Qué estudiar, si te quieres emplear

27 de enero de 2024 22:26 h

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Hace menos de un año Goldman Sachs publicaba un informe en el que pronosticaba que el 18% del trabajo mundial podría automatizarse, sobre todo en las economías más desarrolladas y en los denominados trabajos de cuello blanco, relacionados con tareas cognitivas y no manuales. Las tareas administrativas y el ámbito del derecho serían los más afectados. El motivo principal es por el avance de la inteligencia artificial, y la IA generativa en particular. No significa esto que las economías vayan a entrar en recesión por este motivo. Bien al contrario. Si se cumplen las predicciones hechas por este banco, la adopción generalizada de la IA podrá aumentar el PIB mundial a un ritmo del 7% anual, al menos durante la próxima década. Otra cosa muy distinta es como se distribuirá ese aumento de riqueza. 

Por otra parte, el Foro Económico Mundial acaba de publicar su Informe sobre Riesgos Mundiales. A partir de opiniones de expertos y con datos del mercado laboral aportados por la Organización Internacional del Trabajo (OIT), se realiza un pronóstico de los puestos de trabajo que más crecerán en los próximos cinco años. Las ocupaciones relacionadas con la IA y el aprendizaje automático crecerán un 40% de aquí a 2027, esto es, alrededor de un millón de nuevos puestos de trabajo. Sin embargo, en valor absoluto se espera que el mayor número de empleos se centren en operadores de maquinaria agrícola, conductores de camiones pesados y autobuses y profesores de formación profesional. Por el contrario, los puestos asociados a la introducción de datos, de tipo administrativo y contables, serán de los que tengan una peor evolución en el próximo lustro. 

Sin duda las tecnologías inteligentes están acelerando y diversificando el trabajo que realizan las máquinas. Aunque es verdad que no tanto como a veces se dice. Geoffrey Hinton, uno de los padres de la revolución que estamos viviendo en torno a la IA, y Premio Turing en 2018 (considerado el premio Nobel de las ciencias de la computación), afirmó que es “bastante obvio que deberíamos dejar de formar a los radiólogos”, ya que los algoritmos de percepción de imágenes muy pronto van a ser manifiestamente mejores que los humanos. Lo dijo en 2016, y ese “muy pronto” lo cifraba en unos cinco años. En su opinión, los radiólogos eran ya entonces “el coyote al borde del precipicio, y aún no han mirado hacia abajo”. Es bastante probable que usted haya ido o acompañado a algún familiar recientemente a hacerse una radiografía, una resonancia magnética o algún otro tipo de prueba basada en imágenes médicas. De ser así, habrá comprobado que las radiólogas y radiólogos siguen ahí, al pie del cañón, y haciendo un trabajo imprescindible en el ámbito de la salud. Si bien es cierto que en el análisis de imágenes las máquinas lo hacen cada vez mejor, el trabajo de los radiólogos va mucho más allá de informar imágenes de rayos X o tomografías computarizadas, pongamos por caso. De hecho, la automatización no hará desaparecer ocupaciones en general, ya que se automatizan tareas concretas de las mismas, no el conjunto del trabajo que se asocia a una ocupación concreta, sea la de radiólogo, periodista o abogado. Eso sí, las cambiará todas y afectará a su desempeño humano, en algunos casos de un modo radical, como ocurrirá con el transporte de mercancías y personas cuando se universalicen los vehículos autónomos. 

Christopher Pissarides tampoco es un indocumentado. Además de ganador del Nobel en 2010, es catedrático de Economía de la London School of Economics. Hace poco lanzó un recado a los jóvenes en una entrevista. Les dijo que no estudien asignaturas STEM, que son las de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas. La razón que dio es que el auge de la inteligencia artificial las hará irrelevantes en el futuro. Por el contrario, considera que son las habilidades relacionadas con la creatividad y, en general, las que mal se llaman habilidades blandas, las que tendrán una mayor demanda en un mundo dominado por las tecnologías inteligentes. Hablamos de las habilidades asociadas al liderazgo, la toma de decisiones, el pensamiento crítico, la adaptación al cambio, la negociación, la resiliencia o la comunicación y escucha activa, entre otras que consideramos habilidades personales e interpersonales. 

 Un colega mío se apresuró a decir en las redes sociales que Pissarides hablaba sin saber, calificando sus palabras de disparatadas. Yo no diría tanto. Evidentemente, no deja de ser una exageración decir que nos sobran las STEM. Para nada, y mucho menos en el corto plazo. Otra cosa es si vamos a seguir necesitando cada vez más titulados en estas ramas del saber y, sobre todo, si será suficiente con que sean muy capaces en estas habilidades duras y poco o nada en las blandas. 

A finales de 2022 vimos en titulares los despidos masivos en el sector tecnológico. Muchas empresas lo justificaron diciendo que era la vuelta a la normalidad tras el boom de inversiones en tecnología durante la pandemia, derivadas sobre todo del incremento del trabajo, la educación y la socialización online y del comercio electrónico. 

 Se esperaba, sin embargo, que, ya recompuesta la situación, 2024 fuera un año de recuperación para la industria de Tecnologías de la Información (TI). Aunque las previsiones relativas al gasto mundial en TI apuntan a un incremento de un 8%, según estimaciones de la consultora Gartner, no está tan claro que ocurra lo mismo con los puestos de trabajo. De hecho, hemos comenzado el año con una nueva oleada de despidos, al menos han sido anunciados, en el sector tecnológico, coincidiendo, eso sí, con un incremento de las inversiones en inteligencia artificial. Sin duda, la sustitución de trabajadores por la automatización es una de las causas, pero no la única (al menos no la única declarada). El concentrar las inversiones en IA es también una de las razones más esgrimidas. Las empresas, sobre todo los gigantes tecnológicos, ven que les va el futuro en ello. Es el caso de Google, por ejemplo, que ha quedado atrás el último año en la carrera por liderar la IA generativa. 

Evidentemente, no van a desaparecer las profesiones ligadas directamente a los conocimientos y competencias STEM, pero hay al menos dos consideraciones importantes que hacer al respecto. En primer lugar, los empleadores que requieren perfiles profesionales con amplios conocimientos STEM, buscan además conocimientos y capacidades diferentes, singularmente las que solemos asociar con las habilidades blandas, a las que antes me he referido. Piensan que si has estudiado A, B o C, tendrás los conocimientos científico-técnicos que buscan, pero, ¿qué ocurre con el resto? Y el resto es creatividad, liderazgo, pensamiento crítico, habilidades de comunicación, sociabilidad… Es todo aquello en lo que más nos diferenciamos de las máquinas, en definitiva. 

 Por otra parte, es cierto que hay una evidente escasez de perfiles STEM y los empleadores tienen serias dificultades para cubrir sus necesidades, a pesar de los despidos en el sector que antes he comentado. Al incremento de la demanda de estos perfiles profesionales se une el hecho de que a lo largo de este siglo las matriculaciones en grados STEM no han hecho más que descender, tanto en España como en el conjunto de Europa, y todo indica que la tendencia a la baja se va a mantener. Esto hace que hayan subido bastante los salarios asociados a estos perfiles profesionales y que haya una enorme movilidad de trabajadores entre empresas. Pero, en paralelo, parte de las actividades que se realizan en estas ocupaciones también se están automatizando, y muy rápidamente. Uno de los ejemplos más claros es la programación. Las herramientas actuales para la creación de software son ya excelentes, y permiten corregir errores, mejorar el código informático e, incluso, crearlo a partir de especificaciones en lenguaje natural de lo que se quiere que haga. Y lo serán mucho más en unos años, así que parece evidente que no se necesitarán tantos programadores como se piensa. Por lo tanto, lo que ahora garantiza el empleo, no lo hará en un futuro no tan lejano. Yo se lo digo con frecuencia a mis alumnos del grado en ingeniería informática. Hace unos años todos me miraban incrédulos, pero ahora todos asienten. De hecho, son usuarios a diario de estas herramientas que programan a la velocidad del rayo. 

Mientras escribía este artículo un amigo me envió una noticia que informaba de que Duolingo, una plataforma web para el aprendizaje de idiomas, va a recortar el 10% de su plantilla de traductores por el uso creciente de la IA. La automatización del trabajo no es una cosa de ciencias o de letras. Afectará a todo y nos afectará a todos. Por eso no sabría decir qué has de estudiar para trabajar, salvo aconsejarte que estudies lo que más te guste, si tienes la oportunidad de hacerlo, pero no olvides formarte bien en aquello que más nos diferencia de las máquinas.