¿Más gasto militar o más seguridad global?
Pues sí, parece que esta vez va en serio.
Desde que la OTAN alumbrara, en 2014, el reto de que sus miembros incrementaran el gasto militar hasta el 2% del PIB, el Gobierno había expresado varias veces su acuerdo pero sin fechas ni prisas. En foros más técnicos, de hecho, lo había descartado. En 2019, en un seminario, la ministra de Defensa, Margarita Robles, aseguraba contundentemente: “Hemos de ser muy sinceros. España no va a llegar nunca al 2%”. A principios de este marzo, en la Comisión de Defensa del Congreso, Robles se reafirmaba en ello.
Pero al cabo de poco, en entrevistas y comparecencias, el presidente Pedro Sánchez recuperaba la idea de alcanzar dicho objetivo y, antes de la cumbre de la OTAN, se comprometió a duplicar el gasto militar en una década militar hasta cumplir con el 2%.
Sin duda, el ataque a Ucrania ha cambiado el escenario. Alemania y otros países han expresado su voluntad de incrementar el gasto militar y, así, ese objetivo del 2% (que solo cumplían 8 países de la OTAN) parece, ahora sí, una obligación por parte de los Estados.
La tendencia es clara: el mundo se rearma y se dispara el gasto militar. Y España va a participar en ello.
Muchos analistas han alabado las rápidas y firmes decisiones en Defensa que los países de la UE han hecho ante el ataque de Putin en Ucrania. Sin embargo, que haya celeridad en la toma de decisiones no indica nada sobre la calidad, necesidad o positividad de esas decisiones.
Y si se trata de proveer mayor seguridad global en este mundo que, se supone, es de lo que se trata cuando se defiende el incremento del gasto militar, aparecen muchas dudas y críticas.
Para empezar, nadie discute la lógica del 2%. Se propuso, se ha ido consolidando y ahora parece inexcusable. Pero, ¿en base a qué, el 2% es la cifra adecuada y no otra?
Más en profundidad: cuando salimos de una pandemia que ha matado a más de seis millones de personas en todo el mundo; cuando la emergencia climática llama a nuestras puertas, cuando deberíamos poner todo nuestro ingenio y esfuerzo en defender la vida humana, resulta que apostamos, más que nunca, por engrosar el belicismo. ¿Es esa, realmente, la prioridad?
Millones de personas mueren de hambre cada año. Decenas de miles mueren en nuestros mares porque -pese a huir del horror- no les dejamos entrar. ¿Asistimos, impávidos y resignados, a todas esas pérdidas humanas pero en cambio, debemos incrementar el gasto militar global “por nuestra seguridad”? ¿Qué seguridad? ¿Cuál es esa defensa que no nos defiende ante las principales amenazas que socavan millones de vida en el mundo?
Y si, en clave militar, consideramos que estamos indefensos ante imperialistas y criminales de guerra ¿por qué no impulsamos los instrumentos jurídicos globales de defensa de los derechos humanos y los convertimos en ejes efectivos de disuasión, en vez de boicotearlos? ¿Por qué no reforzamos los organismos de gobernanza mundial en vez de menospreciarlos y ningunearlos?
Si nos preocupa el peligro de una guerra nuclear, ¿por qué no trabajamos en serio por el desarme? ¿Por qué, desoyendo a Naciones Unidas, la OMS, la Cruz Roja, etc. las potencias se niegan a eliminar sus arsenales? ¿Por qué la OTAN no apoya el nuevo Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares (TPAN) en vez de boicotearlo a fondo? ¿Por qué España ni tan siquiera participó como observador en la Conferencia de Viena del TPAN en junio?
Si queremos trabajar para conseguir un mundo más seguro podemos ¡debemos! hacer muchas cosas. Pero aumentar el gasto militar es la menos necesaria y urgente.
Y, finalmente: todo este incremento del gasto militar no se produce, como se pretende hacer suponer, después de un ciclo de bajadas y recortes. En absoluto. Llevamos casi dos décadas de subidas del gasto militar mundial. En concreto, en 2021, hemos superado los 2 billones de dólares, la cifra más alta registrada desde 1988.
¿Tenemos que incrementar, aún más, el gasto militar? ¿De verdad?
A lo mejor, si después de años de aumentar el gasto militar hemos duplicado el número de guerras y el número de muertes en dichas guerras, tenemos la cifra más alta nunca registrada de población refugiada y desplazada, se han reforzado las lógicas de bloques, etc. quizá en vez de insistir en más gasto militar y más militarismo, es hora de construir otras políticas y estructuras de seguridad, mucho más humanas, sólidas y efectivas.
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