa debido a los vetos cruzados entre los candidatos alineados con EEUU y China en la batalla interna de la OMC. Ella parte con la ventaja, muy apreciada por la mayoría de los 164 estados miembros, de conocer al detalle la compleja burocracia de la OMC. No en vano fue durante ocho años la jefa de gabinete del anterior director general de la OMC, el francés Pascal Lamy. Igualmente es una experta en diplomacia económica y tiene en su haber su mandato como Directora General del Centro de Comercio Internacional de Naciones Unidas. Es una candidata europea, lo cual agrada a EEUU pero al mismo tiempo su firme apuesta por el multilateralismo es una garantía de futuro para China. Su postulación –con el respaldo de la mayoría de sus colegas de la UE– se perfila como una “opción de consenso” que puede lograr la aceptación definitiva en las próximas semanas tanto de Washington como de Pekín.

Pedro Duque, ministro de Ciencia e Innovación, es conocido sobre todo por su carrera como astronauta participando en misiones en la Estación Espacial Internacional, la NASA y la ESA, la Agencia Espacial Europea. Al anunciar el pasado domingo en rueda de prensa el Presidente del Gobierno Pedro Sánchez la candidatura del ministro Duque junto a la de la ministra González Laya cuando aún no se había hecho publica la dimisión del portugués Centeno como presidente del Eurogrupo –hizo hincapié en su “orgullo” en que haya candidatos españoles “tan cualificados para puestos tan importantes”. El Palacio de La Moncloa llevaba trabajando –discreta pero metódicamente– en esta candidatura desde el Consejo Ministerial de la ESA celebrado en octubre de 2019 en Sevilla. Esta reunión aprobó el plan financiero y los programas de investigación y exploración espacial 2020-2026 –el presupuesto más alto de la historia de la agencia con 14.388 millones de euros– destinado a ambiciosas misiones como el programa “Copernicus”, los observatorios espaciales “Athena” y “Lisa” o la sonda lunar “Heracles”. La novedad en Sevilla –que no pasó desapercibida para las delegaciones de los 22 países miembros de la ESA– fue el incremento en la aportación española al presupuesto cercano al 20% y que coloca a España como el quinto mayor contribuyente con un total de 852 millones de euros.

El sucesor del actual Director General de la Agencia Espacial Europea –el alemán Jan Worner– no se hará público hasta el 2021. El perfil del ministro Pedro Duque unido a su trayectoria como astronauta le colocaban de entrada en línea de salida para este alto cargo internacional pero la escasa contribución española en el pasado al presupuesto de la ESA era un lastre del que Madrid siempre ha sido consciente. Una vez esta situación ha sido corregida en la reunión de Sevilla de 2019 la opinión generalizada es que el astronauta español tiene el terreno despejado para trasladarse en 2021 a París donde radica la sede central de la Agencia Espacial Europea.

España tiene ante si la posibilidad real de situar a candidatos de reconocida valía como la vicepresidenta Calviño y los ministros Laya y Duque al frente de tres organismos europeos e internacionales de la máxima importancia. Sería conveniente que en esta ocasión –como es la práctica habitual en otros países europeos– los grupos parlamentarios en el Congreso de los Diputados dejasen a un lado sus diferencias y diesen un respaldo unánime a los candidatos propuestos por el Gobierno de España para liderar el Eurogrupo, la OMC y la ESA. Esta oportunidad excepcional, inestimable en un periodo de incertidumbre económica como el actual y que además supone un reconocimiento al creciente papel de España en Europa y en el mundo, no puede ni debe ser desaprovechada. Es la hora de la responsabilidad y la unidad para volver a situar a España en el lugar que le corresponde en la escena internacional.